Encargo 6: Pormenores luminosos
"Los hombres de la Edad Media, vistos desde nuestra época (...), pueden parecernos, en ciertos aspectos, ingenuos, infantiles, desprovistos de complejidad psicológica, lo que nos induce equivocadamente a tomarlos por seres más instintivos y menos conscientes que nosotros. De hecho, toda su actividad creadora estaba sostenida por la Idea, es decir, por una concepción espiritual de la vida, mucho más que en el caso del hombre moderno. (...) << Estaban más cerca que nosotros tanto del cielo como de la tierra >>, se ha podido decir con mucha razon."(Titus Buckhardt, Chartres y el nacimiento de la catedral)
La espiritualidad creadora del hombre medieval está influida en sus obras, y por tanto es importante considerarla para poder entender muchos de los partidos que estas obras toman. A propósito de los vitrales, estatuas, orientaciones, etc., presentes en una catedral, suele considerarse, por ejemplo, que tienen una inspiración simbólico-representativa, y también pareciera que dicha inspiración ya no se encuentra en las obras modernas. Pero esto podría no ser así (o tan así). Puesto que dichos elementos que consideramos "simbólicos" parecieran ser más bien pormenores que buscaban construir un ámbito social y cultural, como podría ser (en nuestro tiempo y sociedad) una canción en la radio, o un afiche publicitario, o un libro.
Y en ese sentido, la catedral era un gran medio de comunicación, que daba cabida al ámbito social de la ciudad. Una de las grandes invenciones del gótico en relación a esto fue la de pormenores que se basaran en la luz; tanto la que dejan pasar y en la manera en que la dejan pasar (vitrales), como los que la reciben y la moldean armónicamente en sombras y contrastes (elementos de piedra). En otras palabras, que la belleza más próxima al cuerpo radica en la manera en cómo se ilumina el espacio.
No hay resultante el vitral contenido en la estructura otorga forma a la estructura y vice versa: la relación entre los claros y oscuros se concibió simultánea al diseño del vitral
La catedral va dando cabida a diferentes relatos que son relevantes para dicho sistema cultural; trasciende lo religioso, pasando también por lo histórico.
En lo fijo de las estatuas a la posición que tienen; éstas construyen un contraste que las realza a partid de la manera en que fueron hechas y puestos. El gesto considera y potencia su propia luz, teniendo así, un emplazamiento.
Pese a que ambas esculturas (o conjuntos) son diferentes, se puede establecer entre ellas el checo de ubicarse en la inmediación de un pilar. En el caso de Chartres, las esculturas son parte del pilar, en parte por técnica constructiva, y en parte por el relato, ya que los representados son reyes del Antiguo Testamento, y por tanto son parte de la estructura y base de la Iglesia. De ahí también su forma alargada, y más tosca que la de Reims. Esta catedral desarrollo ampliamente el acabado escultórico. La relevancia de la escultura de saca de su condición de pilar, ya que su sentid es distinto: importa más su forma para el ámbito que construye.
• York: el fragmentado es dual: por un lado se trazo el color y por otro los vidrios. Aparece algo de la proximidad necesaria para ver bien, y también la manera de trazar el vitral por pequeñas unidades, de manera que todas calcen perfectamente tanto por la imagen como por el rasgo. • Colonia La escena juega con colores y fragmentos, confundiendo trazado y teñido en pos de una completitud. Las catedrales alemanas -por ende sus vidrieras- fueron las ultimas en levantarse (en cronología), apareciendo en ellas una gran consolidación de las técnicas necesarias o aplicadas. • Chartres: el vitral muestra la vida de San Lubino, pero el orden no queda del todo claro. Se relata la historia sin un orden visual; como si ilustrara algo contado por alguien más. Al centro, el medallón muestra el transporte de un tonel.
En la actualidad pareciera haberse invertido la idea del gótico de introducir luz de color a la obra, optándose más bien por iluminar un color. El contraste de la luz en la catedral también es singular, por ser el único color que baña el interior.