Gabriela González EAD 361201 Tarea 9

De Casiopea



TítuloGabriela González EAD 361201 Tarea 9
AsignaturaMetodologia de la investigacion en arquitectura y diseño
Del CursoMetodología de la Investigación 2020 S1
CarrerasArquitectura, Diseño
9

El Patio, lugar de extensión del interior de la vivienda

El cobertizo plegable como elemento que flexibiliza el uso del antejardín y permite construir un espacio intermedio en el acceso a las viviendas del condominio Cardenal Samoré VII, Curauma.

Introducción

La preocupación por la falta de habitación data de comienzos del siglo XX, a lo largo de este periodo distintos han sido los esfuerzos gubernamentales para poder reducir los altos índices de carencias asociadas al habitar. Históricamente el problema entorno al déficit habitacional ha buscado solución en programas de vivienda social atendidos principalmente desde una mirada cuantitativa bastante acotada, sujeta a características físicas y materiales. Si bien durante las primeras décadas se instaló como una solución efectiva, actualmente este recurso resulta insuficiente. La construcción de viviendas, ya sea en altura, casa pareada o aislada, se ha convertido en una producción en serie que busca replicar sin mayores cuestionamientos modelos clásicos que advierten su caducidad, programas que mantienen espacios con distribuciones, dimensiones y contextos desvinculados de la realidad nacional y de las necesidades de la familia chilena.

Ante la incapacidad de las soluciones de vivienda básica de satisfacer las necesidades de espacio, es común evidenciar como los propietarios copan los metros cuadrados disponibles. En esta dinámica, los patios y ante patios son transformados en zonas de ampliación que vienen a incrementar la capacidad del uso interno de la casa aumentando el número de habitaciones que, en muchos casos posibilitan la llegada de un nuevo miembro al núcleo familiar, o bien, la apertura de emprendimientos que sostengan y contribuyan a los ingresos del hogar. (Imagen 1 y 2)



Imagen 1: Volcar el patio
Imagen 2: Ampliación conducida de la vivienda












Al volcar todo o gran parte del terreno hacia un interior, surge la necesidad de hallar aquel exterior restado. En este contexto, los accesos y espacios inmediatos a la fachada pasan a replicar la situación del patio en la calle. En la fachada se constituye una suerte de galería o pórtico intangible que genera una situación previa al acceso de la vivienda. Una instancia de permanencia que recoge desde el espacio público de la vereda, ocupaciones y formas de relacionarse propias del íntimo de la casa. Una antesala al interior que invita a aproximarse y establecer contacto, que define el vínculo de cercanía con los vecinos y el entorno, agregando un atributo colectivo al habitar. (Imagen 3)


Imagen 3: Instancia de permanencia en la fachada

Problema de Investigación

El reacondicionamiento que realizan las familias al programa original de la vivienda busca subsanar la carencia de espacio interno, aunque de forma paralela y consecuente disminuye el área exterior. Termina siendo una solución que sigue exponiendo un déficit en cuanto a la satisfacción del habitar. Ante esta reinterpretación y reconversión de los espacios es necesario avanzar hacia diseños que comprendan la vivienda como un espacio en evolución sujeto a transformaciones y que apunten a una menor rigidez espacial, es decir, espacios no jerarquizados ni definidos para un uso específico, pudiendo albergar con un margen mayor las diversas ocupaciones y actividades según las necesidades particulares.

A partir de éste problema aparece el cuestionamiento a la vigencia de los programas actuales y la manera de pensar la vivienda social. ¿Qué ocurre al restar o reducir el área destinada al jardín?, ¿Qué función cumple esta unidad espacial en la secuencia de interior a exterior de la casa?, ¿Se recoge el modo de vivir de los propietarios al continuar reproduciendo alternativas proyectuales similares?

Para estudiar esta problemática se tomará como referencia el Condominio Cardenal Samoré VII, emplazado en Curauma, cuyas casas pertenecen al programa de subsidio habitacional del Estado. (Imagen 4). Este proyecto cuenta con dos tipologías de viviendas pareadas e incluye la idea de un patio y ante patio en primera instancia abiertos, esto es, sin la instalación de cierres perimetrales, siendo esta una característica que facilitará el análisis y la reformulación de los límites espaciales.


Imagen 4: Cardenal Samoré VIII


Pregunta de Investigación

¿De qué manera el antejardín puede ser articulado como un espacio flexible capaz de conducir la progresión de la vivienda?


Hipótesis

El cobertizo flexible es un elemento suficientemente permeable que permite un crecimiento controlado de las viviendas del conjunto habitacional Cardenal Samoré VII, Curauma. En su despliegue, el cobertizo articula un semi interior que, desde su estructura, es capaz de inaugurar o ser el punto de partida de una posterior ampliación.


Objetivo General

Definir el cobertizo como un elemento que flexibiliza el espacio y conduce la progresión de la vivienda. Evaluar una variante espacial que pueda ser reproducida y adaptada a diversas unidades habitacionales existentes y futuras.


Objetivos Específicos

1. Comparar soluciones constructivas que han resuelto el programa con el tratamiento de espacios flexibles. Para ello se considerarán tres casos:

  • Primer lugar del Concurso de vivienda social 'Construye para Crecer' 2017 (Iquitos, Perú)
  • Quinta Monroy / ELEMENTAL (Iquique, Chile)
  • Villa Verde / ELEMENTAL (Constitución, Chile)

2. Examinar el tramo urbano (una cuadra) y distinguir el grado de intervención que han sufrido las viviendas en los espacios destinados al ante jardín según las diferencias entre el estado original y existente. En este caso se tomará una cuadra de la primera etapa del condominio Cardenal Samoré VII, ubicado en Curauma.

3. Enumerar y categorizar los tipos de transformaciones encontradas en el tramo anterior, considerando los usos y morfologías de las ampliaciones.


Metodología

1. (A nivel cualitativo) Se utilizarán fuentes secundarias (artículos, planos, documentos, etc.) para elaborar una tabla que, en base a ciertos criterios, contraste los tres casos y evidencie características coincidentes que permitan definir rasgos esenciales en la concepción de viviendas flexibles.

2. (A nivel cualitativo) Se construirá un plano esquemático del tramo urbano que destaque las zonas (lotes) que han sido objeto de intervención.

(A nivel cuantitativo) En segundo lugar, se construirán gráficos que cuantifiquen de forma aproximada el número de viviendas intervenidas y la relación entre metros cuadrados disponibles originalmente y la ocupación actual.

3. (A nivel cualitativo) Se realizará un gráfico que evidencia los diferentes usos que ha admitido el reacondicionamiento del ante jardín. Se elaborará una tabla que comparará la morfología de los casos encontrados considerando dimensiones, accesos, relación con muros medianeros y rasante de la calle, usos, etc. Posterior a esto se categorizarán en base a las similitudes y diferencias.

Desarrollo

Estado del arte

Vigencia del modelo de vivienda social actual

Hoy en día es fundamental concebir la arquitectura como una herramienta para enfrentar la desigualdad. Frente a la incapacidad de la vivienda de satisfacer las necesidades de espacio, visible en la excepcionalidad con que las éstas permanecen en el tiempo con sus dimensiones originales, es necesario concebir el diseño más allá del sustento físico y material contra la intemperie. En los trayectos cotidianos es posible evidenciar la gran cantidad de hogares que han debido ser acondicionados y que, en la mayoría de los casos, obedecen al financiamiento del mismo residente. En un grado menor, existen algunas iniciativas de mejoramiento de vivienda social que se han logrado materializar con ayuda estatal o municipal. Un ejemplo de ello es la ampliación realizada a quince departamentos del conjunto Los Quillayes en la comuna de La Florida, gracias a la ayuda de una ONG, la Municipalidad y la Facultad de Arquitectura de la UCH.

En Chile se viene reproduciendo hace algunas décadas un modelo que replica un diseño de programa fijo para una familia estándar, un modelo que se distancia del futuro usuario y no anticipa la evolución de la vivienda y sus necesidades cambiantes, y que además en su búsqueda por minimizar los costos de producción, se instala en sectores periféricos donde proliferan condiciones de vulnerabilidad.

Si bien comenzó siendo una manera efectiva de enfrentar el enorme déficit habitacional, este método de concebir las soluciones habitacionales dejó de ser suficiente y se encuentra incomunicado de la realidad y las necesidades actuales. Es apremiante que la vivienda sea considerada desde la escala de una familia de escasos recursos que recurre al subsidio pues para ella la casa probablemente corresponderá a la ayuda más significativa que podrán recibir por parte del estado y por lo mismo debe transformarse en un capital y medio que contribuya a la superación de la pobreza. En esta línea, cobra relevancia una mirada integral de la vivienda y su importancia como elemento capaz de expresar y sostener la evolución de una familia en el tiempo. El inmueble se transformará en un espacio que admitirá los ritmos de ocupación de cada miembro, podrá acoger a sus huéspedes de forma permanente y temporal y será además, el soporte físico de los proyectos de mejora de la calidad de vida permitiendo desarrollar actividades productivas y económicas en su interior que aportarán al ingreso familiar. Como señala Tai Lin Muñoz del Centro de Investigación Social de Un Techo para Chile: “(…) el usuario de la vivienda siempre se hará partícipe del crecimiento y modificación de ésta, más allá de las intenciones originales de los proyectistas y, por lo tanto, siempre habrá un nivel de progresividad, entendida ésta como la capacidad de ampliar y/o modificar las viviendas” (Muñoz, 2014). [1]

La necesidad debe ser entendida como un concepto en constante evolución puesto que es imposible que las exigencias permanezcan inalterables. Por la misma razón es ineludible la aplicación de nuevos criterios en el diseño de programas de vivienda social que resuelva satisfactoriamente tanto la unidad habitacional como el contexto en el cual se emplaza. Tal como señalan Alfredo Rodríguez (Director de SUR, Corporación de Estudios Sociales y Educación) y Ana Sugranyes (Secretaria General de Habitat International Coalition, HIC) basados en los resultados obtenidos de estudios sobre la política de vivienda social en Santiago: “Nuestra hipótesis es otra: lo que la realidad nos está mostrando es que una política exitosa de financiamiento de vivienda ha terminado creando un nuevo problema de vivienda y urbano: un enorme stock de viviendas sociales inadecuadas que requiere atención” (Rodríguez, et al, 2004).[2]

Entendiendo como un desenlace esperable la evolución de la vivienda y los diversos cambios que sufrirá en el tiempo según las necesidades de sus residentes, resulta conveniente poder anticipar este tipo de transformaciones en el programa e incluir cierto rango de crecimiento para facilitar y conducir el proceso constructivo.


Flexibilidad

En términos generales cuando se habla de flexibilidad se hace referencia a aquellas características propias de los organismos, tejidos y materiales de adaptarse con cierto grado de facilidad a movimientos, desplazamientos y procesos evolutivos diversos. De este concepto derivan otros atributos tales como, la versatilidad que indica la posibilidad de adaptación a diversas situaciones y de diversidad de aplicaciones; la perfectibilidad como la predisposición a acciones que van en la línea de arreglar o mejorar el estado de las cosas; y también cualidades como el ser movible o transportable, lo ampliable, lo divisible, entre otras.

A lo largo de la historia se puede distinguir cierta vocación por reproducir en distintos grados espacios flexibles. Esta acción viene dada en medida de las necesidades y la capacidad económica de sus propietarios. La flexibilidad de los espacios ha sido introducida de forma espontánea en el pasado, tal es el caso de las viviendas medievales y posteriormente de las edificaciones renacentistas, en donde los primeros pisos fueron ocupados como recintos dinámicos que durante la jornada podían albergar diversas funciones, ya sea vinculadas a la restauración de los transeúntes o bien, a la economía familiar, con la disposición de almacenes y talleres que por la noche cumplían funciones domesticas de la intimidad del hogar.

Desde comienzos del siglo XX, impulsados por la gran demanda de alojamiento debido a las guerras que golpearon a Europa, surgen nuevos proyectos que por primera vez atienden de manera estudiada aspectos de la flexibilidad de la vivienda. Se trabaja en la idea de casa prefabricada que responde a la necesidad de proyectar con facilidad una vivienda mínima compuesta por un núcleo primario con la posibilidad de ampliarse, recogiendo las modificaciones propias de cada hogar. Una contribución destacable la realiza el arquitecto alemán Hans Sharoun quien se vuelca a la realización de casas basadas en la máxima flexibilidad de la disposición interior y de las fachadas. La vivienda se desarrolla a partir de un núcleo inicial con dos terrazas semicirculares en sus extremos en donde la estructura de soportes podía ser desplazada y los paneles permitían cambiar la disposición del interior y del cerramiento exterior. Cada terraza tenía la posibilidad de ser cerrada y abierta de forma temporal, constituyéndose como un intermedio entre el exterior e interior. (Imagen 5)


Imagen 5: Vivienda proyectada por Hans Sharoun


Otro aporte significativo lo desarrolla el arquitecto holandés N. John Habracken, quien propone un ‘movimiento de participación’ en donde integra a los residentes en el proceso de diseño y establece aquellas variantes que todo arquitecto debe contemplar en la evolución de una vivienda. Distingue la relación de interior y exterior, indicando que la vivienda es el resultado de la interacción entre el reino del habitante, espacio que puede intervenir y adaptar, y su contexto, aquello sobre lo cual no puede decidir por sí solo. Esto supone la responsabilidad del arquitecto de anteponerse a las demandas a las que la casa deberá responder a lo largo de su existencia, pero no de una manera neutral, Habraken señala que la vivienda “ofrece específicos tipos de espacios, que pueden ser reconocidos, y evoca diversas posibilidades que tendrán siempre más éxito” (Trovato, 2009)[3] Lo anterior advierte que el programa de vivienda debe ser entendido como un conjunto de relaciones constantes entre un núcleo básico y otras zonas que admiten diversas soluciones.

A partir de entonces la casa pasa a ser un elemento de experimentación y estudio. La vivienda industrializada responde a la capacidad de ser ampliada y personalizada interna y externamente; desmontada y transportada abaratando costos y tiempos de construcción. También incorpora nuevas materialidades y tecnologías que satisfacen de manera más eficiente el punto de vista energético.

Más adelante el destacado arquitecto Renzo Piano desarrolló el concepto de ‘casa evolutiva’ en 1977, que avanza en la idea de una casa compuesta por un espacio primario, un interior que puede ser modificado por el usuario y un exterior que cumple con los requisitos técnicos. (Imagen 6)

Imagen 6: Renzo Piano. Casa Evolutiva

Si bien el estado de confort y los estilos de vida eran evidentemente distintos a los actuales, el panorama existente sigue sosteniendo la vigencia de la flexibilidad como una cualidad necesaria del espacio, esto frente a los continuos cambios que impone el consumo y la consecuente reducción del espacio debido a la acumulación; la inestabilidad del hogar en el sentido del número de miembros y actividades; y el crecimiento flujo migratorio que genera una trama multicultural que confronta diferentes hábitos y costumbres.

Si se tiene en cuenta la trayectoria del concepto de flexibilidad, hoy en día es posible establecer algunas estrategias proyectuales de consenso tales como la inclinación por espacios abiertos donde los cierres buscan diferenciarse de sus elementos estructurales pudiendo incorporar paneles o tabiques móviles; la des-jerarquización de las habitaciones al igualar las dimensiones; la dotación de alturas generosas y la determinación de un núcleo básico compuesto por zonas húmedas (baño y cocina).

Un espacio que se flexibiliza proyecta una apertura hacia las diversas funciones y actividades posibles para luego ser capaz de especializarse y dividir los recintos. Una vivienda flexible asegura un tiempo de vida útil mayor debido a que el espacio podrá actualizarse, facilitando aquellas modificaciones realizadas en pos de adaptarse a las necesidades de cada núcleo familiar.


Casa Dom-Inó, Le Corbusier

En respuesta a la demanda de techo para la masa la población afectada en las ciudades deterioradas en la post guerra europea, Le Corbusier propone el año 1914 una sencilla alternativa que sugiere una multiplicidad de soluciones habitacionales. Se trató de una idea de simplificación conceptual, una tipología de unidad básica estructural que funciona como punto de partida para proyección de una vivienda que busca alcanzar un carácter masivo con enfoque social. La Casa Dom-Inó recoge primerizamente la intención de concebir la libertad del habitar en un diseño que ofrece múltiples soluciones y formas de ser desarrollado, donde cada propietario inserto en diversos contextos, puede interpretar el espacio acorde a sus necesidades.

Esta tipología de vivienda abre el camino hacia nuevas alternativas de habitación para quienes no tienen la posibilidad de entrar en el mercado de vivienda, reconociendo la carencia de estratos sociales marginados. Dom-Inó levanta una estructura capaz que sostener la informalidad de forma controlada admitiendo un crecimiento sin distingos sociales y culturales. Le Corbusier reconoce la particularidad, multiplicidad y simultaneidad de habitantes de los centros urbanos en una solución habitacional progresiva que de forma individualizada se inserta en una dinámica colectiva. (Imagen 7)


Imagen 7: Estructura Casa Dom-Inó

Temporalidad y lugar

Para sostener que la vivienda corresponde a un sistema integral que debe ser evaluado desde sus múltiples aristas, resulta esencial definir aquello que se entiende por un habitar satisfactorio. Si se parte por visualizar la vivienda como una unidad espacial que debe incluir a su contexto y considerar las oportunidades propiciadas en él, es posible asociar la calidad habitacional al dialogo saludable entre el inmueble y su entorno. Para ayudar a la comprensión de la vivienda como un espacio que pone en relación lo íntimo con el contexto, resulta relevante reparar en ciertos conceptos.

La obtención de la vivienda se suscribe a un proceso que contempla diversas fases entre ellas la planificación y diseño del proyecto, la construcción, la postulación, la asignación y transferencia, la ocupación, la transformación, la mantención, y por último el monitoreo y la evaluación. En cada una de ellas participan en distintos grados actores y entidades. Frente a dicho proceso, la idea de ‘temporalidad’ cobra valor. Entendiendo que un espacio recoge y permite la realización de actividades humanas es lógico estimar su variabilidad en el tiempo, en cuanto al estado de satisfacción del espacio como promotor de actividades y experiencias. “(…) La experiencia residencial de los habitantes, la cual considera tanto los eventos anteriores a la obtención de la vivienda, así como la situación dinámica que se inicia a partir de la ocupación efectiva de ésta” (Blanco, et al, 2003).[4]

Otra palabra que merece nuestra detención es la de ‘lugar’, sobre todo en la diferenciación con el concepto de espacio, comúnmente utilizado como sinónimo. “El espacio, en su interpretación sólo muestra una de las dimensiones del lugar que se resume en los atributos del objeto, dejando aparte al sujeto que lo percibe. En la noción de lugar aparece una correspondencia de relación entre un sujeto (ser humano) y un objeto (espacio)” (Blanco, et al, 2003).[5]

Asimismo, el psicólogo arquitectónico David Canter nos señala que el lugar concierne tanto a las actividades o edificaciones que lo conforman como a las experiencias dentro de las cuales las actividades y las formas físicas se amalgaman. En este sentido el lugar vendría a ser un espacio al cual se le atribuye significancia, ésta identidad se articula a partir de elementos tanto físicos como simbólicos asociados a los acontecimientos ocurridos en él.


La transformación

La transformación debe ser entendida como acción fundamental en la vida hombre ya que significa la adaptación constante a las necesidades y por ende permite establecer asentamientos perdurables en el tiempo. Rolando Cubillos menciona en su ensayo acerca de la vivienda social y la flexibilidad en Bogotá: “Se deben permitir adaptaciones inmediatas por parte de los usuarios, de manera sencilla y racional, para que la calidad del hábitat que se produzca en dichas viviendas evolucione de manera positiva en el tiempo” (Cubillos-González, 2006).[6]

De esta forma las ampliaciones y modificaciones a la vivienda pasan a ser reflejo de la necesidad de identificarse. Se debe comprender que, en el tiempo de uso de la vivienda, una familia experimentará diferentes fases y formas de habitar el espacio relacionadas a cambios en el estilo de vida, en el número de integrantes, actividades económicas, etc.

La transformación del espacio que se habita es un fenómeno que indica el mejoramiento de la vivienda y el progreso familiar. En este sentido se distingue como una acción esperable que el inmueble sea transformado y esto hace necesario la puesta en marcha de estrategias proyectuales que propongan un espacio dinámico capaz de tolerar dichas ampliaciones. La vivienda debe admitir la transformación en cierto grado para no perjudicar la calidad de vida de sus residentes ni invadir el uso de espacios públicos como frecuentemente suele ocurrir.


La ampliación informal

Causas

La ampliación informal de los hogares es un hecho evidente que responde a diversas circunstancias, entre ellas:

  • La forma que tienen los padres de ejercer autoridad sobre sus hijos en un contexto de vulnerabilidad, privilegiando la permanencia en espacios controlados.
  • La llegada de nuevos miembros al núcleo familiar.
  • La incorporación al espacio domestico de actividades económicas, desarrolladas de manera paralela a la labores del hogar.
  • La mediación con el espacio público, el cual se manifiesta como una amenazada a la calidad de vida.

Consecuencias

El hecho de no incluir la posibilidad de ampliación trae como consecuencia una densificación interna descontrolada que termina incidiendo en la calidad de vida. Copar el área disponible repercute en la búsqueda de nuevos exteriores que tienden a disociar la relación con entorno. Varias son las estrategias utilizadas, entre ellas es posible reconocer las ampliaciones hacia los patios y ante jardines para dar lugar a nuevas habitaciones, talleres o locales comerciales, o bien, la construcción de pisos adicionales frecuentemente usados como dormitorios.

Tipos

Existen tantas tipologías ampliaciones como viviendas. Algunas de ellas han sido categorizadas siendo la más común las tomas en el primer piso, modificación que se aproxima a la toma de terreno, también es posible encontrar ampliaciones en pisos superiores a través de pilares, denominadas como “palafito urbano”; y finalmente el cierre de balcones y circulaciones a partir de rejas.


Casa progresiva – ELEMENTAL

Desde hace varios años en Chile se ha optado por tipologías de viviendas estándar con programas insuficientes que se replican, en muchos casos, como unidades habitacionales aisladas cuyo uso de suelo resulta además ineficiente, aumentando el costo del terreno. Este último hecho trae como consecuencia la elección de terrenos baratos que por lo general se ubican en las periferias, en sectores históricamente marginados y alejados de la red urbana y sus oportunidades. “Así, se produce una Arquitectura que maximiza la relación de lo público y privado, pero minimizando el contacto entre ambos. El espacio doméstico (vivienda y familia) es selectivo sobre las relaciones que establece con el exterior, moviendo la línea de lo público y lo privado, o estableciendo capas entre ambas dimensiones” (Muñoz, 2014).[7]

Sin embargo, en está regularidad es posible hallar algunas propuestas, entre ellas destaca el trabajo realizado por el arquitecto Alejandro Aravena junto a su estudio ELEMENTAL.

El acotado presupuesto a la hora de realizar un proyecto habitacional, lleva a la elección de terrenos marginados y la búsqueda de la mayor eficiencia del suelo. Ante esta realidad variadas son las propuestas de edificación en altura, sin embargo, el edifico como tal no permite que la vivienda pueda crecer bloqueando la posibilidad de ampliación, y nos enfrenta a la variable del hacinamiento. Este grupo propone reducir el tamaño de cada lote hasta igualarlo al de la casa y plantea como solución una vivienda incrementable que contemple un primer y último nivel, de modo que pueda crecer de forma horizontal y vertical y dar cabida a la ampliación.

La idea es una casa incremental radica en la construcción de la mitad de la vivienda, una mitad básica con calidad espacial, que cuente con equipo sanitario necesario (baño y cocina) y dos habitaciones, componiendo un espacio de 40 m2 app. La otra mitad correspondería al mismo espacio, pero techado y cerrado en uno de sus lados. Este diseño tiene contemplado que las familias se hagan cargo de la construcción del resto de la vivienda de forma progresiva acorde a sus necesidades. Se proyecta una vivienda lo suficientemente permeable que permita un crecimiento controlado, dentro de su estructura. Una solución que venga a enmarcar la ampliación espontanea que muchas veces trae consigo el deterioro del entorno urbano, haciendo más fácil su proceso constructivo.

“(…) Y en general, en América Latina las viviendas sociales están localizadas en periferias carentes de servicios y posibilidades de progreso. Lo ideal es poder comprar terrenos en sitios de la ciudad donde hay más oportunidades, que suelen ser más caros, para poder construir allí. Y la única manera de hacerlo es con un diseño eficiente como la vivienda incremental, que permite dedicar más recursos a adquirir mejores parcelas (…) Si no se integra a esas familias a la red de oportunidades en los centros urbanos, se termina construyendo barrios de pobres. Para nosotros, una vivienda social de calidad es la que permite la movilidad social, como ocurre con las familias de clase media, y no aquellas que marginan y no permiten aprovechar las ventajas de la ciudad (…)” (Aravena, 2016).[8]

Dentro de los proyectos realizados por el equipo ELEMENTAL, encontramos tres casos destacados:

  • Quinta Monroy (2003 / Iquique, Chile)

Proyecto que albergó a 100 familias que llevaban 30 años ocupando ilegalmente un terreno en el centro de Iquique. La limitación era en bajo presupuesto que debía cubrir el costo del terreno, urbanización y arquitectura. Frente a esta situación se decidió construir 36 m2, es decir la mitad de la casa, pensando en que los usuarios de las viviendas serían los encargados de las ampliaciones futuras, pudiendo llegar a los 70 m2. Se llevó a cabo el concepto de un edificio vertical que podía crecer en su primer nivel de forma horizontal y en su último piso de forma vertical, logrando una mayor ampliación controlada pero que a la vez presentaba esta libertad. (Imagen 8)

Imagen 8: Quinta Monrroy. Situación Proyectada / Situación Existente
  • Santa Caterina (2010 / Monterrey, México)

Diseño de un conjunto de 70 viviendas en un barrio de clases media. La propuesta consiste en un edificio continuo de tres pisos de altura. A nivel de sección, se superpone una vivienda en horizontal (primer nivel) y un apartamento dúplex (segundo y tercer nivel). Obra finalizada contempló la entrega de 40 m2 construidos, donde el primer nivel tenía la posibilidad de crecer hasta los 58 m2 y el dúplex hasta los 76 m2. (Imagen 9)

Imagen 9: Monterrey. Situación Proyectada / Situación Existente
  • Villa Verde (2010 / Constitución, Chile)

Proyecto es la primera incursión en un tramo superior de política habitacional. Al igual que los otros, la tipología aplicó el principio de incrementabilidad y priorización de espacios de mayor complejidad, sin embargo, al contar con un mayor presupuesto, tuvo un piso inicial y techo final de crecimiento de estándar mayor. Contempló la construcción de 484 viviendas de 56 m2 que permiten una ampliación de hasta 85 m2. Las casas cuentan con paneles solares que ahorran en el consumo de gas. En conjunto configura patios interiores y pasajes que favorecen la organización comunitaria. Está equipado con tres sedes sociales, una multi cancha y áreas verdes. (Imagen 10)

Imagen 10: Villa Verde. Situación Proyectada / Situación Existente

Vivienda modular sostenible

Con la intención de asentar las bases para sostener una forma flexible de habitar, fue realizado el concurso de vivienda social ‘Construye para Crecer’ el año 2017 cuyo emplazamiento tuvo lugar en la ciudad de Iquitos, Perú. La propuesta que obtuvo el primer lugar del concurso fue desarrollada por los arquitectos Rafael Arana Parodi, Carlos Suasnabar Martínez, Amed Aguilar Chunga y Santiago Nieto Valladares, y se instala como una notable estrategia proyectual que además propone un enfoque sostenible que recoge aspectos bioclimáticos. Este grupo proyectó 120 viviendas progresivas que permiten a sus usuarios modificar y ampliar sus hogares de acuerdo a sus necesidades y posibilidades económicas.

El proyecto cumple con las condiciones cuantitativas y técnicas, pero también presenta una mirada cualitativa al contemplar la unidad del conjunto, conectando las viviendas entre sí a partir de áreas verdes y zonas de recreación a escala vecinal, en un espacio público que responde a la forma del terreno y la trama urbana.

Cada módulo se erige a partir de un sólido núcleo donde son ubicadas las zonas sociales y áreas húmedas y que cuenta con una circulación trazada en forma de cruz que se complementa con una estructura capaz contener el resto de los ambientes y crecer en sus cuatro lados. El diseño ordena en crecimiento de la vivienda al estar limitado por las dimensiones de la techumbre, este puede ser llevado a cabo de forma modular y flexible donde el propietario podrá elegir su uso y los materiales del acabado. Un módulo responde las necesidades de una vivienda unifamiliar de 4 a 6 miembros y se articula en un piso habitable (Imagen 11), para tipologías más extensas o multi familiares se planteó una vivienda de dos niveles. (Imagen 12)

Imagen 11: Nucleo Básico - Proyección de Ampliación
Imagen 12: Tipología Unifamiliar - Tipología Multi familiar

Dentro de los aspectos más importantes, destaca la estrategia ambiental en condiciones de alta incidencia solar y exceso de precipitaciones. En primer lugar, la vivienda logra mantener el confort térmico a partir de un techo que funciona como captador del aire y colchón entre en exterior e interior, y del distanciamiento de la superficie de la tierra, captadora de calor. Por otro lado, para protegerlo de las altas precipitaciones, se inclinó el techo de forma adecuada y se ubicaron los vanos hacia las terrazas techadas.

Observaciones Finales

El modelo que sostuvo las primeras experiencias de producción masiva de vivienda en Chile a comienzos del siglo XX, acabó replicándose a lo largo del territorio por décadas y consolidó una forma limitada de pensar la vivienda en base a órdenes espaciales que se apartan de la heterogeneidad de las dinámicas del habitar. Éstas soluciones habitacionales han trazado una tendencia de crecimiento urbano que hoy exhibe su desgaste y sus fisuras, resistiéndose a un desarrollo sostenible.

La concentración de oportunidades laborales en centros urbanos densificados, insiste en la llegada y el asentamiento de una población -más tarde ampliada a procesos de inmigración- en territorios marginados y unidades habitacionales incapaces de lidiar con la falta de espacio, traduciéndose en un habitar errante, desprovisto de normas y de una planificación territorial.

La periferia paso a conformar un gran cinturón territorial no planificado que dio cabida a la informalidad de la vivienda. Este fenómeno no refleja más que la naturaleza del habitar y la asociación de las distintas maneras de comprenderlo. Corresponde a la experiencia de millones de habitantes que, ante la ausencia de soluciones satisfactorias, deben asegurar de alguna manera u otra la supervivencia. Lo informal es fruto de la conjunción entre el intento por procurar condiciones coherentes al entorno y existencia de un Estado incapaz de concebir estrategias de crecimiento urbano a largo plazo, que repite diseños que han perdido vigencia en la medida que evolucionaron los contextos y las necesidades de sus residentes. Es así como entonces la informalidad del habitar surge en respuesta a una visión limitada de las formas de morar, donde diversos rasgos socio-culturales del habitar que se han mantenido y transformado, no han encontrado espacio en los programas habitacionales y la trama urbana.

La crítica situación actual requiere repensar la ciudad y las formas de habitar, exigiendo una mirada más integral que reconozca contextos locales. Sin desconocer el crucial rol que jugó la vivienda social en sus inicios, en respuesta al apremiante déficit de techo de esa época, con el correr de los años esta estrategia manifiesta sus dificultades y constata haber sido planteada como un medio, una solución parcial y estándar que viene a remediar una carencia material y no contempla aspectos cualitativos y variables inestables relacionadas a las demandas de un grupo heterogéneo.

Este trabajo ratifica la condición inherentemente progresiva que posee la vivienda. La falta de espacio exige transformar y reconvertir constantemente lo doméstico, las ampliaciones reflejan la ponderación entre diversas necesidades que se enfrentan cotidianamente. Así las modificaciones en los reducidos metros cuadrados vienen a palear las dificultades internas en relación al entorno. La vivienda debe entenderse desde su emplazamiento a partir de soluciones globales capaces de mediar el contacto entre interiores y exteriores con holgura y libertad en la forma del habitar, puesto que intervenciones aisladas e indiferenciadas continuarán reproduciendo efectos negativos promotores de territorios vulnerables.

Hoy se precisa de arquitectos y urbanistas capaces de recoger las necesidades locales y proponer soluciones que reconozcan a la vivienda como un espacio que da sostén y seguridad a la familia, que concentra las proyecciones económicas y que debe considerar la evolución el hogar con perspectivas futuras.

Bibliografía

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