Encargo 03 Epistemología - (Sin título) / Marina Cabezas
Título | Sin título |
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Asignatura | Presentación: Epistemología en Arquitectura y Diseño |
Del Curso | Presentación: Epistemología en Arquitectura y Diseño 2022 |
Carreras | Diseño |
Nº | 3 |
Alumno(s) | Marina Cabezas |
(sin título)
Una alegre melodía me despierta y obliga a enfrentarme a una luz intensa, siento mi cara luchar contra esa luz, ¿de dónde viene el sonido? sigo perdida en el tiempo‐espacio. Aún sin ubicarme a mi misma trato de ubicar el origen del sonido, está cerca pero, a pesar de que mis ojos hacen su mejor esfuerzo, es en vano. Son mis manos, luego de unos segundos de ardua búsqueda, las que encuentran una textura suave, lisa, y el sonido se detiene. Descansan mis oídos y respiro agradecida y resignada a la vez: sé que debo enfrentarme a un nuevo día.
El calor de mi cobijo y el frío del exterior sólo colaboran con mis ganas de seguir refugiada en este pequeño espacio, en estas suaves texturas que abrazan mi cuerpo. Me giro en mi misma, abro los ojos y el blanco de que me rodea me encandila nuevamente. Poco a poco comienzo a ver algunos colores. Todo a mi alrededor está detenido pero siento fugaces sonidos que parecieran venir de un lugar cercano y lejano a la vez. A pesar de la detención general del espacio que me rodea, la distribución de los objetos (algunos ordenados y otros desordenados) logra guiar mis ojos a través de ellos, me indican un camino a seguir, una sutil invitación a mirarlos uno después de otro, uno al lado del otro, filas y filas de objetos, colores y texturas.
Estiro mi cuerpo y me giro un poco. La horizontalidad y altura en la que me encuentro me hace descubrir nuevas perspectivas de objetos que veo todos los días: esa nueva forma de mirar los transforma en objetos nuevos, interesantes otra vez. Hay un plano café que tiende al cilindro ubicado diagonalmente entre cuatro verticales y dos horizontales. Llama mi atención en primer lugar porque no suele estar ahí, y en segundo lugar porque me muestra nuevas luces, o nuevas sombras: la vertical agujereada que evita que dicho plano se caiga se vuelve curva en la superficie áspera y café. El trabajo conjunto de luces y sombras le avisan a mi ojo las texturas de cada cosa que ven, le entregan a mi piel anticipadas nociones de las sensaciones que experimentará si decido tocarlas.
Los vacíos contenidos entre las verticales unidas a través de planos horizontales a distintas alturas parecieran contener la mayoría de los objetos del lugar, objetos que se distribuyen en esos planos siempre en relación a otro objeto y siempre con un punto de apoyo inferior que ubica un objeto en el plano o un objeto sobre otro. La distribución de las formas, colores y texturas parecieran no tener sentido.
Mis ojos buscan un descanso de tanta información, buscan refugio en el blanco grumoso de las paredes que lo encierran todo. Se distraen de igual manera viendo la diferencia de cada uno de esos grumos, buscando formas reconocibles.
Algo me dice que ya no puedo seguir aquí, el hambre y las obligaciones no me dejan más opción que levantarme. Mi tiempo se conecta al de otros.
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Desde una nueva perspectiva, veo otra vez el mar y me pregunto por qué pareciera que el agua se mueve sola, por qué decide lanzarse al choque con las piedras, por qué si su cíclico movimiento se ve tan suave produce un sonido tan fuerte al estrellarse, ¿es por su peso? ¿cuánto pesa el mar? ¿está vivo? ¿decide conscientemente estrellarse una y otra vez o hay alguna fuerza que lo obliga a ese eterno ir y venir? Yo también voy y vuelvo, a lugares, a canciones, a personas, mi consciencia —al dormir— va y viene, ¿hay algo que me obliga a hacerlo sin que me de cuenta? ¿eso que controla al mar, también me controla a mi? ¿estaremos conectados de alguna forma? ¿hechos de lo mismo? Sólo el tiempo va, no viene, no vuelve más.
El mar y yo somos diferentes, ya lo sabían quienes decidieron nuestros nombres. Si fuera igual al mar, si fuera el mar, ese sería mi nombre: Mar. Hay algo que nos separa y nos mantiene separados, independientes, algo que hace que el mar sea y siga siendo mar, que no se fusione, por ejemplo, con las rocas. Algo que mantiene sus corporalidades aún cuando se tocan. Una especie de fuerza aglutinante que permite que sigan siendo a pesar de ceder un poco de sí mismos, como cuando la ola moja la arena o cuando la arena se dispersa en el mar.
Quizás, entre nosotros, los seres y los elementos con los que compartimos nuestra existencia tenemos tantas diferencias como similitudes.