Francisca Pizarro Ciclo 1 - Primer Semestre 2018

De Casiopea


TítuloFrancisca Pizarro Ciclo 1 - Primer Semestre 2018
Tipo de ProyectoProyecto de Taller
Palabras Claveciclo 1
AsignaturaTaller del Acto y el Vacío: Habitabilidad y riesgos en el borde costero,
Del CursoTaller del Acto y el Vacío: Habitabilidad y Riesgos en el Borde Costero 1° Semestre 2018,
Alumno(s)Francisca Pizarro
ProfesorFelipe Igualt, Tomás Valladares

Un Vacío Direccionado Respecto a Una Lejanía

abstract

En base al trabajo de observación del borde costero y sus particularidades aledañas, se diferencian los tipos de permanencia y actos llevados a cabo para llegar a una singularidad esencial, que tiene el cuerpo respecto al borde. Se toman cuatro conceptos fundamentales a desarrollar: el vacío, dando interiores que dan cobijo al cuerpo; la luz, como orientación del acto y construcción; la vertical, como diferencia entre lejanía o cercanía y el mar como un confín de la mirada al horizonte. A partir de los conceptos analizados, se construye un vacío referido al observado anteriormente, materializado en un curso del espacio.

Lo que da orientación y contención al cuerpo

La costa se caracteriza por tener una extensión que bordea el mar y otra que encuentra su lugar con la ciudad. Sin embargo, no es el límite delo urbano, sino que se posiciona entre urbe y el mar, generando un vacío al cual se llama borde. Las características geográficas del borde costero demuestran un ceñimiento hacía el mar [ver figura 1.5], posicionando al habitante de distintas formas tomando en cuenta la orientación y la luminosidad del espacio, marcando un interior y un exterior. Respecto al exterior del borde, éste mismo se abre ante un horizonte, el cual sería el límite último de la mirada y el habitar. El orden de la ciudad se va disipando al entrar al límite habitable más externo y se direcciona hacia el mar [ver figura 2.5]. La orientación delimita los interiores del borde costero dando un sentido a la construcción y al cuerpo, fijándose en la luz entrante a los espacios y generando lugares propicios para actividades de pesca, descanso, esparcimiento en general entre otras, en donde el cuerpo encuentra cobijo bajo estructuras inherentes al borde como la caleta [ver figura 3.5]. El cuerpo se relaciona ante una extensión interior donde el tamaño de la estructura va en concordancia con su espacio ante el mar, las dimensiones realzan un tamaño respecto al borde: la vertical. La vertical tanto geográfica como estructural contiene la actividad y el cuerpo en un habitar orientado a la luz. Un ejemplo de ello sería el mirador, el cual demuestra una relación de distancia y lejanía respecto al vacío debido a la altura en la cuál se mantiene [ver figura 4.5]. El borde se identifica por tener diferentes niveles de altura que van bajando a medida que uno se acerca al mar, evidenciando una vertical que se desliza al horizonte del mar [ver figura 5.5].

Pasear Holgado al Descanso

El cuerpo se encuentra entre ciudad y mar en una situación que rodea y da forma a un recorrido determinado. Éste se haya contenido en una situación urbana de cerro y mar [figura 1.4] donde el centro entre estos dos se ve fragmentado entre vacíos que conforman el borde costero [figura 2.4]. El habitante se posiciona entre dichos vacíos para encontrar una situación de contención que le lleva a detenerse. La mirada que se posa en el horizonte y se mantiene en una actitud de contemplación, lo que prolonga la estancia del cuerpo en el lugar. En su detención el habitante encuentra cobijo bajo una intimidad que lo contiene tanto para descansar como para observar en magnitud el lugar y su extensión por la costa. La intimidad se logra gracias a espacios determinados para el detenimiento, unos “entre” vacíos que la actitud estacionaria lleva a una pausa que se lleva a cabo, como miradores, paseos, playa, entre otros. Dichos lugares mantienen una relación respecto a la vertical tanto con el habitante como su entorno, ya que la altura permite observar mayor parte del borde y adentra al cuerpo a una estancia íntima, donde la vertical mengua la cantidad de luz entrante [figura 3.4]. Dicha altura extiende la mirada y posiciona el cuerpo respecto a una lejanía que lleva a una detención para dar mayor detalle a lo que se contemple [figura 4.4] Es entonces que la actitud del habitante pasa de un estado estático a movimiento constantemente, a medida que éste se adentra al borde costero, buscando lugar que se adecue al cuerpo.

Croquis de Observación

El cobijo entre verticales, contienen el cuerpo y dirigen la mirada a un horizonte. Se construye un vacío que conecta la ciudad y el borde.
Aparece una continuidad entre ciudad y costa, se extiende por todo el borde, donde aparece la lejanía.
Un interior en lejanía, dirige la mirada, da cuenta de un vacío en la ciudad que contiene el borde.
El espacio se abre a un horizonte, la luz da orientación y provee cobijo del sol.
La mirada se alberga en un vacío que da paso al contemplar. El cuerpo queda contenido entre ciudad y mar.

Polígono de relaciones

FRANCISCA PIZARRO FIGURA POLIGONO.png


Curso del espacio

FRANCISCA CUBO INTERIOR 15.jpeg FRANCISCA CUBO INTERIOR 25.jpeg FRANCISCA CUBO INTERIOR 45.jpeg FRANCISCA CUBO INTERIOR 55.jpeg FRANCISCA CUBO INTERIOR 35.jpeg

Vacio fragmentado

El curso del espacio se forma a partir de un vacío que se fragmenta y encuentra su centro donde se estanca la luz proveniente de ambas entradas [figura 1.4]. Los cuerpos volumétricos del interior direccionan la mirada y contienen un sector en común donde la luz proveniente de la parte superior entra y se fracciona en las caras de los volúmenes [figura 2.4]. Desde la abertura más grande da cabida al ojo para adentrarse de lleno al interior, sin embargo ambas entradas, al ser mas angostas, requieren de un escudriño de la mirada, un interior refugiado de la luz. Las diferentes caras de los volúmenes interiores que reflejan la luminosidad dan cuenta de una profundidad y un interior que divide la mirada, cada entrada muestra una parte diferente de un mismo vacío, el cual se encuentra dividido en su centro por un volumen. Dicho volumen quiebra en diagonal el cuerpo interno del cubo [figura 3.4] fraccionando la luz hacía los dos interiores, teniendo un centro en común donde la luminosidad se estanca. Éste centro es donde convergen ambas miradas del cubo y donde el vacío toma una luz propia, una luz estancada que converge desde de dos centros [figura 4.4]. Los centros serían ambos lados de la diagonal interior, cada una visible únicamente solo por una abertura, y convergiendo en el vacío contrario a la diagonal. Al ser un interior más “oculto” al exterior, se vale principalmente de su luz propia y de su reflejo, es así que se crea una relación de interior exterior.

figura 1.4‎ figura 2.4‎ figura 3.4‎ figura 4.4