Entrega 3 / 19.04.10 / Obra de Arquitectura. Caso de Estudio: Plaza de San Pedro, por Gian Lorenzo Bernini

PLAZA DE SAN PEDRO

La Piazza San Pietro, cituada en la Ciudad del Vaticano, dentro de la capital Italiana, precede a la Basílica de San Pedro. Fué proyectada por Gian Lorenzo Bernini, entre 1656 y 1657. La vía de acceso a la plaza es la Via della Conciliazione y muestra, al fondo, la magnifica fachada de la Basílica. La vía comienza en el largo Giovanni XXIII, cercano al castillo de Sant Angelo junto al río Tiber y pasando finalmente por la plaza Pío XII. Es una explanada trapezoidal, ensanchada lateralmente por dos pasajes elípticos que son la Columnata, rematada en una balaustrada sobre la que hay dos fuentes, una en cada foco elíptico y en el medio un obelisco de 25m de alto colocado por Sixto V en memoria del martirio de San Pedro en el circo de Nerón (se le conoce como el testigo mudo, puesto que a sus pies se crucificó a Pedro). Los dos pasajes de columnas se abren simbolizando el abrazo de acogida de la Iglesia al visitante.

En la Plaza de San Pedro, el Papa celebra las liturgias solemnes del año eucarístico, especialmente las que reúnen multitudes que la basílica no soportaría, así como otros encuentros y audiencias públicas. En París, la plaza de la Concordia es idéntica a la de San Pedro en su distribución del Obelisco y las fuentes. Antes de Bernini, al inicio del siglo XVI, la plaza era rectangular y poseía un desnivel de diez metros aproximadamente entre el pie de la escalinata de la Basílica y el Borgo Nuovo. Para el jubileo del 1500, Alejandro VI hizo abrir la primera vía recta de Roma, la cual comprendía entre el puente Sant´Angelo y el portón del Palacio Vaticano. La vía atravesaba la platea con una franja de piedras e inclinada en seis grados con relación a la basílica antigua y su eje. Ante el portal de ingreso a los palacios, el Borgo Nuovo provoca una prospectiva de cerca de ochocientos metros, lo que confirma que Alejandro VI no quiso un rol prioritario de la basílica de San Pedro en relación con la ciudadela pontificia, al contrario, prefería como punto de referencia el palacio, la curia y la residencia del papa. La Vía Borgo Nuovo (o Vía Recta) es la intersección que aparece de un programa no arquitectónico. No se pretendió construir San Pedro ni los palacios vaticanos a partir de un diseño único.

UBICACIÓN Y EMPLAZAMIENTO

LA BASILICA DE SAN PEDRO

Luego todo se demolió y se construyó en torno a la Basílica de San Pedro. A pesar de esto la vía Recta no fue eliminada y el Portone di Bronzo lleva a la Scala Regia y de esta a la sala que es antesala de la Capilla Sixtina. Las cuatro divisiones centrales de la basílica se extienden desde el domo y conectadas entre sí por pasajes detrás de los muelles de la cúpula. A los costados los corredores de menor altura, el de la derecha bordeado por cuatro capillas laterales y el izquierdo por tres y un pasaje hacia el techo. El recorrido de la nave está cerrado por el bronce baldaquino de 29m de alto, erigido por Bernini en 1633 por mandato de Urbano VI.

Con planta de cruz griega y una cúpula magnifica, que deja de lado la cruz latina constantiniana. Los muchos arquitectos que la diseñaron fueron Bramante, Rafael, Antonio da Sangallo el Joven, Miguel Angel y Carlo Maderno. Bernini intenta delimitar la cúpula con dos campanarios en los principios del siglo XVII, pero los fundamentos débiles le impiden proceder con la construcción. Desde ese fracaso es que empieza a buscar una solución para la basílica que implique toda la plaza. Cito: “la chiesa di S. Pietro, quasi matrice di tutte le altre doveva haver' un portico che per l'appunto dimostrasse di ricever à braccia aperte maternamente i Cattolici per confermarli nella credenza, gl'Heretici per riunirli alla Chiesa, e gl'Infedeli per illuminarli alla vera fede” (La iglesia de San Pedro, cual matriz de todas las demás debe tener un pórtico que muestre que recibe con los brazos abiertos, maternalmente, a los católicos para confirmarlos en la fe, a los herejes para reunirlos en la Iglesia y a los infieles para iluminarlos hacia la verdadera fe).

LA COLUMNATA

Se concibe un gran espacio abierto frente a la imponencia de la basílica. Los viejos atrios paleocristianos inspiran a Bernini en la construcción de la plaza que da cabida a la basílica de San Pedro. Prolonga, para que la fachada, hecha por Moderno, no quite protagonismo a la cúpula, la anchura de la fachada en una pendiente y delante abre una majestuosa plaza elíptica. A excepción de la parte frontal, que se abre hacia Roma, está rodeada toda la curvatura de columnas. Formada la plaza por dos arcos semicirculares en cuyos focos elípticos reposan, a 50m, grandes fuentes equidistantes a los arcos. En el centro un obelisco de procedencia Egipcia, simbolizando a los dioses de la antigüedad simbolizando la universidad del catolicismo. Cuatro hileras de columnas de orden toscano que, situadas de forma paralelas de dos en dos, formaban la columnata del pórtico. Finalmente, una cubierta del período clásico, en la que hay estatuas de la historia de la Iglesia y el Evangelio. Se ha dicho que Bernini ha querido simbolizar con la columnata los brazos de la Iglesia, abiertos, en los que tiene cabida toda la humanidad.

La columnata de San Pedro es todo un signo barroco del papel rector de la Iglesia católica, peor más aún, de la nueva manera de valorar los espacios públicos arquitectónicos. El proyecto original de la plaza contenía una plaza cerrada, de dos brazos laterales y un tercero aislando, con lo que se creaba un espacio diferenciado. Tras ese tercer brazo se encontraba una manzana de casas (el Borgo Leonino) que la adaptaba al contexto urbanístico. Por supuesto el tercer brazo nunca se construyó, quedando la plaza con aspecto similar al actual.

El diseño de la plaza simboliza al Papa coronado con la tiara (cúpula de San Pedro) y con los brazos abiertos acogiendo la cristiandad. Otro de los proyectos de Bernini simbolizaba el Cristo crucificado. El pontífice de entonces exigió que la plaza permitiera que todos los situados vieran la lonja de bendiciones con comodidad y estancias vaticanas, donde se realizan las bendiciones papales. Las columnas es tán organi zadas radialmente en torno al punto de generación de la elipse (el foco) creando así un espacio desbaratado ópticamente. El estilo de Bernini, curvado, es clásico y con un sentido muy sobrio en el uso del orden toscano, aunque la dinámica y escenografía es barroca. Las columnas balaustradas recuerdan Palladio en el Teatro Olímpico.

AUTOR REFERENCIAL / CARLO MADERNO

Carlo Maderno

Es un arquitecto con origen italiano, pero nacido en Capolago, cantón de Tesino (Suiza) en 1556. Su primera obra importante fue la fachada de Santa Susana, entre 1595 y 1603, en la cual utiliza el modelo de la fachada del Gesú de Roma de Della Porta, pero introduciendo volumetría que acentúa el claroscuro, precedente directo del barroco. Con el Papa Pablo V, concluye la Basílica de San Pedro del Vaticano, en la que plantea, dando una mayor cabida a los fieles, transformar el proyecto de Miguel Ángel de planta de cruz griega centralizada en una planta de cruz latina, longitudinal. Así, al levantar la monumental fachada, esta se desarrolla longitudinalmente y no en altura, pese a su gran monumentalidad. La fachada, demasiado desarrollada en la horizontal, no podía alzarse sin dañar la vista de la cúpula. La escalinata delante de la iglesia (tan larga como la misma fachada) fue limitada a la parte central; Bernini hizo demoler la escalera existente, excavó el terreno y bajó el suelo para que quedara casi equivalente con el del obelisco. La cúpula de Miguel Ángel quedaría para Maderno desplazada hacia el fondo, debido a los volúmenes agregados. Sin embargo, se le reconoce a Maderno haber obrado con un gran respeto por la obra de Miguel Ángel, y haber articulado el edificio suyo, con todas las condicionantes que se le planteaban, teniendo en cuenta el espacio que lo precedía y preparando la solución urbanística dada por Bernini para la plaza.

Sobrino del renombrado arquitecto Domenico Fontana, en 1588 comenzó a trabajar en Roma con su tío, que se había hecho cargo de las obras de la basílica de San Pedro. Santa Susana era un proyecto revolucionario, dotado de un vigor y una lógica distinta entre los manieristas. Su dedicación a las obras encargadas por el Vaticano no le impidió levantar otros edificios de renombre en Roma, como la iglesia de Sant’Andrea della Valle donde ejecutó una majestuosa cúpula, la segunda más grande de Roma después de la de San Pedro; el palacio Mattei (entre 1596 y 1616), que muestra la primera escalera romana de cuatro tramos decorada con estucos, así como el proyecto del palacio Barberini (1628-1633), una monumental residencia dispuesta sobre una planta en forma de H, nunca antes vista. El rechazo a los mecanismos tópicos del manierismo tardío, el dinamismo de la fachada de Santa Susana y la elegancia de Sant’Andrea, las innovaciones compositivas y su oficio respecto a la forma constituyeron un legado fundamental para figuras relevantes de la época como Francesco Borromini o Gian Lorenzo Bernini.

Sobre la elección de Alejandro VII en 1655, se rodea de arquitectos y proyectos urbanísticos, como la reordenación de la Piazza del Papolo. En San Pedro termina la decoración interior con la Cátedra de San Pedro. Consiste en un relicario con la cátedra paleocristiana sostenida por estatuas de los Padres de la Iglesia Católica, como símbolo de la sabiduría y de la autoridad eclesial. La paloma simboliza el espíritu santo. Al exterior construye una columnata elíptica (la Columnata de San Pedro), espacio dedicado a ceremonias religiosas de grandes multitudes, que representa el abrazo de la iglesia a toda la Iglesia. Las obras de San Pedro culminaron con la Scala Regia, la entrada oficial al palacio apostólico, utilizando una columnata que, flanqueando la escalinata, corrige la irregularidad del muro y crea la ilusión visual de una escalera de mayores dimensiones.

A su faceta de gran arquitecto se une su magistral uso de la técnica para la escultura. Él rompe con la escultura del Renacimiento, con la sombra de Miguel Ángel. Con él se inicia la escultura del barroco siendo aceptada por el pueblo y trasladándose su fama más allá de Italia. Es el teórico del movimiento humano en la escultura, pero no en sí mismo, sino que capaz de crear sentimientos y demostrar expresiones. Su padre, escultor como él, le influyó en sus inicios. Apolo y Dafne; Éxtasis de Santa Teresa; Fuente de los 4 ríos; Fuente Tritone; Tumba de Urbano VIII, entre otras.

AUTOR DE LA OBRA / GIAN LORENZO BERNINI

Bernini

Nacido en Nápoles el 7 de Diciembre de 1598, fue un escultor , arquitecto y pintor reconocido por su destacada labor artística en el período del Barroco, siendo el más representativo del barroco italiano. Se caracteriza como arquitecto porque: Da importancia a lo decorativo, tanto al interior como exterior; multiplica las columnas y pilastras como los elementos constructivos, con función decorativa dando así con esto ritmo arquitectónico; las curvas se compenetran con las lineas rectas, buscando presiones dinámicas; prefiere en las iglesias las plantas centralizadas, fundamentalmente la planta ovalada. Las obras de Bernini revelaron ya desde un principio su enorme talento. En su primera fase estilística, demuestra un interés y un respeto absoluto por la escultura helenística, en obras que imitaban a la perfección el estilo antiguo. Entre 1621 y 1625 realizaría cuatro obras que lo consagrarían como maestro de la escultura y le darían gran fama. Son los cuatro Grupos Borghesianos, cuatro grupos escultóricos basados en temas mitológicos y bíblicos encargados por el cardenal Borghese.

Durante su vida, Bernini gozó del favor y la protección de siete pontífices, para los que realizó numerosas obras. Sin embargo fueron tres los que mayores obras le encargaron: Urbano VIII, Inocencio X y Alejandro VII. El primer encargo de Bernini, con Urbano VIII en 1623, fue la estatua de Santa Bibiana, en la Iglesia de Santa Bibiana, Roma, que conjugaba el la fachada y una estatua de la santa. Da un giro hacia una mayor expresividad, con efectos acentuados de claroscuro, que dialogan con la pintura de Pietro da Cortona, otro protagonista del Barroco romano. La asociación artística de Urbano VIII con Bernini, culminará en la Basílica de San Pedro: la basílica que representaría el renacimiento de la Iglesia tras la crisis del siglo anterior. Con la llegada de Inocencio X, en 1644 sufriría la demolición del campanario de la fachada de la basílica de San Pedro, por problemas de estabilidad. Sus detractores lo culparon por incompetencia técnica, mientras el papa le dió siempre su apoyo. Coincidiría también con el ascenso de artistas rivales como Francesco Borromini o Carlo Rainaldi y realizaría una de sus obras cumbres, el éxtasis de Santa Teresa.