El cuerpo reside con holgadez un aire que yace conocido, propio de una plaza local como lo es Santa Margarita que se configura como la prolongación de las casas aledañas. El movimiento que traen las personas en los bordes separa el perímetro del interior del espacio, generándose asi un linde entre dos entornos: Uno que refiere al movimiento continuo y a la luminosidad que reciben las calles laterales. Es un flujo de personas que traen consigo este linde de la plaza, calles que funcionan como paradero y al mismo tiempo como focos de dialogo producto de lo mismo. La luz se intensifica en este borde por lo que surge un distingo de luz que una persona entiende y evalúa al momento de habitar El otro alude al movimiento que pretende una permanencia, un caminar por el interior de la plaza que se predispone a una pausa. La plaza contiene un centro circular con pendientes que convergen en él, bajando y subiendo el cerro las pendientes invitan al habitar, a hacer una detención para salir de la atmósfera del cerro y entrar en una luz envolvente atenuada. A los costados del circulo están contenidos los espesores, plataformas que alojan esta detención, mientras que el centro se explaya sin interrupción para dar cabida a actividades que contengan movimiento (atravesar, deportes, niños jugando), el movimiento del centro también habita, por ejemplo: quien atraviesa la plaza no camina como lo hace quien circula por una calle cualquiera, sino que su caminar está en alerta con lo que sucede a los bordes donde permanecen otras personas, hay un encuentro, un saludo, o una interacción corporal. Una luz homogéneamente fragmentada y reverberante acompaña y sitúa aquel acontecer corpóreo de la persona. Arboles frondosos distribuidos en la plaza dispersan sus ramas para lograr una encapsulación del espacio, una sombra no del todo compacta se ve acompañada de pintas de luz que construyen una proyección lumínica fragmentada y estable, y las pendientes hacen que la varianza desde el exterior al interior (lumínicamente hablando) sea sutil y matizada. La distancia entre las copas de los arboles y el suelo genera una calidez media, no es una plaza hermética y lúgubre, sino mas bien una que acoge la luz del sol dispersándola para darle esta temperatura propia de un interior. El cuerpo busca resguardarse en un espacio público con características similares a un interior para emplazarse en la lectura y la plaza Santa Margarita abarca tales cualidades, es una luz que comprende la atmosfera intrínseca de la lectura, atrayendo, por sus cualidades espaciales y lumínicas el acto de leer en su completitud.