Javier Carvacho Tarea 3 - Módulo Investigación T3 2015

De Casiopea




TítuloTarea 3
Del CursoMódulo Investigación T3 2015
CarrerasArquitectura
3
Alumno(s)Javier Carvacho

Valor social de las escaleras de Valparaíso

Palabras claves: Valparaíso / escaleras / arraigo / comunidad / movilidad peatonal


Abstract:

Este Trabajo presenta una discusión respecto al valor que tienen las escaleras de los cerros de Valparaíso más allá de su deterioro u obsolescencia como medio de transporte. Busca situar, por medio de distintos autores, un contexto en el que las escaleras aportan a la vida comunitaria de los barrios que se conforman en los cerros de Valparaíso, donde la carencia de servicios, espacios públicos de esparcimiento no solo no responde a las necesidades de los habitantes sino que también resulta en obstáculo para el ambiente que se requiere al generar la interacción entre ellos. Esto también se enmarca en el estudio de la ciudad respecto a la movilidad del peatón y las exigencias según la accesibilidad universal propuesta para la Estación de metro-tren de El Belloto. Con lo cual es pertinente relacionar el modo en que el peatón debe relacionarse con una conectividad deficiente que deja fuera parte de la población entre servicios y espacios comunes. Es por ello que se hace necesario analizar cuan vinculado está el habitante como peatón desde su hogar y de qué manera el tejido urbano segrega o congrega una comunidad.



Valparaíso, como ciudad que emerge desde la voluntad de sus habitantes por sobre el de la voluntad política genera el crecimiento desregularizado que tienen por resultado una amplia población que queda al margen de los servicios de la ciudad, arriba en los cerros. La accesibilidad a este desde el plan significa siempre sortear su geografía. Las escaleras en Valparaíso surgen como el primer elemento para reconocer y adaptarse a la geografía. El servicio que estas presentaban al habitante de los cerros tiempo atrás ha entrado en des-uso por otros medios de transporte que evitan el agotamiento del habitante puesto que son motorizados (ascensores, microbuses y colectivos), como también por su construcción que olvida la escala humana, su deterioro por los años sin mantención ni restauro (iluminación particularmente). Estos factores indicarían una obsolescencia de las escaleras que no es del todo real al situarla dentro de otra problemática de la vida en los cerros de Valparaíso que es la falta de espacios públicos de encuentro y esparcimiento. Por ello el trabajo busca entender en qué medida y en cuales aspectos las escaleras de los cerros de Valparaíso tiene un valor vigente en el cotidiano de sus habitantes, más allá de la óptica del transporte y su eficiencia, sino por como construye el espacio “entre” los habitantes Entonces si consideramos los espacios de esparcimiento como los encontramos en el plan de Valparaíso – paños de terreno plano, constituidos y respetados por el crecimiento de la ciudad – vemos dicho aspecto como una carencia en la vida barrial de los cerros. Encontrar espacios habitables y especialmente vitales para el uso recreativo significa reencontrarse con las cualidades que ofrece la geografía, para lo cual el trabajo se centra en las escaleras, elemento que en el Valparaíso – cerro es fundacional:

“Tal como en Santiago se construyeron conventillos para solucionar la carencia de viviendas económicas y en densidad en las zonas cercanas al centro, en Valparaíso se construyeron los colectivos de vivienda (…) Los edificios (en cerro) están organizados a partir de una trama de escaleras y pasajes públicos. En este caso se ha logrado una relación entre la trama de calles, escaleras y pasajes de la ciudad y la trama propia del conjunto, que terminan por confundirse” (R. Pérez de Arce, 1977, p. 47)

Es decir, las escaleras como eje al que se ciñen con un orden –respetando incluso la idea de fachada continua- las casas y conventillos consolidando los primeros espacios de encuentro. Situación a la que Álvaro Mercado propone mirar desde la otra perspectiva, opuesta a la fachada, el patio:

“…lo desocupado y ocupado de Valparaíso existe por tener una topografía abrupta junto a unos habitantes de arrojo; en una morfología de pliegues y quiebres dando un aspecto de papel arrugado -plegado- sin un orden aparente, que termina bruscamente en la estrecha franja del borde y en el mismo borde del mar(14).Una multiplicidad de tamaños, donde es muy difícil construir, pero que el habitante ha ido dominando y permitiéndose poblar los 42 cerros que conforman el "anfiteatro': Siempre en una cuestión del dominio propio en lo común, porque Valparaíso carece de patios, a diferencia de la ciudad tradicional.” (14) Kapstein, Glenda - Ciudad Anfiteatro - ReVista ARO N°73 - Editorial ARO - Santiago 2010 - pag.24 (A. Mercado, 2014, p. 17)

Citando él a su vez a Glenda Kapstein, muestran la situación no contemplada o aún no rescatada de la vida del cerro “sin orden aparente” puesto que plan y cerro no son comparables, de ellos no se puede exigir el mismo uso. Pero es en esto que vemos cómo lo que podría ser carencia, logra ser virtud en favor de la comunidad: No hay patio, conquistar la pendiente para el hogar resulta en que el resto del terreno queda disgregado, inestable y en algunos casos sin uso posible. Pero hay escaleras y con la construcción de estas, miradores y pequeños espacios planos resultantes. Entonces la escalera surge como una construcción de lo común, valor al cual el vecino responde ordenando la fachada. Este orden ceñido a la escalera como eje da cuenta de otro valor que propone Rodrigo Pérez de Arce para estos caminos configurados según la geografía (hincapié en la fecha del estudio, 1977, considerando la densificación actual de los cerros)

“Entre el pie de cerro en el plan y el frente de cerro, arriba hay una zona no urbanizada que es la ladera donde tiene una pendiente más fuerte. La suma de estos vacíos en los cerros origina un borde lineal que separa la urbanización en el plan de la urbanización en el cerro (…) La urbanización en los cerros es continua por las quebradas; en las laderas más suaves y de mayor altura se construyen escaleras, pasajes y edificios. Por eso, a la mayoría de los cerros se entra desde las quebradas (…) En Valparaíso, no se abrieron indiscriminadamente todos los frentes de cerros hacia el panorama de la ciudad (…). En contraste con estos pasajes estrechos y húmedos, existen posiciones únicas en los cerros, que son públicas y abiertas y de gran variedad... Estos lugares, los paseos, se tiene el mejor espectáculo del conjunto de la ciudad y la geografía cercano". (R. Pérez de Arce, 1977, p. 52)

Sitúa el concepto de Valparaíso como ciudad balcón con lo cual aparecen dos maneras de ver la edificación en el cerro: por el interior del cerro con caminos sinuosos y recovecos que van apareciendo y reconduciendo el andar. Por la quebrada, donde las edificaciones vuelcan su vista hacia la ladera y se logra esta comunicación continua donde el acceso al cerro se hace recto. Es decir, el Valparaíso del cerro no es igual por dentro del cerro que por fuera, lo que le otorga al habitante una dualidad en su habitar. De esta dualidad, el lado interior es el lado que lo conecta con su barrio, al esparcimiento y a la comunidad. Para ambos, entonces la escalera toma un valor para el habitante, quien dominando el espacio propio, logra también dominar el espacio común y con ello establecer enclaves como miradores y paseos (ejemplos de la ciudad abalconada) lo que a su vez permite un mayor entendimiento para la comunidad respecto a su territorio. La escalera surge como una construcción de lo común. No solo la topografía, también la precariedad económica condiciona este espacio. Lo que se ordena según la escalera como eje, no son solo las agrupaciones de casas sino sus mismos habitantes, que han tenido que transformar el “dominio propio en lo común” como dice A. Mercado. Esto entonces conlleva a pensar no solo en el orden sino en la organización y gestión para dominar el espacio, lo cual se ve reflejado en el trabajo de Andrea Pino cuyo trabajo está directamente relacionado con los cerros de Valparaíso y su habitabilidad

“Habitar una quebrada no solo significa vivir juntos en un territorio estigmatizado y desestimado por la planificación urbana, sino que antes que todo significa construir un barrio juntos o, más bien dicho, improvisar un barrio “sin planes ni planos”. El éxito de esta acción -de improvisar un barrio- solo ha sido posible gracias a las redes sociales implícitas al interior del grupo. Así, esta improvisación en la apropiación socio-espacial de las quebradas implica un arraigo al territorio, el cual se va construyendo poco a poco en la medida que las familias se van apropiando y construyendo sus propios dominios en la quebrada.” (A. Pino Vásquez, 2014, p. 103,104)

Si bien no se expresa sobre las escaleras en sí, están presentes en su enunciado puesto que son la construcción inmediata del barrio, en aquella densificación ordenada por las escaleras, esta es directamente el primer encuentro con el barrio. La virtud de la escalera en ello está en que la escalera no es solo un instante dentro del espacio común sino que conforma un recorrido, está presente en la experiencia de reconocer el territorio. Y es del dominar un lugar propio, la casa, que comienza a gestarse el recorrido y el dominio de este. Entendiendo que la persona hace su vida tanto dentro como fuera de ella y siendo así para todos los vecinos, el implemento de servicios e infraestructura es lo que da la opción al recorrido y así amplía la percepción de barrio. Por ello la importancia que señala la autora de la presencia de actores sociales. En otras palabras, si se comparte un recorrido entonces hay barrio y, como A. Pino lo señala también, arraigo:

“… arraigo espacial como “ese imperativo territorial, presente incluso en el reino animal, que hace que el hombre tienda a “fijarse” localmente en un espacio que lo conforma en su uniformidad. Conformación que continúa vigente aun en los momentos en que el sujeto no está ‘físicamente en él (…) El arraigo espacial deriva del dominio de la espacialidad de la quebrada, apropiación como un hecho arquitectónico (la casa) y urbano (el barrio), el cual se materializa cuando se trazan los dominios personales y colectivos (…) Mediante el acto de observar como algo fue elaborado por los vecinos, las imágenes transmiten un conocimiento y una forma de asir y hacer el espacio de la quebrada.” (A. Pino Vásquez, 2014, p. 106)

Se considera entonces que la escalera tiene como mérito una adaptabilidad no solo a la topografía, sino también capaz de adaptarse al tejido que proponen sus habitantes en el contexto que ellos mismos construyen, es capaz de sortear la verticalidad irregular y hostil de la topografía y a su vez entrar al barrio e inmiscuirse en el cotidiano de la comunidad y conectar las actividades que en el barrio ocurren donde se transforma en el segundo elemento a ‘dominar’ por la comunidad después del hogar.


Bibliografía: Rodrigo Pérez de Arce. Valparaíso, balcón sobre el mar. Santiago 1977. Págs. 55-56

Álvaro Mercado Jara. 2014. Los retazos para el ocio. Los retazos urbanos en Valparaíso como abertura a recorridos del ocio. VRIEA/PUCV. Págs. 47-50

Andrea Pino Vásquez. 2015. Quebradas de Valparaíso. Memoria social autoconstruida. Págs. 103- 159