Estudio Intermisión

De Casiopea
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TítuloEstudio Intermisión - Taller Ciudad y Teatro 2do Semestre 2023
Tipo de ProyectoProyecto de Taller
Palabras Claveciudad, teatro
Período2023-2023
AsignaturaTaller del Programa y Forma de la Edificación
Del CursoTaller del Programa y Forma de la Edificación 2º Semestre 2023
CarrerasArquitectura
Alumno(s)Pablo Murúa, Hugo Vedal, Raimundo Hervia Salinas
ProfesorAndrés Garcés, Mauricio Vegas Fernández

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Estudio Intermisión

Misión y visión

Nuestra misión es crear una arquitectura capaz de fomentar la actividad constructiva y la exploración creativa de las numerosas escenas teatrales en el espacio, cuidando la acentuación en cada una de sus dimensiones particulares que la conforman , formales e informales, en un principio aventurados por este primer proyecto de y en Ciudad Abierta como primera piedra manteniendo horizonte abierto hacia el mundo. La visión, es entonces que habrá más sinergia con y en una conexión directa a la ciudad teatro Valparaíso extrapolando su modo escénico organizado a una orientación material en reciprocidad con la naturaleza, proyectándola en la vida y oficio.

Trabajo previo entrega de ciclo

Registro fotografico lugar de proyecto

Croquis/Esquemas jornadas obs CA

Ciclo 1

Laminas proceso ciclo 1

Emplazamiento y proyecto

ENTREGA 7 page-0001.jpg

Flora y fauna

Lamina de taller 03 page-0001.jpg

Historia y normativa

Lamina historia normativa page-0001 (1).jpg

ERE's invidivuales

ERE's grupal

Video Acto en CA

apuntes entrevista

Entrega Final Ciclo 1

Lámina

Lamina Grupal page-0001 (1).jpg

ERE Grupal

Ciclo 2

Registo fotografico

lamina final

Secuencia de momentos

Acto-cubo.gif

Ciclo 3

Lamina final Ciclo 3

Lamina Final copy compressed page-0002.jpg

Registro Travesía

Travesía Escrita

Pablo Murúa

El pensamiento, la preparación a un viaje comienza antes, mucho antes de subirse a un auto, un avión u otro transporte; inicia desde la preparación, la expectativa previa que nos trae tanto emoción, nerviosismo y ansiedad a aquello que nos depara, a lo incierto. En ese sentido, para mí la travesía se sintió de esta manera o mejor dicho pre-travesía, aunque hubo momentos donde sentí desconexión con el proceso y me sentía empujando una piedra a la cima de una colina constantemente solo para ver lo que se encuentra más allá, como Sísifo. La ansiedad que me producía la expectativa al viaje, fue el gas que incendio mis movimientos para empezar a llevar a cabo el proceso previo, más aún cuando me encontraba ya en el aeropuerto, sin el peso de las entregas, ni de otros temas, ya solo viviendo el presente, a las puertas de un futuro desconocido. Hubo un momento en el que me sentí bajo mucha presión al tener que hacerme cargo del movimiento dentro de la ciudad de Sao Paulo a través del metro, me sentí como si me volviera un diamante, con el brillo de mi responsabilidad saliendo a relucir en valor y utilidad. Un camino complejo y enredado en lo incierto, bajo un calor abrasador por lo humedad y un olor tropical, que nos llevó desde el aeropuerto GRU, punto culmine del vuelo, hasta el rodoviario de Sao Caetano do Sul, el punto de inicio en suelo al resto del viaje. Antes de dirigirnos a la salida de la ciudad, pasamos por un lugar impresionante e impactante por sus formas, distribución interna, y la energía que me transmitía el espacio, me refiero al SESC Pompeia, el cual se abrió a recibirnos inicialmente bajo el halo del restauro, ya que llevábamos horas sin comer, posterior a eso pude recorrer a profundidad los diversos edificios que se encontraban llenos de exposiciones artísticas y culturales, en especial por el profundo mensaje hacia la cultura negra al acercarse el día de su conmemoración. El impacto de los espacios era atrapador, cada espacio calzaba en lo justo y necesario con órdenes muy distantes a los comunes. Desconocidos en la intriga, terminamos bajo una cascada que me sacó el agotamiento del viaje para poder ya de una vez movernos al bus que nos llevaría hasta Belo Horizonte, un viaje que terminó siendo nocturno y largo, donde estuvimos a la espera entre juego y descanso , con una lluvia que nos despidió de la ciudad.
El viaje se dio entre paradas a lo largo del camino, puntos de conversaciones de media noche y espontáneas, casi somnolientos llegamos hasta el primer lugar interactuamos con alguien de la UFOP, al inicio fue complicado el ponerse de acuerdo para definir un lugar de encuentro con el bus que nos trasladaría a Ouro Preto por la diferencia de idiomas, pero gracias a que el grupo se movió, pudimos llegar bien hasta la micro. El transcurso entre Belo Horizonte y Ouro Preto fue una de mis partes favoritas del viaje por la cantidad de información sobre el lugar que te entrega el paisaje, trayendo un clima y un ambiente tropical que nunca antes había presenciado en persona, me sentí descolocado pero lleno de intriga por conocer los espacios silvestres que se asomaban a la vista, además la aparición del fuerte color de la tierra, unos pigmentos rojizos que impactaban visualmente por lo distinto tonos y terrenos que se encuentran en Chile, llenando los ojos de un brillo novedoso y bien recibido, el último aspecto que surgió muy tajante en el paisaje fue la minería del lugar , con la naturaleza que se encontraba en choque con sitios despojados de esta y regularizados en su forma, mostrando el crudo impacto de la mano humano por sobre lo presente. Siento que lo que fue todo el viaje antes de llegar a Ouro Preto fue la preparación a lo que se vendría, incluso casi como un presagio al rumbo de eventos que tendría el resto de la travesía.
La llegada a Ouro Preto fue más compleja que en Sao Paulo, ya que recién llegados, teníamos poco tiempo para llevar nuestras cosas a las repúblicas y poder almorzar, la recepción del clima nos advertía desde un inicio lo cambiante de sus momentos y de lo rápido que todo se dio, al quedar atrapados bajo una fuerte lluvia y que nos dejo empapados de pies a cabeza, por suerte la simpatía de un señor nos llevó a comer a un local llamado Adega restaurante que nos recibió incluso mojados. Tras el almuerzo, por irnos a cambiar a la república Quitadinha, nuestro grupo no pudo llegar al bus, lo bueno fue que tuvimos la oportunidad de ver y recorrer Ouro Preto de manera libre, ver y experimentar las distintas dimensiones, tanto patrimonial, cultura y social, la experiencia de lo que es encontrarse en un lugar tan absorbido por la naturaleza al adaptarse como Valparaíso a los cerros, pero con una vegetación que llena cualquier espacio, también el orden entre materiales como las tejas anaranjadas en los techos, los adoquines en las calles y las pinturas de las fachadas generaban un patrón continuado por toda la ciudad que impresionaban profundamente, pero que también marcaban la identidad del lugar. Otro punto importante de la arquitectura del lugar fueron las plazas que surgían en las cimas de las colinas, situadas en los puntos de mayor altura se volvían ejes de ubicación espacial, que poseían un sentido religioso y de conservación de la tradición muy potente. Muchas de estas características las pude notar desde el Morro da Forza, el cual era un cerro mirador desde donde se podía apreciar la inmensidad y completitud de la ciudad de Ouro Preto.
El primer día visitando la Escola do Oficios do Mariana, me vi sumido ante tanta información que poco a poco me fue consumiendo, sin poder despegar mi concentración a aquello que tanto Ney como Sergio nos explicaron sobre la escuela y sobre los talleres que se impartían, que por lo visual y palpable que existía no era necesario ni presentarlos, al poseer las herramientas y materiales, técnicas y formas a la vista, una cercanía que te permitía apreciar la complejidad del trabajo que se realizaba, a la dedicación y tiempo que sacrificaban al manufacturarlos. El sector de albañilería fue el que más me impactó, ya que me permitieron conocer distintas técnicas de construcción de muros, mostrando o dejando expuesto las diferentes etapas de los procesos, donde uno apreciaba el orden y los materiales que se necesitaban para hacer cada que trabajo.
Algo que agradecer de mucho corazón, fueron las comidas que nos brindaron, tanto en el ICSA como en la facultad de humanidades, no solo por la comida en sí, que era muy buena por cierto y nos permitió trabajar en las faenas de obra llenos de energía, arroz y porotos; pero sino que también por el recibimiento que nos dieron las personas del casino, como por los espacios naturales que nos permitían relajarnos y bajar la comida antes de volver a trabajar, los lugares eran tan preciosos por su flora y fauna, tanto que incluso llegamos a ver un tucán paseando por los árboles cercanos, una tranquilidad y pureza embriagadoras que representaba el momento de pausa y descanso. También las noches de fiesta y celebración que pasamos en las diversas repúblicas, en especial en casino la cual fue por así decirlo, la sede principal de las reuniones del taller, y que nos recibió siempre con los brazos abiertos.
La primera visita a Mariana fue un recorrido de lo más interesante, fue parte importante del primer acercamiento a la base cultural de la ciudad, lugar donde existieron fuertes y extremas discriminaciones por la raza y un sentido social que aún se encontraba inconcluso, donde el punto más impactante fue la plaza de la ex-cárcel, donde se encontraban un par de grilletes como recuerdo a las torturas y dolores sufridos en el lugar, una fuerte y cruda imagen que nos mostraba una cara mucho más íntima de la comunidad.
El ritmo que tuvimos todos los días fue bastante apresurado y agotador, con jornadas de sol a sol, y con celebraciones y fiestas por las noches, al inicio se veía como algo complejo de sobrellevar, pero que durante la marcha fue la clave para mantener la actividad y concentración, sin caer en la absorbente rutina diaria, ya que yo encontraba un descanso mental, al poder salir a divertirme en las fiestas y abrirme a conocer Ouro Preto con su gente. Siento que fue muy positivo el hecho de conocer, hablar y entablar relaciones con mucha gente de allá, porque en el fondo es romper la barrera del lenguaje y desarrollar una habilidad para comunicarse no solo con las palabras, además el conocer a la misma gente del taller de los cuales me llevo algo de cada un, ya sea un mensaje, una conexión, una amistad. La Escuela de Oficios fue muy acogedora, nos recibió con lo brazos abiertos, nos brindó conocimiento y nos permitió recorrer con libertad sus espacios; aunque al igual que en todo siempre existen conflictos y hubo un par de ellos durante nuestra estadía, pero aún así nos siguieron apoyando y preocupando por el sentido de la obra, y de lo que fuimos a realizar.
Hablando de la obra, a ciencia cierta un tema complicado desde inicio a fin, ya que de el comienzo la idea a realizar era muy vaga teniendo solo los requerimientos que la comunidad de Sto. Antonio nos pedía, pero sin ningún conocimiento espacial previo del lugar para desarrollar algo, lo primero fue realizar una visita a los diversos sitios que conformaban Sto. Antonio y entablar conversaciones con las personas que habitan la zona, el entender y acercarnos a la comunidad para poder encontrar el lugar de la obra nos llevó a un pequeño sitio que se encuentra entre dos puentes, siendo el puente colgante una experiencia de por sí. Este lugar se encuentra en la rivera del río y poseía un muro donde se podía proyectar un mural extenso. Sin embargo, el punto más importante de este sitio no era tanto el donde se encontraba, ni la vegetación, ni el mural; sino que lo que más valor tenía es que aquel espacio le pertenecía a los niños, era su rincón de juegos y risas, un lugar de celebración constante; que mejor lugar para llevar un presente que a un lugar de fiesta constante. El acto se apreciaba tan claro como el agua, no el agua del río la cual se encontraba un poco contaminada, ya que nacía el juego en un espacio tan simple donde el corazón y eje principal del espacio se personificaban en un columpio, el cual daba vida al juego en el lugar.
Ya decidido el sitio, nos pusimos manos a la obra, literalmente, empezamos diseñando el proyecto mediante bosquejos, croquis, bocetos y maquetas; que posteriormente presentamos al alcalde de la localidad de Mariana; mientras que existía la preocupación e inseguridad por la falta de materiales , ya que aún no llegaban. Después de hartos días de no decidir nada conciso, a Andrés le vino la idea de hacer módulos en base a una grilla de 3x3 mts, que al final fue de 4.2x3 mts, lo cual nos permitió generar 9 marcos distintos los cuales orientaríamos y estructuraríamos en el lugar, fue una misión complicada el traslado, ya que no poseían diagonales, lo que provocaba una inestabilidad constante en las vigas al momento de llevarlas, y el pasarlas a través del puente colgante fue algo extremadamente complicado y peligroso, una experiencia adrenalínica e intensa. Con los marcos en el sitio definimos las posiciones y las trazamos en el suelo. Algo que se me olvidó fue lo que yo considero el evento más trágico que sucedió en el viaje, mencionar que fue el día anterior al trazado, lo que ocurrió fue que llegó una retroexcavadora a trabajar el terreno, y que mientras en paralelo se llevaban a cabo unas faenas de limpieza del sitio, en un momento Andrés se acerca para intercambiar unas palabras con el señor de la máquina y acto seguido este levanta con una brutalidad el columpio, con la vista de todos clavadas en el suceso, como algo totalmente increíble, impactante y desgarrador sucedía frente a mis ojos, ya que por lo menos para mí, aquel columpio era el sello, la marca, el corazón de ese lugar; y quitarlo de ahí significaba casi como una ofensa hacia la comunidad, con los niños al borde de las lágrimas y los padres y madres sin comprender la razón de tal acto al igual que muchos de nosotros, ya que hasta ese momento no existía ninguna proyección o idea para construir un columpio nuevo.
Lamentablemente no todo termina bien en la vida y a veces hay que seguir adelante no más, no logramos finalizar la obra, la estructura no se logró terminar de estructurar, no pudimos fundar las bancas ni integrarles las maderas, se nos inundó el radier, y lo que personalmente más me dejó apenado y impotente fue el columpio. Por lo menos, el mural quedó terminado. Aún así me traje una decepción muy grande conmigo, por el hecho de haberles quitado algo tan valioso a esos niños que nos recibieron con risas y cariño, juegos y alegría, que no fuimos capaces de retribuir. Finalmente el viaje tuvo un final agridulce, con un banquete no merecido que nos organizó la comunidad y una despedida casi avergonzada, con una lluvia que nos arrasó de camino a las repúblicas y un pequeño incidente que sufrió la coni. De esa manera nos despedimos tanto de Sto. Antonio como de Mariana como de Ouro Preto, logramos llegar todos a los buses y el camino de vuelta fue tranquilo y decadente. Llegamos al aeropuerto de Santiago de Chile sin ningún inconveniente y ahí se daría el fin a una extraordinaria travesía, complicada y divertida, extravagante y intrigante, con muchas cosas que destacar, tanto buenas como malas, que me quedó corto con las palabras aquí escritas, me llevó en el recuerdo a todos los personajes icónicos que conocimos en el camino y personalmente, siento que me acerque a una parte del continente americano que se sentía muy distinto y distante. Muchas gracias por todo lo vivido, siempre vivirá en mis recuerdos la travesía a Ouro Preto/Mariana en Brasil el año 2023.