Javier Carvacho Tarea 4 - Módulo Investigación T3 2015

De Casiopea




TítuloJavier Carvacho Tarea 4 - Módulo Investigación T3 2015
Del CursoMódulo Investigación T3 2015
CarrerasArquitectura
4
Alumno(s)Javier Carvacho


Escaleras de Valparaíso. Revalorización a través de su rol social

Abstract

Archivo:AValparaiso.jpg
"Todas las escaleras terminan en medio del cerro". J. Ivens.(1964) A Valparaiso. Chile, Francia

Este Trabajo presenta una discusión respecto al valor que tienen las escaleras de los cerros de Valparaíso más allá de su deterioro u obsolescencia como medio de transporte. Busca situar, por medio de distintos autores, un contexto en el que las escaleras aportan a la vida comunitaria de los barrios que se conforman en los cerros de Valparaíso, donde la carencia de servicios, espacios públicos de esparcimiento no solo no responde a las necesidades de los habitantes sino que también resulta en obstáculo para el ambiente que se requiere al generar la interacción entre ellos. Esto también se enmarca en el estudio de la ciudad respecto a la movilidad del peatón y las exigencias según la accesibilidad universal de los servicios de transporte. Con lo cual es pertinente relacionar el modo en que el peatón debe interactuar a diario con una conectividad deficiente que deja fuera parte de la población entre servicios y espacios comunes. Es por ello que se hace necesario analizar cuan vinculado está el habitante como peatón desde su hogar y de qué manera el tejido urbano segrega o congrega una comunidad.

Palabras claves

Valparaíso / escaleras / arraigo / movilidad peatonal

Desarrollo

Valparaíso, como ciudad que emerge desde la voluntad de sus habitantes por sobre la voluntad política genera el crecimiento desregularizado que tienen por resultado una amplia población que queda al margen de los servicios de la ciudad, arriba en los cerros. La accesibilidad a este desde el plan significa siempre sortear su geografía. Las escaleras en Valparaíso surgen como el primer elemento para reconocer y adaptarse a la geografía. El servicio que estas presentaban al habitante de los cerros tiempo atrás ha entrado en des-uso por otros medios de transporte que evitan el agotamiento del habitante puesto que son motorizados (ascensores, microbuses y colectivos), como también por su construcción que olvida la escala humana, su deterioro por los años sin mantención ni restauro (iluminación particularmente). Estos factores indicarían una obsolescencia de las escaleras que no es del todo real al situarla dentro de otra problemática de la vida en los cerros de Valparaíso que es la falta de espacios públicos de encuentro y esparcimiento. Por ello el trabajo busca entender en qué medida las escaleras de los cerros de Valparaíso tiene un valor vigente en el cotidiano de sus habitantes, más allá de la óptica del transporte y su eficiencia, sino por como construye el espacio “entre” los habitantes.

Archivo:Senderos plan cerro.jpg
En rojo, senderos peatonales que vinculan el cerro con el plan de Valparaiso. R. Barría Kirkwood. (2014)

Entonces si consideramos los espacios de esparcimiento como los encontramos en el plan de Valparaíso – paños de terreno plano, constituidos y respetados por el crecimiento de la ciudad – vemos dicho aspecto como una carencia en la vida barrial de los cerros. Encontrar espacios habitables y especialmente vitales para el uso recreativo significa reencontrarse con las cualidades que ofrece la geografía, para lo cual el trabajo se centra en las escaleras, elemento que en el Valparaíso – cerro es fundacional:

Eje fundacional

“Tal como en Santiago se construyeron conventillos para solucionar la carencia de viviendas económicas y en densidad en las zonas cercanas al centro, en Valparaíso se construyeron los colectivos de vivienda (…) Los edificios (en cerro) están organizados a partir de una trama de escaleras y pasajes públicos. En este caso se ha logrado una relación entre la trama de calles, escaleras y pasajes de la ciudad y la trama propia del conjunto, que terminan por confundirse” (R. Pérez de Arce, 1977, p. 47)

Es decir, las escaleras como eje al que se ciñen con un orden –respetando incluso la idea de fachada continua- las casas y conventillos consolidando los primeros espacios de encuentro. Situación a la que Álvaro Mercado propone mirar desde la otra perspectiva, opuesta a la fachada, el patio:

“…lo desocupado y ocupado de Valparaíso existe por tener una topografía abrupta junto a unos habitantes de arrojo; en una morfología de pliegues y quiebres dando un aspecto de papel arrugado -plegado- sin un orden aparente, que termina bruscamente en la estrecha franja del borde y en el mismo borde del mar(14).Una multiplicidad de tamaños, donde es muy difícil construir, pero que el habitante ha ido dominando y permitiéndose poblar los 42 cerros que conforman el "anfiteatro": Siempre en una cuestión del dominio propio en lo común, porque Valparaíso carece de patios, a diferencia de la ciudad tradicional.”

(14) Kapstein, Glenda - Ciudad Anfiteatro - ReVista ARO N°73 -Editorial ARO - Santiago 2010 - pag.24 (A. Mercado, 2014, p. 17)

Citando él a su vez a Glenda Kapstein, muestran la situación no contemplada o aún no rescatada de la vida del cerro “sin orden aparente” puesto que plan y cerro no son comparables, de ellos no se puede exigir el mismo uso. Pero es en esto que vemos cómo lo que podría ser carencia, logra ser virtud en favor de la comunidad: No hay patio, conquistar la pendiente para el hogar resulta en que el resto del terreno queda disgregado, inestable y en algunos casos sin uso posible. Pero hay escaleras y con la construcción de estas, miradores y pequeños espacios planos resultantes. Entonces la escalera surge como una construcción de lo común, valor al cual el vecino responde ordenando la fachada. Este orden ceñido a la escalera como eje da cuenta de otro valor que propone Rodrigo Pérez de Arce para estos caminos configurados según la geografía (hincapié en la fecha del estudio, 1977, considerando la densificación actual de los cerros)

“Entre el pie de cerro en el plan y el frente de cerro, arriba hay una zona no urbanizada que es la ladera donde tiene una pendiente más fuerte. La suma de estos vacíos en los cerros origina un borde lineal que separa la urbanización en el plan de la urbanización en el cerro (…) La urbanización en los cerros es continua por las quebradas; en las laderas más suaves y de mayor altura se construyen escaleras, pasajes y edificios. Por eso, a la mayoría de los cerros se entra desde las quebradas (…) En Valparaíso, no se abrieron indiscriminadamente todos los frentes de cerros hacia el panorama de la ciudad (…). En contraste con estos pasajes estrechos y húmedos, existen posiciones únicas en los cerros, que son públicas y abiertas y de gran variedad... Estos lugares, los paseos, se tiene el mejor espectáculo del conjunto de la ciudad y la geografía cercano". (R. Pérez de Arce, 1977, p. 52)

Sitúa el concepto de Valparaíso como ciudad balcón con lo cual aparecen dos maneras de ver la edificación en el cerro: por el interior del cerro con caminos sinuosos y recovecos que van apareciendo y reconduciendo el andar. Por la quebrada, donde las edificaciones vuelcan su vista hacia la ladera y se logra esta comunicación continua donde el acceso al cerro se hace recto. Es decir, el Valparaíso del cerro no es igual por dentro del cerro que por fuera, lo que le otorga al habitante una dualidad en su habitar. De esta dualidad, el lado interior es el lado que lo conecta con su barrio, al esparcimiento y a la comunidad. Para ambos, entonces la escalera toma un valor para el habitante, quien dominando el espacio propio, logra también dominar el espacio común y con ello establecer enclaves como miradores y paseos (ejemplos de la ciudad abalconada) lo que a su vez permite un mayor entendimiento para la comunidad respecto a su territorio. La escalera surge como una construcción de lo común. No solo la topografía, también la precariedad económica condiciona este espacio.

Arraigo y apropiación de lo público

Lo que se ordena según la escalera como eje, no son solo las agrupaciones de casas sino sus mismos habitantes, que han tenido que transformar el “dominio propio en lo común” como dice A. Mercado. Esto entonces conlleva a pensar no solo en el orden sino en la organización y gestión para dominar el espacio, lo cual se ve reflejado en el trabajo de Andrea Pino cuyo trabajo está directamente relacionado con los cerros de Valparaíso y su habitabilidad

“Habitar una quebrada no solo significa vivir juntos en un territorio estigmatizado y desestimado por la planificación urbana, sino que antes que todo significa construir un barrio juntos o, más bien dicho, improvisar un barrio “sin planes ni planos”. El éxito de esta acción -de improvisar un barrio- solo ha sido posible gracias a las redes sociales implícitas al interior del grupo. Así, esta improvisación en la apropiación socio-espacial de las quebradas implica un arraigo al territorio, el cual se va construyendo poco a poco en la medida que las familias se van apropiando y construyendo sus propios dominios en la quebrada.” (A. Pino Vásquez, 2014, p. 103,104)

Si bien no se expresa sobre las escaleras en sí, están presentes en su enunciado puesto que son la construcción inmediata del barrio, en aquella densificación ordenada por las escaleras. Esta es directamente el primer encuentro con el barrio. La virtud de la escalera está en que no es solo un instante dentro del espacio común sino que conforma un recorrido, está presente en la experiencia de reconocer el territorio. Y es del dominar un lugar propio, la casa, que comienza a gestarse el recorrido y el dominio de este. Entendiendo que la persona hace su vida tanto dentro como fuera de ella y siendo así para todos los vecinos, el implemento de servicios e infraestructura es lo que da la opción al recorrido y así amplía la percepción de barrio. Por ello la importancia que señala la autora de la presencia de actores sociales. En otras palabras, si se comparte un recorrido entonces hay barrio y, como A. Pino lo señala también, arraigo:

“… arraigo espacial como “ese imperativo territorial, presente incluso en el reino animal, que hace que el hombre tienda a “fijarse” localmente en un espacio que lo conforma en su uniformidad. Conformación que continúa vigente aun en los momentos en que el sujeto no está ‘físicamente en él (…) El arraigo espacial deriva del dominio de la espacialidad de la quebrada, apropiación como un hecho arquitectónico (la casa) y urbano (el barrio), el cual se materializa cuando se trazan los dominios personales y colectivos (…) Mediante el acto de observar como algo fue elaborado por los vecinos, las imágenes transmiten un conocimiento y una forma de asir y hacer el espacio de la quebrada.” (A. Pino Vásquez, 2014, p. 106)

En este punto se logra ver el valor que tiene la escalera para el habitante del cerro. Es decir para quien vive junto a la infraestructura peatonal esta surge con cualidad de espacio -más allá de la pura conectividad- que responde a la precariedad externa que es la falta de espacio para esparcimiento común y también a la precariedad interna, del hogar como lo explica también Mónica Riffka:

“Otra arista distinta de multiplicación de funciones producto del uso y la ocupación que el sujeto hace del espacio urbano, se refiere al desborde de actividades que comúnmente se desarrollan en el marco del interior de la vivienda y que suelen ser de orden privado. El uso de las escaleras en Valparaíso, no se delimita sólo al tránsito que sus habitantes o quienes visitan la ciudad, sino que es común ver cómo los sujetos las ocupan para actividades tales como: jugar con sus animales, tocar guitarra, leer un libro o una revista, estar con los amigos, hacer las tareas, sentarse a conversar, tomar sol o escribir entre otras muchas que comúnmente ocurren al interior de la vivienda. Así también con actividades más bien de orden doméstico tales como colgar la ropa, celebrar un cumpleaños o hacer un asado.(...)El desborde de actividades de carácter privado hacia el espacio urbano, nos enfrenta a una nueva espacialidad que emerge como un umbral “nunca nítido, entre público y privado”, que denominaremos el espacio intermedio.(...) En definitiva una extensión del espacio privado, un desborde de actividades que se realizan en el interior de la vivienda hacia lo público, como resultado de un proceso único de habitar."(M. Riffka. 2014)

Consideraciones finales

la escalera tiene como mérito una adaptabilidad no solo a la topografía, sino también capaz de adaptarse al tejido que proponen sus habitantes en el contexto que ellos mismos construyen, es capaz de sortear la verticalidad irregular y hostil de la topografía y a su vez entrar al barrio e inmiscuirse en el cotidiano de la comunidad y conectar las actividades que en el barrio ocurren donde se transforma en el segundo elemento a ‘dominar’ por la comunidad después del hogar.

Bibliografía

Rodrigo Pérez de Arce. Valparaíso, balcón sobre el mar. Santiago 1977. Págs. 55-56

Álvaro Mercado Jara. 2014. Los retazos para el ocio. Los retazos urbanos en Valparaíso como abertura a recorridos del ocio. VRIEA/PUCV. Págs. 47-50

Andrea Pino Vásquez. 2015. Quebradas de Valparaíso. Memoria social autoconstruida. Págs. 103-159

Roberto Barría Kirkwood. 2014. El Pasaje vertical. Pág. 5

Mónica Riffka Telias De Mayo. 2014. Habitar escalonado: Las escaleras de Valparaíso en la conformación del hábitat residencial de la ciudad. Págs. 15,16

Anexos

Fichas bibliográficas

FICHA 1

Autor: Andrea Pino Vásquez

Obra: Quebradas de Valparaíso. Memoria social autoconstruida. 2014

Tema: Arraigo al territorio de las quebradas

Página: 103,104. 106

Texto 1: “Nosotros estamos acostumbrados aquí (…) Aquí estamos más por el cariño, por los años que uno lleva acá” (HCRF, mujer, 21 años, quebrada Las Cañas)”. Habitar una quebrada no solo significa vivir juntos en un territorio estigmatizado y desestimado por la planificación urbana, sino que antes que todo significa construir un barrio juntos o, más bien dicho, improvisar un barrio “sin planes ni planos”. El éxito de esta acción -de improvisar un barrio- solo ha sido posible gracias a las redes sociales implícitas al interior del grupo. Así, esta improvisación en la apropiación socio-espacial de las quebradas implica un arraigo al territorio, el cual se va construyendo poco a poco en la medida que las familias se van apropiando y construyendo sus propios dominios en la quebrada.”

Notas: Del dominar un lugar propio, la casa, comienza a gestarse el recorrido y el dominio de este. Entendiendo que la persona hace su vida tanto dentro como fuera de ella y siendo así para todos los vecinos, el implemento de servicios e infraestructura es lo que da la opción al recorrido y así amplía la percepción de barrio. Por ello la importancia que señala la autora de la presencia de actores sociales. Se comparte un recorrido ergo hay barrio.

Texto 2: “Del Acebo* define el arraigo espacial como “ese imperativo territorial, presente incluso en el reino animal, que hace que el hombre tienda a “fijarse” localmente en un espacio que lo conforma en su uniformidad. Conformación que continúa vigente aun en los momentos en que el sujeto no está ‘físicamente en él (…) El arraigo espacial deriva del dominio de la espacialidad de la quebrada, apropiación como un hecho arquitectónico (la casa) y urbano (el barrio), el cual se materializa cuando se trazan los dominios personales y colectivos (…) Mediante el acto de observar como algo fue elaborado por los vecinos, las imágenes transmiten un conocimiento y una forma de asir y hacer el espacio de la quebrada. Por ejemplo construir una “casa con balcón” en una quebrada, es cultural, en el sentido que implica un modo de habitar específico, es decir, habitar en la pendiente, en la ausencia de un suelo horizontal natural y en relación constante con el paisaje”

Notas: En el cerro la casa sale hacia afuera. El suelo en pendiente se logra dominar para asentar la casa, pero no es propicio para trabajar un espacio de esparcimiento dentro del mismo terreno, por lo que este espacio se construye en el exterior con los vecinos.

FICHA 2

Autor: Luis Álvarez Aliaga

Obra: Origen de los espacios públicos en Valparaíso: El discurso higienista y las condiciones ambientales en el siglo XIX. 2001.

Tema: Subutilización y abandono de las quebradas en post del recurso hídrico para el plan Página: 6

Texto: “El saneamiento del agua de bebida, genera una subutilización de las quebradas, entrando en un proceso de abandono respecto de su recurso hídrico; posteriormente se utilizaran para acceder a las sucesivas terrazas de Valparaíso, desarrollándose un proceso urbano por acreción siguiendo el principio: Quebrada – Ladera – Cima. Este principio de acreción se repetirá sucesivamente en tres terrazas de abrasión marina; ubicadas a 40, 110, 200 metros sobre el nivel del mar. Estos procesos de urbanización cíclicos, obligarán el saneamiento de los cursos de agua (Fig. Nº1); la principal acción de este tipo la efectúo hacia 1860 don Juan Melgarejo, y bajo su gestión se desarrolló un vasto programa de saneamiento que consideró el mejoramiento y limpieza de los cauces de las quebradas y esteros, encauzándolos, y el adoquinado de las calles principales de la ciudad (Serrano, La Planchada, San Juan de Dios- del Cabo).”

Notas: Considera fechas en que a pesar de los trabajos de infraestructura pública para la ciudad, el trabajo en los cerros es sólo en favor del plan. Postergada su relevancia por el estado.


FICHA 3

Autor: Rodrigo Pérez de Arce

Obra: Valparaíso, balcón sobre el mar. 1977

Tema: Edificios colectivos de vivienda. Análisis de la trama urbana en los cerros de Valparaíso

Página: 40 y 52

Texto 1:

“Tal como en Santiago se construyeron conventillos para solucionar la carencia de viviendas económicas y en densidad en las zonas cercanas al centro, en Valparaíso se construyeron los colectivos de vivienda (…) Los edificios (en cerro) están organizados a partir de una trama de escaleras y pasajes públicos. En este caso se ha logrado una relación entre la trama de calles, escaleras y pasajes de la ciudad y la trama propia del conjunto, que terminan por confundirse. En el sector alto del cerro cordillera existen estas casas que con el tiempo han ido constituyendo una agrupación. Las viviendas están escalonadas en la ladera, con accesos a distintos costados, y se superponen unas sobre otras. Esta es una forma propia de las construcciones en quebradas”

Notas: Considera el elemento de la escalera y los accesos como un eje al que se ciñen los conventillos. Esto como una característica que diferencia la vida comunitaria del cerro con la del plan de Valparaíso.

Texto 2:

“En el cerro no hay una construcción continua: Las laderas frontales de cada cerro aparecen como vacíos, sin edificación. Entre el pie de cerro en el plan y el frente de cerro, arriba hay una zona no urbanizada que es la ladera donde tiene una pendiente más fuerte. La suma de estos vacíos en los cerros origina un borde lineal que separa la urbanización en el plan de la urbanización en el cerro (…) La urbanización en los cerros es continua por las quebradas; en las laderas más suaves y de mayor altura se construyen escaleras, pasajes y edificios. Por eso, a la mayoría de los cerros se entra desde las quebradas”

Notas: sitúa el concepto de Valparaíso como ciudad balcón. Dos maneras de ver la edificación: por el interior del cerro con caminos sinuosos y recovecos que van apareciendo y reconduciendo el andar. Por la quebrada, donde las edificaciones vuelcan su vista hacia la ladera y se logra esta comunicación continua donde el acceso al cerro se hace recto. Es decir, el Valparaíso del cerro no es igual por dentro del cerro que por fuera, lo que le otorga al habitante una dualidad en su habitar. De esta dualidad, el lado interior es el lado que lo conecta con su barrio, al esparcimiento y a la comunidad.


FICHA 4

Autor: Álvaro Mercado

Obra: Los retazos para el ocio. Los retazos urbanos en Valparaíso como abertura a recorridos del ocio.

Tema: Espacio público en los cerros de Valparaíso

Página: 17

Texto 1:

“…lo desocupado y ocupado de Valparaíso existe por tener una topografía abrupta junto a unos habitantes de arrojo; en una morfología de pliegues y quiebres dando un aspecto de papel arrugado -plegado- sin un orden aparente, que termina bruscamente en la estrecha franja del borde y en el mismo borde del mar(14).Una multiplicidad de tamaños, donde es muy difícil construir, pero que el habitante ha ido dominando y permitiéndose poblar los 42 cerros que conforman el "anfiteatro': Siempre en una cuestión del dominio propio en lo común, porque Valparaíso carece de patios, a diferencia de la ciudad tradicional.” (14) Kapstein, Glenda - Ciudad Anfiteatro - ReVista ARO N°73 - Editorial ARO - Santiago 2010 - pag.24

Notas: la escalera surge como una construcción de lo común. Donde podría haber patio, se erige una escalera. No solo la topografía, también la precariedad económica condiciona este espacio. El patio es proveniente del espacio plano, una explanada. Valparaiso-cerro logra lo plano como calidad de borde/mirador. Y esta usualmente ligada al muro de contención de una calle y escalera.

Texto 2:

Al recorrer hoy esta ciudad, se ha podido ir identificando cómo los modos y tipologías difieren para abrir nuevas posibilidades de nombrar espacios que no se replican en un cotidiano de ciudades en Chile y quizás en el mundo, porque Valparaíso se ha abierto sus posibilidades de asentar desde tamaños menores. "En Valparaíso, no se abrieron indiscriminadamente todos los frentes de cerros hacia el panorama de la ciudad, como sucede ahora en los barrios nuevos de Viña del Mar alto y de Playa Ancha. En contraste con estos pasajes estrechos y húmedos, existen posiciones únicas en los cerros, que son públicas y abiertas y de gran variedad... Estos lugares, los paseos, se tiene el mejor espectáculo del conjunto de la ciudad y la geografía cercano". (15)

(15) Pérez de Arce, Rodrigo - Valparaiso, balcón sobre el mar. Editorial Nueva Universidad, Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago 1978

Notas: Respecto a la cita anterior, paralelo entre lo que ocurre con la autoconstrucción del espacio común. La escalera como necesidad y acceso. El paseo es la cota de recorrido plano que genera la construcción formal del cerro.


FICHA 5

Autor: Roberto Barría Kirkwood, Natalia Busch Urenda

Obra: El pasaje vertical. Ciudad/cerro/pendiente/Escalera/barrio. 2014.

Tema: la escalera como oportunidad de recobrar el “micro-paisaje” en los cerros.

Página: 5

Texto 1: (del Pretexto)

Es posible afirmar que en Valparaíso la escalera, que se asimila a un pasaje vertical como unidad esencial de adaptación a su territorio de geografía compleja, es uno de los componentes de este trazado peatonal cotidiano, que comunica dos escenarios ubicados en diferentes alturas, configurando una trama en serie de combinaciones espaciales. Estas combinaciones se presentan en el paisaje de la ciudad desde las múltiples posibilidades de desplazamientos que genera esta estrategia topo-lógica de adaptación al territorio. Los habitantes de Valparaíso en la cotidianidad del uso del espacio público de la micro escala, otorgan a la experiencia urbana un carácter toposimbiótico, de “vivir con el topos”, en constante desplazamiento a través de esta traza de movilidad extendida sobre la pendiente y constituida por un sistema par de escalera y ascensor con el que se conquistó el territorio de su geografía compleja, dando factibilidad de acceso a sus áreas residenciales. Sin embargo, en múltiples casos este pasaje vertical o escalera, presenta en la actualidad evidentes grados de deterioro y obsolescencia en su capacidad de acoger la movilidad y las nuevas rutinas del habitante contemporáneo, lo cual finalmente atenta contra la calidad del espacio público vecinal de movilidad. Factores como el cansancio, el tiempo de recorrido, la sed, la inseguridad, la longitud de los tramos o el mal estado en que se encuentran los peldaños, han derivado en una dislocación de este elemento de la trama urbana articulada. La escalera presta un servicio cotidiano al habitante, y sin embargo no alcanza a ser concebida como una experiencia en sí misma. Es precisamente desde esta obsolescencia que surge la necesidad de actualizar el pasaje vertical como una oportunidad para redefinir su identidad"

Nota: Texto cae precisamente en la pregunta de la investigación puesto que supone una obsolescencia de la escalera. Este trabajo también propone analizar la espacialidad que propone una escalera al desplegarla según “el análisis de las irregularidades, las pausas, los giros y cambios de velocidad determinen la naturaleza de las posibilidades.” Y logra proponer que esta debe ser analizada y rescatada, puesta en un nuevo valor según la experiencia que proponga.


FICHA 6

Autor: Joan Nogué

Obra: La construcción social del paisaje

Tema: Escala humana y acorde al ‘topos’ de la construcción de paisaje

Página: 30, 31

Texto 1:

El énfasis en las bases sensoriales de la percepción del paisaje no suele acompañarse de una reflexión equiparable sobre la heterogeneidad de sus observadores (…) La idea de ‘canon’ se extiende también a los soportes corporales, como si hubiese un cuerpo único, réplica del dibujado por Leonardo, que sirviera a los demás de referencia. Como pervivencia de este valor canónico, algunos lenguajes siguen utilizando unidades corporales para medir la distancia: la vara, el pie, la pulgada, el cuerpo. (…) Por comparación con el paisaje urbano, el paisaje no construido puede parecer menos mediatizado por componentes sociales. Sin embargo, también los espacios naturales requieren del observador externo para convertirse en paisajes, y esta mediación incorpora inevitablemente elementos sociales en la percepción del espacio, en los afectos y en su uso.

Notas: Las escaleras en Valparaíso, por la urgencia que presenta el conectar plan y cerro pierden el vínculo con el habitante al proporcionar este último con escaleras fuera de la escala del habitante común o de quien debe transitar más de una vez a diario. Aun así, para quien transite en su derecho de descansar, deambular y divagar por las escaleras. Estas sí son enclaves para apreciar paisaje que de otra manera no aparecen.

FICHA 7

Autor: Ángels Canadell, Jesús Vicens

Obra: Habita la ciudad

Tema: Escala humana y acorde al ‘topos’ de la construcción de paisaje

Página: 36 - 39, 48

Texto 1:

Pero la medida del espacio no es lo medido. “El mapa no es el territorio”*. Es decir, la realidad no es reducible a una medida ni a un concepto (…) No es simplemente un pedazo de tierra, sino el lugar que ha originado una forma de percibir la realidad(…) El espacio no es lo exterior, ni lo interior, sino la relación entre ambos. Así, lo que distingue al espacio de un ‘lugar’, es el hecho de ser habitado. Los lugares del mundo, y con ellos la percepción entera de la realidad, se construyen al mismo tiempo que la percepción del cuerpo. Cerca- lejos, visible- invisible, ahora- después…. El centro del mundo bajo nuestros pies y el futuro en el horizonte. El eje del cuerpo y la horizontalidad de la visión, nos proporcionan, aunque no queramos, la primera conciencia de ser- en – el – mundo. Caminar de un lugar a otro, desvela la profundidad del mundo visible, trae las cosas a la presencia del cuerpo. Es a través de nuestros movimientos como los objetos muestran su cara oculta, mostrándose al emerger de un horizonte. A la inversa, la naturaleza nos da nuestra propia medida en sus movimientos. El mundo es una experiencia de mutua medida, un reconocimiento mutuo basado en la percepción.

*Alfred Korzibsky

Notas: Estudiar cómo la escalera otorga una nueva percepción del lugar es entender cuánta identidad otorga esa escalera en su recorrido. Valparaíso- cerro para el peatón es un constante ser- en- el- mundo, puesto que se padece la geografía.

Texto 2:

La ciudad, el espacio urbano, las calles, los edificios, necesitan tener un orden significativo para nosotros, límites definidos donde proyectar nuestro mundo interior. Habitar la ciudad, habitar sus espacios, implica poder establecer con ellos un feed-back simbólico, un diálogo con lo que somos capaces de comprender y de experimentar como humanos. “Habitar un lugar requiere poder ser experimentado con todos los sentidos, poder ser sentido, recordado y convertido en centro de todo el universo”*

  • Bachelard. La poética del espacio.

Notas: Vinculación del lugar habitado y la memoria. La experiencia continua del lugar va forjando una memoria más allá del uso. El posible valor social de la escalera es a propósito de este punto, con qué fuerza crea/ ha creado o sido participante de una memoria colectiva.


Texto 3:

La casa, el hogar, es la primera representación del mundo*. Más allá de sus límites está la ciudad, las naciones, el planeta, le sigue el universo. Los lugares habitados, limitados, nos enseñan a relacionarnos con el mundo (…) La comunidad, íntimamente vinculada al territorio, establece su primera interpretación del mundo desde el único lugar que puede hacerlo, es decir, desde la experiencia concreta de vivir un tiempo y un espacio determinados. Esa experiencia, crece junto a la mirada amplia que se abre al horizonte. La línea del horizonte es la línea del mundo, el primer límite. La segunda línea es la bóveda del cielo. El sentido de la existencia parte de esa primera lectura sobre lo abierto. Escalera, luego de la primera representación del mundo que es la casa, es el elemento en el Valparaiso- cerro da el próximo paso dado que otorga nociones de cielo como bóveda, horizonte (un aparecer, desaparecer de este) y territorio compartido (convergente para la vecindad). Y esto a pesar de lo obsoleta o a tras mano que pueda parecer.

Texto 4:

Sin embargo la experiencia humana de vivir en el mundo no es infinita ni ilimitada. Las personas vivimos un tiempo limitado en un contexto social determinado. Las personas necesitan para crecer y para comprender, un marco de referencia donde situarse a sí mismas y desde donde interpretar lo que les sucede o lo que acontece alrededor. Necesitan poder abarcar su propio mundo.

Notas: Imperativo de experenciar el –ser – en – el – mundo y ser con la geografía habitada.


Ficha 8

Autor: Mónica Riffka Telias De Mayo

Obra: Habitar escalonado: Las escaleras de Valparaíso en la conformación del hábitat residencial de la ciudad. 2014

Tema: la escalera como un desborde de lo privado hacia lo público

Página: 15 y 16

Texto:

“Otra arista distinta de multiplicación de funciones producto del uso y la ocupación que el sujeto hace del espacio urbano, se refiere al desborde de actividades que comúnmente se desarrollan en el marco del interior de la vivienda y que suelen ser de orden privado. El uso de las escaleras en Valparaíso, no se delimita sólo al tránsito que sus habitantes o quienes visitan la ciudad, sino que es común ver cómo los sujetos las ocupan para actividades tales como: jugar con sus animales, tocar guitarra, leer un libro o una revista, estar con los amigos, hacer las tareas, sentarse a conversar, tomar sol o escribir entre otras muchas que comúnmente ocurren al interior de la vivienda. Así también con actividades más bien de orden doméstico tales como colgar la ropa, celebrar un cumpleaños o hacer un asado. La vivienda es considerada naturalmente territorio de la intimidad y tiene como esencia la privacidad, entonces el desborde de actividades de carácter privado hacia el espacio urbano, nos enfrenta a una nueva espacialidad que emerge como un umbral “nunca nítido, entre público y privado”7, que denominaremos el espacio intermedio. La vaguedad de sus límites permite hablar de una zona transición donde influyen variables de diverso orden como la temporalidad de las acciones o la simultaneidad de los relatos. Es a través de la ocupación consiente que hace el sujeto en la escalera, que se superponen funciones en ella, transformándose de espacio urbano con carácter público a patio, estar, comedor, balcón o terraza de las viviendas. En definitiva una extensión del espacio privado, un desborde de actividades que se realizan en el interior de la vivienda hacia lo público, como resultado de un proceso único de habitar. Son tanto estas características materiales como inmateriales confluyendo en el marco de las prácticas cotidianas, las que desarrollan finalmente los hábitos y la identidad del porteño.”