Espacio y Visión a medida de la escala humana

De Casiopea

Espacio y Visión a medida de la escala humana

Cambio de la mirada y la postura del hombre

“Renacentismo”, más que una época de la historia (año 1400 – 1500), es una postura cosmovisual nacida del pensamiento crítico en un momento oscuro de la historia, en el que el mundo era limitado y el conocimiento era algo exclusivo para elite. Algunas de sus características son el uso de la razón por sobre todo, el replanteamiento de la postura del hombre en el universo o Antropocentrismo, pero el cambio que va a influenciar la arquitectura en esta época es la relación del quehacer humano mediante obras artísticas.

En este tiempo los artistas le dan más valor al ser humano como habitante, por lo que retoman los estudios de los escritos originales, como el De Architectura de Marco Vitruvio (15 a.C.), cuyo tratado propone entender la arquitectura a base de 3 aspectos fundamentales: utilidad, belleza y estructura. Otros originales estudiados se centran en la filosofía, que nutren la visión de los arquitectos, como Platón y Aristóteles, cuyos pensamientos apuntan hacia una ciudad más humana, en la que el espacio público da lugar a habitar pleno y amable, en una ciudad saludable. Al hablar de arquitectura a unidad de edificio, esta usaba el modelo clásico establecido durante el Imperio Bizantino, específicamente la Iglesia de Santa Sofía, donde se construía una relación de proximidad cielo/tierra y las dimensiones verticales traen a presencia la concepción del cosmos, manifestadas en cúpulas. En este edificio su tamaño masivo apuntaba a generar un estado de introspección en las personas: el sujeto se siente humilde al comparar la escala humana con la del universo, reflejado en la cúpula, y, por lo tanto, Dios. Un ejemplo de obra de carácter religioso en el Renacentismo es el Monasterio San Lorenzo Escorial, un palacio en el que se cruce la dimensión vertical y horizontal que representa todos los poderes del mundo (culminación de la visión renacentista): la ciencia, la iglesia, la educación y el estado; todo relacionado en un solo edificio. Comparando estas dos obras podemos ver el cambio en la postura del hombre frente al Mundo reflejado en la arquitectura. Una estructura de tamaño monumental antes se usaba para traer a presencia las dimensiones limitadas del hombre, la luz contenida en esta representando la divinidad y dejando a los hombres en la oscuridad: todos atributos para una actitud religiosa. Durante tiempos renacentistas significado de tamaño y luz cambian hacia un prospecto más humano que divino; el tamaño de la cúpula no es solo para venerar a Dios, sino también como triunfo humano, al crear una estructura venerable cuya magnificencia sea recordada, y la luz pasa de representar la presencia de Dios a ser un símbolo de sabiduría e iluminación. El pensamiento anterior da un giro completo en el que ahora se valora la actividad humana y se da cabida al hombre en la obra, manifestando una relación subjetiva entre el hombre y el medio a través de la mirada. Esta nueva percepción respecto a lo que le rodea se le suma una mirada científica, que se convierte en un estudio de la perspectiva óptica y fenómenos lumínicos. Estas dos miradas objetiva y subjetiva ser manifiestan arquitectónicamente en el paisaje, que se crea mediante los jardines y su planeamiento como lugares de placer estético y en relación con el panorama campestre en el que se encontraba. Sumado al cambio de percepción, el auge económico, los excedentes y el afianciamiento de las rutas comerciales que permitían viajes seguros, el desarrollo de obras centradas en el hedonismo estético se hizo más presente a medida que avanzaba la época renacentista.

Renovación social: del uso al ocio

Con el Renacentismo llegó un cambio de mentalidad en frente al desconocido: con el auge económico, los excedentes de producción, un cambio de percepción del mundo y el afianciamiento de rutas comerciales, el hombre comenzó a aventurarse fuera de las murallas de sus ciudades a nuevos, mas placenteros lugares. Al tiempo en que el hombre empezó a cambiar sus prioridades de utilitaridad a ocio, empezó a abandonar las ciudades feudales, que protegían de los bandidos, y su nuevo ideal de habitar fueron las Villas renacentistas, cuya única necesidad de protección era agrícola. En este tiempo las ciudades se expandieron y aseguraron sus límites, consolidando las Ciudades-Estado, que eran política y económicamente independientes, la última gracias al comercio. En estas ciudades, las familias poderosas eran de mercaderes, cuya fortuna podía costear el ideal de vivir en el campo. Una de estas familias eran los Medici, cuyas propiedades son iconos del renacimiento y se esparcen por toda Italia, tanto en el campo como la ciudad. Un ejemplo es la Villa Careggi, hecha por Michelozzo; el encargo de este fue transformar los antiguos castillos de arquitectura medieval en Villas campestres con el fin de contemplar. Esto representa un cambio radical, ya que se hizo una reconfiguración del utilitarismo medieval al ocio renacentista. Esto se logró, entre otras maneras, al conectar el interior con el exterior a través de elementos como la Logia, que era un lugar de conversación y contemplación en el que se presenta la mirada, todo apuntado al goce de placeres. Debido a la renovación social que ocurría en las ciudades se empezaron nuevas actividades empresariales, actos cívicos, fiestas mundanas (regreso al paganismo), acceso a nuevos productos, más movimiento de dinero, etc. Todo este cambio permite que la dimensión de campo se abra a nuevas posibilidades: ahora estas villas necesitan estar equipadas para fiestas, celebraciones y entretención, por lo que la arquitectura es algo más estético, construido bajo los conceptos de belleza de la época, que era básicamente la armonía del estilo clásico, volver a la simpleza armoniosa de la antigua Grecia, donde los materiales claros como el mármol y el yeso reflejaban la luz y la hacían un elemento presente e importante en las estructuras, que ahora incluían techos altos y ventanas amplias, convirtiendo el interior en algo amplio y acogedor Del interior se creaba también una unión hacia el exterior en forma de apertura, con logias y miradores que se abren hacia laderas por las cuales se observan las grandes ciudades o los campos agrícolas, con una nueva sensibilidad y apreciación del entorno.

Armonía en el encuentro de la villa con el paisaje

En la etapa del Renacentismo conocida como el Cincuecento (1500), existe ya una mayor práctica sobre la arquitectura estética y el planeamiento del paisaje, por lo que los artistas visionan más en el terreno y empiezan a dominarlo, a formar un planeamiento de este, no solo usar lo que ya está a su disposición, sino además a crear un “paisaje recreado”. Esto es, usar la orientación de la villa y la modificación del terreno para recrear otros paisajes, que no se encuentran en esa ubicación, y el disfrute visual que viene con ellos. El máximo exponente del pensamiento arquitectónico en el Cincuecento es Andrea Palladio, cuyos proyectos de villas buscan encontrar la perfecta armonía entre el edificio, un elemento geométrico y volumétrico, en un espacio natural e irregular. Una de sus obras es la Villa Barbaro o Masser, en Vicenzia. Esta buscaba encontrar la belleza en la simetría que se lograba al combinar partes en un todo. Para eso, todo se articuló en un eje de simetría en el que se basó toda la proyección del edificio; el eje longitudinal guía la fachada principal que coincide con el prado del campo italiano a la vez que con el sistema hidráulico del agua de las fuentes (característica que también combina cultura con la naturaleza). Otra forma en la que se crea armonía en los diseños de la villa es uniendo forma con función, belleza con utilidad, la síntesis equilibrada de elementos secundarios prácticos, como los de orientación agrícola, y la elegancia de los elementos centrales específicos para juntas sociales. Además se encuentra la mezcla entre los elementos arquitectónicos nuevos y tradicionales, como los arcos clásicos y columnas dóricas. Tanto en la obra antes mencionada como en otra obra predominante de este tiempo, il Cortile del Belvedere de Bramante, se usa un eje longitudinal para ordenar el proyecto y orientarlo en relación con el entorno. En el Cortile existen seis terrazas unidas por escaleras simétricas alineadas en el eje longitudinal para crear una secuencia de espacios formales. La escala que vincula estas terrazas es la unidad arquitectónica, ya que crea el paseo que se recorrerá, basado en el punto de fuga donde termina tanto el eje como el recorrido.