La geometría natural de las villas

De Casiopea

El vínculo del hombre con la naturaleza

Las villas del orden renacentista son consideradas como nuevos espacios que ordenan una diferencia visual en conjunto al orden de ciudad que comienza a nacer a partir de ellas. El orden radica en la diferenciación de espacios según una jerarquización visual y de permanencia. El vínculo visual que tiene lugar en la villa renacentista se muestra tras la geometría espacial magnificada, los espacios de circulación y permanencia momentánea son el dominio de un exterior, al repartir uniformemente aquellos rasgos naturales que solo pueden ser alcanzados a través de la estancia, la mirada y el pensar del hombre que, hasta hoy llama profundamente el sentido de reconocer. Este vínculo de relaciones entre el hombre y sus acciones tiene lugar en conjunto con los rasgos naturales dominados, el paisajismo y los movimientos naturales como el flujo del agua, el caer de las hojas o en un rasgo más característico, el cambio de tonalidades en torno a las épocas del año, muestran una relación con el acto implícito de permanecer del hombre habitando el lugar. Cuando el arquitecto propone la idea de incorporar el espacio natural para redefinir la abertura interior, usa la geometría simple y repetitiva en su forma, los espacios son proporcionales en tamaños a la escala humana, se establece así, un orden no diferencial entre espacios que guía en la forma que se quiere mostrar el espacio interior. Finalmente el recorrido total de la villa tiene un objetivo, un fin específico, así como el enriquecimiento interior que da valor a la acción del hombre, que hoy por hoy se ha perdido entre las obras de gran magnitud. El traspaso de las subdivisiones internas tiene lugar con una aproximación pura en acceder a un rasgo especifico encontrado solo en aquel punto referente de la obra, una fuente central, un recorrido tras un pórtico, una abertura dirigida por el recorrer del agua de un estanque, las sola idea de poder encontrar aquella característica poco usual que da la fuerza de magnificencia donde se haya todo el núcleo de la gran obra. Una forma de generar el apego con lo desconocido del exterior para hacerlo propio, en un interior dominado para ser moldeado a través de un rasgo, una idea central que dé cabida al pensamiento del hombre renacentista.