Felipe De La Sotta Donoso - Un nuevo paradigma: Síntesis y visión en el artista vanguardista

De Casiopea

INTRODUCCIÓN

“El arte no es un espejo de la realidad, sino un martillo con el cual darle forma”

Bertold Brecht, poeta y dramaturgo alemán (1898 – 1956)

Bertold Brecht tenía once años cuando Filippo Tommaso Marinetti publicó por primera vez un manifiesto artístico para declarar públicamente sus ideas respecto del arte y su injerencia en el mundo (Manifiesto futurista, 1909). Sería el primero pero no el último: Inmediatamente le seguirían El arte del ruido (1913), Manifiesto dadá (1916), Manifiesto surrealista (1924), y en América el Manifiesto Antropófago (1928). Sin embargo, en las palabras de Brecht podemos escuchar la herencia de las vanguardias en los artistas, desde hace cien años atrás hasta hoy.

Pero cómo fue que el artista llegó a entender que el arte debía involucrarse con los asuntos contingentes del mundo, y que incluso debía ser una herramienta, en palabras de Brecht, para darle forma a la realidad?

SOBRE LOS CAMBIOS DE PARADIGMA EN EL ARTE: BARROCO Y ROMANTICISMO

“La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia.”

Aristóteles, filósofo griego, (384 AC-322 AC)

No fue sino hasta el período Romántico que el artista no era mucho más que un empleado, cuya independencia moral y creativa estaba limitada por asuntos ajenos al arte mismo. Hasta aquel punto, el arte ya había sido ritual, entretenimiento y política.

Veamos, por ejemplo, la obra del artista del italiano Gian Lorenzo Bernini (1598-1680), quien durante el período del arte conocido como Barroco, puso sus servicios a disposición de la voluntad propagandística de la Iglesia Católica, única mecenas del arte.

En ese entonces, la Iglesia, reformada luego del Concilio de Trento como medida de hacer frente al impacto de las ideas protestantes, entendió el arte como una herramienta insuperable de adoctrinamiento y educación moral. Así, el arte que promovería intentaría comunicarse directamente con las masas, con las personas comunes y corrientes. De allí que se enfocase en la representación de motivos religiosos místicos, puesto que gozaban de gran popularidad entre el mundo religioso y el laico, y además, los protestantes rechazaban tajantemente la mística presente en la Iglesia. Entre aquellas representaciones se encuentra la escultura de Bernini llamada “ El éxtasis de Santa Teresa” en donde se representa un episodio místico de Santa Teresa de Jesús, en el cual el artista muestra su versión del hecho, exponiendo a Santa Teresa siendo atravesada con una flecha en el pecho por un querubín. La escultura generó y sigue generando una aguda polémica, dada la sensualidad casi sexual que parece padecer la Santa al ser atravesada por el ángel. Pero al artista, en este caso Bernini, se le permitieron dichas expresiones porque, aparte de gozar de una fama incalculable, servían fielmente a la voluntad de la Iglesia, que era recobrar adeptos y resituarse como la fe imperante. El artista se salía con la suya, pero más allá de poner su impronta en un obra encargada por el poder, era éste quien decidía qué decir y cómo decirlo.

Pero entre el Barroco y un el período posterior conocido como Romántico, el artista cobraría un nuevo perfil. Dotado de cierta, aunque precaria, independencia económica, el artista se ganó el derecho a desarrollar el arte por el arte, exaltándose el yo y el genio creativo sobre todas las demás cosas. Como ejemplo podemos citar al músico alemán Ludwig Van Beethoven (1770 - 1827) , quien ha pasado a la posteridad por ser uno de los primeros compositores independientes de la historia de la música, demostrando que un compositor podía, aunque no exento de penurias, vivir sólo de vender su obra a los editores, de recibir encargos puntuales de empresarios o de nobles, o de interpretar su música. El artista ya no era un empleado. El paradigma del artista había cambiado, así como ocurriría luego con los movimientos de vanguardia. Con ellos, el plano de acción del artista se ampliaría y se transformaría, y su labor se cuadraría con de los no-artistas.

UN NUEVO PARADIGMA: EL NUEVO ROL DEL ARTISTA DEFINIDO POR LAS VANGUARDIAS

Al hablar de los no artistas me refiero, principalmente, a dos grupos de personas que juegan papeles fundamentales en el desenvolvimiento de la civilización: Aquellos que desarollan la técnica y la tecnología, y a quienes utilizan esta tecnología para sentar, directa o indirectamente, los parámetros económicos, sociales, políticos y materiales que orientan al mundo; En síntesis, científicos y poderosos.

Pero el artista no era un científico ni una persona poderosa.

Los artistas, desde los comienzos de la humanidad hasta hoy , han cumplido el rol de reconocer y representar, conciente o inconscientemente, los parámetros espirituales de la civilización a través de su obra. Pero el artista de las vanguardias sumó una nueva tarea: La de establecer los parámetros culturales, sociales y hasta políticos del mundo.

El artista no era un científico, ni tampoco un poderoso, pero si podría transformarse en una voz crítica e influyente, tal como ocurre hoy, teniendo en cuenta que ciertos artistas engrosan las filas de las personas más influyentes del mundo, según ciertas revistas especializadas, y que podríamos también atribuir a una herencia de las vanguardias. Durante el barroco, la voz del artista estaba condicionada por la autoridad de la iglesia, y durante el romántico por el gusto de la surgiente burguesía; Pero durante las vanguardias, el artista se volvió independiente de publicar sus obras e ideas gracias a la posibilidad de producción a nivel masivo que significó la invención de la imprenta de vapor, gracias a la revolución industrial, con la cual se aumentó la velocidad de la impresión. Luego, la tecnología no acabaría con el arte, sino que lo transformaría, tal cual como ocurrió con la invención de la fotografía: Los impresionistas verían en los defectos de la nueva técnica el fundamento de su corriente, e incluso adoptaría rasgos de ella para proponer una nueva forma de develar la esencia de la realidad.

“El Impresionismo, asimila y perfecciona todos los "defectos" de la Fotografía cuya imagen es, en sí misma impresionismo en potencia. El desenfoque (consciente o inconscientemente utilizado), derivado de la escasa definición de los objetivos y la manifiesta incapacidad para reproducir objetos en movimiento, como problemas técnicos de la Fotografía de aquellos años, va a ser el germen de la borrosidad de visión materializada por la forma difusa y fragmentada; la falta de nitidez consustancial a la técnica impresionista que evolucionará desde una forma tradicional amplia e indiferenciada, hasta su desintegración por el punto y la coma, como medio de materializar la "instantaneidad" de la impresión.”

"Lo fotográfico en la Pintura", Curso de Doctorado, Antonio González García, Universidad de Sevilla

También así el artista de vanguardia vio en los productos de la sociedad industrializada una herramienta de la cual apropiarse para transmitir sus críticas e ideas sobre el estado de las cosas. En un ensayo del año 1956 titulado “ Métodos de tergiversación” de Guy Debord y Gil J. Wolman, fundadores de la corriente vanguardista conocida como Situacionismo, se propondría utilizar la fuerza de manifestaciones culturales conocidas para transmitir nuevos mensajes y despertar así la reflexión, la sorpresa, el humor, el deseo de participación y el escándalo: El artista se volvía un agitador. Se establecería entonces un nuevo paradigma, bajo el cual aún se entiende al artista, quien ya no es quien busca el perfeccionamiento de la técnica o el desarrollo de la imaginería, sino que es un relacionador en constante observación de la realidad, y que, sabiendo combinar el lenguaje imperante y los elementos de la cultura popular, genera nuevas y elocuentes relaciones que vienen a revelar la realidad subyacente en las cosas.

"Que el Sr. Mutt* haya hecho con sus manos La fuente (nombre con que también se conoce El urinario) o no, carece de importancia. Él es quien la ha elegido. Ha tomado un artículo común de la vida de todos los días, lo ha colocado de modo que su significado útil desapareciera, ha creado un nuevo pensamiento para este objeto".

Marcel Duchamp, artista y ajedrecista francés (1887 – 1968)

SOBRE LA CAPACIDAD SINTÉTICA Y VISIONARIA DEL VANGUARDISTA

Para expresar sus intenciones, motivos e ideas, los vanguardistas utilizaron los manifiestos (manifestum, prueba, evidente), una forma de declaración públicas que hasta entonces sólo habían sido usadas desde la política (Por ejemplo, The US Declaration of Independence, 1776; The Declaration of the rights of man and citizen during the French Revolution, 1789; El manifiesto de Cartagena, 1812, Simón Bolívar). Con esta apropiación de un producto de la revolución industrial que cambiaría, literalmente, la faz de la tierra, se hace evidente el arte se estaba atribuyendo a sí mismo un rol activo en la creación del mundo. Y para proponer y hacer, ya no se podía ser neutral. Para hacer, sería necesario tomar posición:

"La literatura exaltó, hasta hoy, la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el sueño. Nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso de corrida, el salto mortal, el cachetazo y el puñetazo."

Filippo Tommaso Marinetti, Manifiesto futurista, 1909

“No será el miedo a la locura lo que nos obligue a bajar la bandera de la imaginacion”

André Bretón, Manifiesto surrealista, 1924

Tomando en cuenta la labor que desarrolló el artista vanguardista, debemos reconocer en su arte una capacidad sintética, en cuanto manifesta el universo cultural de su época, y una capacidad visionaria, pues da cuenta de las tendencias de expansión de dicho universo cultural. Y no fue esto acaso lo que ocurrió con el futurismo? No sólo el advenimiento y desarrollo del fascismo le dió a esta vanguardia una capacidad de influir en lo contingente (Marinetti se convertiría en el poeta oficial del régimen de Mussollini), sino también la teoría y los esfuerzos del músico futurista Luigi Russolo, quien propondría un arte de ruidos, a tono con la vida moderna, utilizando los sonidos y los ritmos de las máquinas y las industrias. Hace noventa años, su manifiesto, El Arte del Ruido, hablaría del futuro del sonido tal como hoy lo experimentamos, sobretodo en la música electrónica:

“(…) El ruido se diferencia del sonido sólo en tanto que las vibraciones que lo producen son confusas e irregulares, tanto en el tiempo como en la intensidad. Cada ruido tiene un tono, a veces también un acorde que predomina en el conjunto de las vibraciones irregulares. De este característico tono predominante deriva ahora la posibilidad práctica de entonarlo, o sea, de dar a un determinado ruido no un único tono sino una cierta variedad de tonos, sin que pierda su característica, quiero decir, el timbre que lo distingue.”

Y entre sus conclusiones,

“Los músicos futuristas deben sustituir la limitada variedad de los timbres de los instrumentos que hoy posee la orquesta por la infinita variedad de los timbres de los ruidos, reproducidos con apropiados mecanismos. “

Russolo, que comenzó su carrera futurista no como músico sino como pintor, también encarna al artista vanguardista: El artista produce ideas, conceptos y nuevas relaciones, y no es el desarrollo de la técnica lo que le da valor a su obra.

El artista de vanguardia pensó al mundo, desplazando teóricamente los límites convencionales de su contexto para comprender su época y su futuro. De esta manera, por ejemplo, el futurismo supo definir lo venidero a la manera que tiene la ciencia ficción: Proyectando su imaginación y sumándola a la voluntad de su tiempo.

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Partitura de “El despertar de una ciudad” (Risveglio di una città, Luigi Russolo, 1914)

III. REFLEXIÓN: SOBRE NUESTRA ESCUELA Y SU GIRO

“Sabemos que la mayoría de los manifiestos tienen una potencia inaugural basada en el impacto de su aparición, y que acaban por extinguirse y diluirse ante la fuerza avasalladora de un tiempo siempre móvil y cambiante. Los hechos y circunstancias de la vida terminan por comprometer y corromper los principios y la pasión. Sabemos que todos los manifiestos de los movimientos de vanguardia de comienzos del siglo XX no permanecieron activos demasiado tiempo en la creación y en la mantención de sus propuestas. Algunos hicieron escuela y duraron un poco más que otros, pero a la vuelta de las décadas se han convertido en materia de estudio de la historia en cuanto fenómenos importantes pero finalmente pasajeros; radicales pero efímeros”

Jaime Reyes, clase taller de Amereida, año 2003

En cuanto se propuso a sí misma una forma comunitaria diferente, en donde se entrama la vida, el trabajo y el estudio, la experiencia llevada a cabo en la Ciudad Abierta, aunque enmarcada en la vanguardia, no se ha extinguido como los otros movimientos de la corriente, sino que ha sabido permanecer viviendo, en este hacer entre todos.

“Esta escuela se hace con todos y cada uno de nosotros, los que estamos y los que estuvieron; es esta una empresa colectiva que descansa lejos de la individualización extrema que nos propone el mundo del éxito supuestamente adecuado y actual. Aquí cuenta la comunidad que me gusta llamar la multitud, por que sólo a través de la fiesta de la multitud se construye verdaderamente el mundo. Rimbaud cantó una vez que vale lo mismo la mano que ara que la mano que escribe, y nosotros lo tradujimos en la dura creencia de que no existen oficios superiores ni inferiores, sólo existe la igualdad intrínseca de todos los oficios. Sólo hay personas entregadas sin temor y por amor al servicio de la realidad”

Aún así, en mi opinión, comparte con los movimientos de vanguardia una de sus capacidades: Su capacidad visionaria. Según mi propia experiencia generacional, vivimos en un momento en donde la juventud no idealiza más la individualización extrema que nos propone el mundo del éxito supuestamente adecuado y actual, sino que, al contrario, idealiza una forma de vida comunitaria en la que el habitante genere una relación íntima y equlibrada entre su vida personal, su trabajo y el entorno, toda vez que la vida veloz y inmediatista determinada como consecuencia de los logros de la revolución industrial ya no genera el asombro que una vez inflamó al hombre futurista. Tal vez sea que este amor al servicio de la realidad, sin saberlo, sea una alternativa que ilumine el mundo que construyamos como hombres del mañana.