Ir a lo desconocido

De Casiopea



TítuloIr a lo desconocido
AsignaturaTaller Amereida
Del CursoTaller de amereida v
CarrerasArquitectura
Alumno(s)Camila Pérez

Irse en la búsqueda de lo desconocido

¿Que pasa si un día amanecemos con las ganas de salir? De ir a un lugar muy lejos, solo por querer recorrer, con ansias de entregarse a una travesía de ir y venir por el continente, con una libertad que abrace la vastedad del todo. Con esas ganas de crear un vuelco en lo cotidiano, para entregarse a este conocer de lo que nos rodea, ese traspasar del límite que nos demarca como países, corriendo riesgos y obstáculos. Levantarse y salir por el primer camino que se nos cruce, con una templanza que nos modere las ansias de ir tras algo con tal de ganar a cambio .

¿Que nos podría detener? ¿El miedo a caer? ¿El de dejar cosas atrás? ¿O qué? Si bien se acostumbra al miedo ante las dificultades, es aquí en donde está lo bello, en la incertidumbre, en las sorpresas, en atravesar fronteras con despojo, pasando por la vida sin quedarse con nada, sin apropiarse , de obrar por obrar, andar por andar, actuando no por negocio, ni por interés, pues en la gratuidad existe la posibilidad de que aparezca lo inesperado, permitiendo que surja el regalo, el presente. Los miedos están ahí pero, si se sigue aceptando el reto, de a poco, esos miedos irán desapareciendo. La experiencia de felicidad que nos produce lo desconocido, el gran éxtasis que empieza a suceder con lo desconocido, nos vuelve más fuerte, nos da integridad y agudiza nuestra inteligencia. Por primera vez, se empieza a sentir que la vida no es sólo aburrimiento, sino aventura. Después poco a poco irán desapareciendo los miedos y siempre estaremos buscando alguna aventura Pero, básicamente, la valentía es arriesgar lo conocido po lo desconocido, lo familiar por lo no familiar, lo cómodo por lo incómodo, una ardua peregrinación a un destino desconocido. Uno nunca sabe si será capaz de conseguirlo o no. Es apostar La vida no es un proceso mecánico, no puede ser segura, continúa con mil y una incertidumbre. Eso es libertad. La libertar se alcanza con la valentía, con esas ganas de emprender un vuelo a lo desconocido, a cruzar culturas con nuestros vecinos, accediendo a rutas a través del saludo, gesto universal de unión y empatía. La inteligencia es vivacidad, es espontaneidad. Es apertura, es vulnerabilidad. Es imparcialidad, es valor para actuar sin buscar resultados. Y ¿por qué digo que es valor? Es valor porque cuando se actúa para lograr un resultado, el resultado, protege, el resultado da confianza, da seguridad. Si se conoce bien, se sabe cómo conseguirlo, se es muy eficiente. Actuar sin un resultado es actuar inocentemente. No tienes ninguna seguridad, puedes equivocarte, puedes perderte. Si eres inteligente estás preparado para penetrar en lo desconocido, porque sabes que, aunque desaparezca todo el mundo conocido y estés en lo desconocido, serás capaz de instalarte

¿Y si esas ganas de emprender se concretan? Aparecería el encuentro con el otro, ese punto en donde se cruzan culturas y como sorpresa se absorbe lo preciado del lugar. Nuevas formas de vida que quedan fuera de lo típico, el vestir, el comer, el saludar, el hablar, el compartir, el obrar por el otro. Emprender es también llegar con voluntad a un nuevo lugar, con esas ganas de querer envolverse por lo nuevo, pues bien se sabe que aunque se vuelva a ese lugar, nunca volverá a ser como la vez anterior. Imagino un almuerzo con otros. Las ganas de ofrecer lo que se tiene es evidente, el recibir de parte de los lugareños es con esa calidez que siempre buscamos a través de la vida. Se reúne la palabra con el lugar, esas nuevas lenguas que expresan lo mismo de una manera diferente. La poesía lo enmarca todo, pues mediante ella expresamos eso que no se dice viva voz

El recorrer va de la mano con el no echar raíces de manera física, pero si crear esa unión que perdura en el camino y que enriquece el existir de cada uno. El encontrarse con otro va de la mano con el ir ante una sorpresa por delante, a abrirnos a otras posibilidades. Conocer a los demás es sabiduría, conocerse a si mismo es iluminación. Transformarnos en alguien con hambre de conocer lo nuevo, de explorar lo que hay al otro lado del mar o quizás de la montaña, de conocer esa palabra del otro, de romper con las barreras continentales que separan un vivir del otro, adentrarnos en nuevas culturas solo por estar ahí. Reencantarnos con el mundo.

Aunque creamos que tenemos una vida segura y estable, en cualquier momento puede cambiar. Así que cuando sintamos la llamada a lo nuevo, aceptemos con ilusión. Nuestra mente nos autoengaña haciéndonos creer que lo conocido es mejor que lo desconocido. Sin embargo, nuestra felicidad y éxito están en lo desconocido.

Y volviendo a ese amanecer, en un continente sin países y fronteras, unificado por la poesía y la obra regalada del oficio, ¿amaneceríamos con las mismas ganas de salir a recorrer lo distinto a lo nuestro?