Iglesia San Francisco de Asis - Ouro Preto - Natalia Avsolomovich
DATOS OBJETIVOS de la OBRA
NOMBRE:Iglesia de San Francisco de Asis
UBICACIÓN:Ouro Preto,Minas Gerais, Brasil
ARQUITECTO:Antonio Francisco Lisboa, más conocido como Aleijadinho, reconocido arquitecto y escultor brasileño que fue el mayor exponente del rococó en su país.
AÑOS DE CONSTRUCCIÓN:desde 1776
PLANTA:
ELEVACIÓN FACHADA PRINCIPAL:
FOTOGRAFÍAs EXTERIOR:
FOTOGRAFÍAS INTERIOR:
DESDE EUROPA A LATINOAMÉRICA: EL BARROCO
<< De la catástrofe de la conquista y de la violencia ejercida por las elites ibéricas, surgió un orden colonial que podemos llamar indo-afro-iberoamericano. Plural por sus razas y sus etnias, no fue pluralista porque las diferencias sociales y raciales se superponían. Sin embargo, y a pesar de la rigidez de las barreras raciales, algunos puentes fueron establecidos entre las castas y las razas; unos procesos de sincretismo religioso y cultural se desarrollaron, contribuyendo a la formación de una cultura colonial, que no fue una simple reproducción de las culturas metropolitanas.
Españoles y portugueses fueron antes que nada unos constructores. Si el siglo XVI fue el de la destrucción de las civilizaciones precolombinas, de aculturación forzada por el impulso de la cristianización, fue, igualmente, un siglo de edificación. Los espacios coloniales se recubrieron de ciudades. Un tejido cerrado de centros religiosos ligaron a las regiones; entre ellas se establecieron redes de reciprocidad y de redistribución económica y simbólica. (…)
El proceso de sincretismo religioso se inició con la aparición de la virgen de Guadalupe a un indio mexicano, en 1531, en el mismo lugar de culto de la diosa-madre azteca Tonatzin. La apropiación del cristianismo español a través de su identificación sincrética con las principales divinidades precolombinas, constituyó el punto de partida de una conciencia colonial diferenciada de la hispánica. Esta identidad mestiza, surgió poco a poco por todos los espacios coloniales: en Brasil con Nuestra Señora Aparecida o en Cuba con la Virgen Negra de Regla, por ejemplo (…).
Paralelamente al sincretismo religioso, se desarrolló un arte religioso que, aún cuando se importó de la península, se moldeó perfectamente a la sensibilidad de las poblaciones coloniales y fue adoptado a través de un trabajo de reelaboración estética. Como lo ha subrayado Octavio Paz, el barroco colonial exagera los modelos de origen, en un tipo de delirio de la forma que impregna a los altares, retablos y fachadas de los edificios religiosos. Esta locura del barroco coincidió, tanto en Brasil como en las posesiones españolas, con el apogeo de la explotación minera del oro y de la plata en el siglo XVIII. Esto permitió una decoración con base en dorados, y la riqueza minera favoreció la construcción de iglesias que rivalizaban unas con las otras por la originalidad en sus decoraciones. Los escultores indígenas dejaron trazos de su estética particular, y contribuyeron así a la apropiación original de un arte importado. Exuberancia del color y de la forma, manifestación de una sensualidad a flor de piel, el barroco americano es el símbolo del triunfo de la pasión sobre la reflexión, de la ostentación sobre el ascetismo. El arte barroco “invistió la realidad con una formidable carga de imaginación y buscó transformar el mundo visible en fiesta, es decir, intentó poner la actividad productiva al servicio del goce” (DUVIGNAUD). Antítesis del desprendimiento de la sobriedad puritana, el barroco americano es también la expresión de una cultura religiosa opuesta a la del protestantismo. Es una manifestación del triunfo del espíritu de la contrarreforma, en el seno de los espacios coloniales. Es sin duda ahí, en donde reside la característica más importante de la identidad colonial, que se impone y se distingue del mundo indígena y de las metrópolis ibéricas. Se trata de sociedades en pleno arranque económico y cultural >>.
(Bastian, Jean-pierre, “América Latina 1492 – 1992, conquista, resistencia y emancipación’’)
a. SOBRE LO EN COMÚN Y LO NUEVO
El barroco europeo surge como oposición a la sencillez y claridad del Renacimiento, el hombre barroco cae en un torbellino de posibilidades, se le abre el mundo, cuestionando entonces, todo lo existente hasta ese momento. Esto genera una pérdida del suelo conocido, una desesperación y vacío que se traducen en todas las artes y por lo tanto, en la sociedad. Esto se manifista en la arquiectura en la necesidad de llenar con ornamentos (hórror vacui: miedo al vacío) y los quiebres de perspectivas y elementos estructurales, como manera de expresar tal caos interior.
Se comienzan a trabajar las superficies onduladas (cóncavos y convexos) y las plantas elípticas, es decir, el movimiento en general, el quiebre de lo que venía como establecido (limpieza y pureza del trazo propios del Renacimiento). Los arcos se utilizan de formas variadas y las cúpulas son el elemento por excelencia del arte Barroco. Como ya está dicho, el barroco se utilizó como medio para demostrar soberanía, por lo que su arquitectura es mayoritariamente monumental. Se utiliza como propaganda y como medio de urbanización por parte de los grandes poderes de la época: la Iglesia Católica y las Monarquías, ambas en un intento de mantener su dominio en la apertura del nuevo mundo pluralista.
La época barroca deja al descubierto al hombre como ser que busca y necesita de la aceptación e identificación por algún medio, esto se manifiesta en la formación de centros o focos que guardaban las peculiaridades fundamentales de cada ‘sistema’ (centros religiosos, políticos, económicos, científicos, etc.) y que por su condición de ser ‘‘abiertos para todos’’ toman la propaganda como algo esencial: adquieren un carácter dinámico y centrífugo, a partir de un punto fijo podían expandirse infinitamente (un ejemplo de esto es el vaticano, centro mundial de la religión católica).
Esta actitud de apertura se tradujo en exploraciones, el conocer lo desconocido: la colonización es un ejemplo de esto, donde se ampliaron los horizontes sociales del nuevo ‘‘pluralismo unitario’’ europeo; de esta manera, llegan a ‘’conquistar’’ el nuevo mundo: latinoamérica.
Toda esta materia llega a los indígenas por medio de la evangelización y urbanización (las cuales van completamente ligadas) y se RE-PRESENTAN con las costumbres y creencias precolombinas. La arquitectura, en este contexto, juega un rol fundamental al ser un medio evangelizador, urbanizador y fusionador de ambas culturas. Aparece el color en las obras: la piedra de Morelia trae el rosa, la de Oaxaca el verde, la arenisca de Chiluca el amarillo y la piedra volcánica el rojo y el negro (en México, que existía una pujante industria de loza, se revisten los edificios de azulejos de colores y de ladrillos). Se incorporan los motivos precolombinos (rasgos humanos, plantas, animales, etc) o re-interpretaciones de las imágenes europeas (arte tequitqui), además de ‘’llenar’’ los espacios con ornamentos con el fin de lograr una mejor llegada evangelizadora en los indígenas. A su vez, se dan nuevos ‘’usos’’ a los templos, extendiendo el ritual cristiano del templo al exterior, a modo de llegar a la cultura autóctona que tenía un fuerte contacto con la naturaleza.
La fusión de estas dos culturas tan distintas genera un arte colonial que luego se traduce en una nueva sociedad: la latinoamericana. Las costumbres de los precolombinos, cargadas de alegría y creencias en torno a la naturaleza, le otorgan vida al barroco europeo, impregnándolo de color, nuevos ornamentos (motivos precolombinos) y rituales de fiesta (procesiones y danzas como las del día de San Juan, diablos danzantes, el carnaval carioca). Traen la monumentalidad del barroco en otro sentido, a través de los retablo y decoraciones escultóricas sorprendentes, construyendo así templos más pequeños, de mucha intimidad, pero igualmente glorificando a Dios.
b. SOBRE LA IDENTIDAD AMERICANA
Las culturas precolombinas tenían un fuerte sentido de comunidad y reunión, generalmente muy ligado a la naturaleza por medio del oficio y los ritos divinos. Su sociedad se basaba en un trabajo en conjunto, en armonía con la tierra, viendola siempre como la madre que les permitía exisitir. Su arquitectura era simple y con elementos plenamente naturales (piedra, tierra, hojas, etc.), su majestuosidad se encontraba en el realzar y glorificar la magnificencia de la naturaleza, eran odas a la belleza de la tierra. Los europeos, en cambio, venían con una cultura más pragmática, donde la arquitectura estaba al servicio de Dios (Iglesias, templos, conventos) o de los hombres (palacios, teatros, plazas) y donde los materiales y dimensiones buscaban glorificar el poder de Dios y la religión, en el primer caso, y de la riqueza y del monarca, en el segundo. La cultura europea, al estar muy ligada a la religión y el conocimiento, consideraban que todo lo que no fuese como ellos creían que debía ser estaba errado, y debía ser enderezado. Fue con este pensamiento que llegaron a nuestras tierras.
Al principio hubo mucha muerte, esclavización, destrucción de culturas y famillias, se vivía un período bañado de violencia. Luego de un tiempo, volvió a instaurarse la paz, los indígenas se dejaron ‘‘colonizar’’, recibieron las enseñanzas religiosas, adoptaron sus creencias y ritos, construyeron sus templos y ciudades pero siempre con su esencia americana a flor de piel. Fue en este punto de encuentro entre estas dos culturas tan distintas, pero que compartían el ser humanos, que se forja la incipienta sociedad que somos hoy.
A partir de esta nueva cultura, es que comienzan a formarse lo pueblos, ciudades y países que hoy conocemos. La construcción de estas representaba a este nuevo pueblo, el de los mestizos; ellos fueron los constructores, arquitectos y ocupantes. La Iglesia, como el gran legado europeo, se vuelve un hito arquitectónico y social, un espacio común de reunión, donde se encuentra refugio y compañia en este período de transición. Las iglesias fundan las ciudades y por lo tanto las sociedades, son la base de todo pueblo donde a partir de ella, comienza a construirse la vida de barrio, lo social.
c. RELACIONES ENTRE OBRAS: EL ENCUENTRO COMO FUNDACIÓN DE LO SOCIAL
La Iglesia San Francisco de Asis se encuentra en medio de un vacío de la ciudad, las calles y casas construyen una trama sinuosa y tupida, sin embargo en el eje del templo se abren las calles para construirle una antesala alrededor, la cual luego se convierte en atrio elevándola por sobre la calle. Es en esta misma altura que muestra una explanada de pasto que la envuelve y acentúa este vacío. Esta iglesia es la fundadora del pueblo en lo social, su antesala, desde los comienzos, se vuelve un espacio de reunión, de encuentro de los pobladores de los campamentos, en ese tiempo muy dispersos, gracias a su valor congregador, se comienzan a construir los ritos sociales, las costumbres, lo en común de todos, con lo cual se forja la identidad del barrio, que luego se vuelve pueblo, ciudad y finalmente una identidad de pueblo minero brasileño (observación del barrio en Valparaíso). Hasta el día de hoy se presenta como un hito en la ciudad, es donde se instala la feria, espacio de intercambio tanto económico como social, que es base de una identidad de barrio (caso de Valparaíso).
<< A partir de la observación del barrio el Almendral junto a sus sub-barrios y el estudio de su historia, defino un barrio como un espacio físico y social que se distingue de otro por tener una identidad propia, una esencia que nace por la tradición y/o ritos de lo cotidiano. Esto genera en los habitantes del barrio un sentido de pertenencia y un arraigo en el lugar, ya que fueron ellos mismos los que lo construyeron (a pesar de que viene dado por una historia, es el momento presente lo que da vida al barrio y por lo tanto la razon de que hoy sea barrio y no solo un recuerdo). Es por esto que un barrio es un momento de intimidad en la ciudad, lo íntimo se lleva a lo público, produciendo así una intimidad colectiva la cual arma ‘‘la vida de barrio’’. Todo habitante de un barrio se siente parte de él y puede dar sus límites y generalmente contrastarlo con otro que le sea antagonista. También me encuentro con que todo barrio bien constituído (es decir que cumpla con las caracteríticas antes descritas) tiene un centro articulador, que generalmente es un espacio público, y ejes principales que se desprenden de este centro y son las arterias que ‘‘ramifican’’ la identidad por el resto del sector. (en el caso estudiado, el vacío plaza que genera la Iglesia)>> (Natalia Avsolomovich, definición de barrio según estudio barrio el Almendra, Valparaíso)
Algo similar ocurre en el caso estudiado del barroco europeo, la Scala Regia y su contexto la Plaza y Basílica de San Pedro (Vaticano):
<< San Pedro, como basílica y plaza, adquiere esta condición de hito dentro de Roma, ya sea por su ser centro de la ideología cristiana como también por su valor turístico y social de la plaza, es entonces que se reconoce como la plaza culmine y la más importante de Roma >>. (Natalia Avsolomovich, Barroco Europeo, encargo n° 6)
La plaza de San Pedro, delimitada por la Columnata, se construye como una manera de acercar la iglesia a los fieles, a modo de regalar a la ciudad un espacio de reunión, de con-solar (dar suelo) y es por esto que se convierte en una de las plazas más importantes de Roma, donde cientos de personas acuden a diario, se encuentran, lo que provocó la creación de la Via della Concilliazione, una de las calles con más comercio y paseo de Italia. A su vez, la Scala Regia cuenta también con esta identidad social, al ser creada como un acceso escalado para el visitante del Vaticano, su recibidor es de amplias dimensiones y se presenta como el umbral de esta escalera que no es solo para subirla, sino que para vivenciarla a través de la permanencia (atravesar/traspasar: totalidad/deambular): recibe en su holgura.
De esta manera, es entonces, que la Iglesia Católica juega un rol fundamental en la construcción de identidad como sociedad, pueblo o barrio, ya que debido a su importancia histórica tanto social como arquitectónica, ha sido un motivo de encuentro y generación de lazos entre los fieles. A partir del pretexto católico se han generado relaciones entre los hombres y así han ido naciendo otros ritos que culminan en una identidad común más allá de la religión, la construcción de plazas, de intercambios económicos, etc.