Encaminar el destino desde la escena Medieval. -Isidora Pizarro Torres

De Casiopea



TítuloEnsayo 1-2ºS 2021
AsignaturaTaller del Programa y Forma de la Edificación 2º Semestre 2021
Del CursoTaller del Programa y Forma de la Edificación 2º Semestre 2021
CarrerasArquitectura
8
Alumno(s)Isidora Pizarro Torres

Encaminar el destino humano desde la escena medieval

Resumen

Durante el medioevo suceden hechos que decantaron en una utilización del espacio público para armar escenas, especialmente durante festividades como procesiones. Esto implicaba una participación transversal en la jeraquía social, pues todo aquel que habitase lo público podía participar de las celebraciones y la escena teatral. Esta nueva forma de relacionarse con lo público, divinidades y ciudad, me lleva a preguntarme si a través de estas prácticas, a pesar de que el humano se ve alejado de la naturaleza, es decir, el vínculo más puro con lo divino, puede aún así encontrar, visualizar, recorrer el destino de la ciudad, lo que a su vez lo encamina hacia su mismo destino latente en la condición humana.

Palabras Claves

Escena medieval, destino, ámbito urbano, lo público, espontaneidad callejera.

Introducción

En el año 476 d.C, ante la caída del Imperio Romano, comienza el periodo histórico llamado Edad Media. Este periodo es reconocido por una serie de características que definieron la sociedad, las figuras de poder, el urbanismo, las creencias, entre tantas dimensiones que confluyen la realidad humana. Relevancia tiene el cambio en la manera que las personas se relacionaban con las divinidades (Garcés, 2021), es decir, el propio ser en su estado elevado, pasando desde los griegos con su teatro ante la naturaleza desconectado de la polis para reconectar con lo celestial, a las ciudades medievales y su desplazamiento de la escena a la calle, dirigido por la iglesia. Si bien hay registros previos de escenas callejeras, en esta época cobra una mayor importancia, lo que me lleva a preguntarme si esta representación puede acercar, mostrar, dirigir o encaminar al habitante al destino de la ciudad y en su esencia más pura, su destino propio como ser humano.

Espacialidad y distribución urbana medieval

Fig. 1. Plano de Carcassonne en el siglo XIII.Ejemplo de ciudad medieval francesa. Fuente:https://es.wikipedia.org/wiki/Urban%C3%ADstica_medieval#/media/Archivo:Plan.carcassonne.XIIIe.siecle.png

Las ciudades medievales se tornaron amuralladas, gestadas hacia una centralidad donde concurría un gran vacío urbano, la plaza. Ésta se presenta como el espacio destino de la ciudad, pues le concurrían vías principales, por lo general las mismas que conectaban a la ciudad con el exterior de los muros. Además, entorno a la plaza se emplazaban edificios que representaban los poderíos religioso y gubernamental, como la iglesia y ayuntamiento (Francisco J. Flores, 2002). Entonces, la plaza generaba todo un ecosistema donde primaba el acto del encuentro e intercambio comercial, donde el vacío regalaba la permanencia. Es aquí también donde se realizaban situaciones excepcionales de festividad y celebración, las cuales adquieren una importancia social pues el sistema de creencias cambia. La relación con las divinidades se torna estrictamente monoteísta bajo la influencia cristiana, donde la iglesia va a buscar evangelizar, educar y seducir personas a través de elementos escénicos. Es decir, toma festividades como carnavales, procesiones, los fusionan con figuras paganas de conocimiento popular y los introducen en momentos excepcionales durante el año (Garcés, 2021). Se podría decir que quienes promueven estos eventos direccionan la sociedad y por lo tanto ciudad hacia el destino que primaba en ese entonces: la iglesia y su jerarquización tanto espiritual como terrenal que perseguía.

Destino Griego: aquello que ordena y determina los sucesos en la temporalidad

Fig. 2. Croquis: "La permanencia del encuentro es direccionado a la escena, propiciando un fondo que aparece en la proximidad dándole valor a ésta al entender la vastedad" Fuente: Elaboración propia.
Fig. 3. Croquis: "La neblina suprime la extensión lejana, presentando un plano sin dimensión. El espacio indefinido genera expectación a lo desconocido y aparente, dejando el mirador suspendido al imaginario momentáneo" Fuente: Elaboración propia.

Es necesario por lo tanto revisar qué se entiende por destino, pues creo que éste permanece inagotablemente en la condición humana. Por más perdido o alejado de sí que se encuentre un ser, lo último que reside en la esencia de la vida es ese destino. La RAE define destino como:

1. m. Encadenamiento de los sucesos considerado como necesario y fatal.

2. m. Circunstancia de serle favorable o adverso a alguien o a algo el destino.

3. m. Consignación, señalamiento o aplicación de una cosa o de un lugar para determinado fin.

Estas definiciones evocan una atadura inalterable con un final trágico, del cual no se puede liberar ni cambiar. Su origen remonta de los griegos, los cuales entendían el destino como una fuerza cósmica que regulaba y ordenaba las cosas. Toda temporalidad pasada, presente y futura obedecía a las leyes del destino, de las cuales ni los dioses podían burlarlas (Marcano, 2008). En específico tenían las figuras de las Moiras, que significa “parte o porción”, señalando la porción de vida que a cada uno le corresponde. Éstas eran tres: Átropo, Cloto y Láquesis, cuya función es regular la vida de cada mortal con la ayuda de un hilo que la primera hilaba, la segunda enrollaba y la tercera cortaba cuando llegaba el término de la existencia (Marcano, 2008). Los griegos podían, literalmente, observar y empatizar esta cosmovisión al ser sometidos en un acto de distanciamiento cuando asistían al teatro. Obras representaban la vida metafóricamente, y al ser observada desde la otredad, cual un niño ve algo por primera vez, podían entender tal destinación. Más aún si se considera el emplazamiento del teatro, alejado de la polis, direccionado ante la panorámica natural y celestial que envuelve personas que en dimensión, debiesen haber aparecido pequeños y vulnerables ante este destino cósmico del cual no queda más remedio que entregarse.

Escena Medieval

Volviendo al medioevo y sus cambios mencionados, el teatro como espacialidad escénica cae en el desuso y olvido, eventualmente los espacios donde originalmente se desarrollaba el teatro, son ocupados para otros fines, como comerciales y residenciales (Garcés, 2021). La escena teatral le sucede un traslado a la calle de distintas formas. Una de ellas es la procesión, la cual es un recorrido de personas que caminan ordenadas y solemne por la calle con un motivo ceremonioso. Esta era un proceso de construcción, se está yendo con el acto, el cual se contempla y transita con el mismo. Para culminar y finalizar la procesión se terminaba en el interior de la iglesia, la cual se transformaba en un escenario aprovechando su monumentalidad (Garcés, 2021). Otra figura que surge son estos escenarios bastante simples y de fácil traslado, incluso como especie de carromatos, los cuales se armaban en algún punto estratégico de la ciudad y se representaban obras. Acá toman importancia las figuras de los juglares y trovadores, en especial el último desarrollaba el teatro de la diversión, con tradiciones paganas y rurales. Viajan y traen la diversión desde plazas, calles, cortes, iglesias (Garcés, 2021).

Implicancias de la escena callejera

Fig. 4. Instalación "Beauty" (1993) por Olaf Eliasson. Fuente: https://olafureliasson.net/archive/artwork/WEK101824/beauty

Estas escenas en la calle transforma el teatro y festividad transversal al derecho privado, al ser una práctica urbana y pública que construye y constituye lo esencial de la comunidad que vitaliza el acto. Se torna una tradición más completa entre el mundo espiritual y terrenal, pues se ocupan ciudades para que estos eventos encaminen a través de sus calles, el destino que se perseguía en ese entonces. El espacio público dispone a este destino al mismo tiempo que lo direcciona, pues le da cabida y lo representado lleva intrínsecamente en sí, desde la sutileza, este destino que en ese entonces era todo lo que tenía que ver con la figura de la iglesia. Entonces, ¿puede la escena callejera encaminar a sus ciudadanos al destino de la ciudad? La escena callejera se torna algo espontáneo, improvisado. Es un acto de distensión, contracción y acción constante, en comparación a la solidez que presentan los teatros. Tiene una duración y uso del espacio en la medida justa, donde se debe llamar la atención del transeúnte para que éste se transforme en espectador, pues claramente sin espectadores no hay escena. Tal como propone el artista Olafur Eliasson con su instalación “Beauty” (1993). Esta consistía simplemente en un cuarto oscuro, con un rocío de agua al cual se le proyectaba una luz. Buscaba crear un arcoíris, el cual se genera entre el ángulo del ojo, la gota de agua y la luz. Si no hay ángulo de ojo, no existe el arcoíris. Incluso, la persona que está observando al lado, genera su propio arcoíris, pues tiene el ojo desde otro ángulo. Todo depende del observador, pues al salir de la habitación, el arte deja de existir. Pero Eliasson buscaba ir más allá del arcoíris, buscaba si realmente confiamos en nuestros propios ojos y nuestra capacidad de participar en el mundo.

Regalarse el asombro para encontrar el destino

Fig. 5. Observación: "La actividad al desarrollarse en altura crea una tensión en el espectador, el cual se mantiene alerta ante el vértigo que transmite la escena. Se genera una empatía con el deportista, pues se le acompaña en silencio mientras camina por la cinta, y se grita de alivio y júbilo cuando este cae, liberando la tensión y desencadenando el asombro, la participación, el desenlace momentáneo" Fuente: Elaboración propia.

Entonces, una escena callejera aparece en la cotidianidad. Ciertamente retendrá a una parte de los transeúntes, aquellos que captó su atención o incluso aquellos que decidieron regalarse el asombro y la pausa. En lo extraordinario se configuran los espectadores, los cuales mantienen cierto grado de complicidad, pues todos los presentes terminaron en una suerte de casualidad ahí. Y más aún, cada uno se posiciona para observar, incluso algunos nunca se detienen, solo ralentizan el paso próximo a la escena, lo que significa que cada uno se apropia del ángulo ante la escena. Cada persona se lleva una escena propia, de la cual depende únicamente en su capacidad de participar y entregarse al momento, como afirma Eliasson con su instalación. Es un momento de intimidad colectiva dentro de lo público y urbano, lo cual creo que sí aproxima al transeúnte al destino de la ciudad, pues desde la misma, éste puede tomar posición y decisión en cómo se enfrenta a esta situación extraordinaria. El hecho que esto se desencadene en lo público hace un llamado a los habitantes a apropiarse y utilizar estos espacios, pues desde la otredad y excepcionalidad se puede entender y ver el espacio desde otra perspectiva, la cual tiene un impacto aún mayor si es desde lo espontáneo, pues es una llave clave para abrir el asombro. Desencadenar el asombro abre un mundo de posibilidades de observar y sentir como nuevo algo que se mantiene siempre estático e inmutable, como es la ciudad luego de habitarla tantos años, tal como las personas en el medioevo festejaban para recordar su esencia.

Conclusión

En suma, podemos entender la escena callejera, una herencia medieval por su desarrollo neto en éste período, como un momento excepcional dentro de la cotidianidad en las ciudades, las cuales acogen desde la espontaneidad y justeza temporal un acto que desencadena el asombro al aparecer algo completamente inesperado y fuera de lugar. Este llamado de atención al transeúnte despierta el asombro, transformándose en espectador, que lleva a retenerlo a observar aunque sea unos segundos, o bien ralentizar su paso. Esta congregación en lo público genera un grado de intimidad donde hay una complicidad silenciosa de la casualidad, pues todos los que decidieron tomar el papel de espectador, acabaron por una suerte de casualidad allí. O bien, los griegos lo llamarían destino, donde el habitante puede tomar postura y apropiarse de la ciudad para observarla desde otra perspectiva, despertando y renovando un criterio que, en la maquinización de la ciudad, tiende a dormirse y dejarse llevar por su flujo.

Referencias

Garcés, A.(2019). La Ciudad Teatro (Revisado ed.). Ediciones e[ad]. https://www.ead.pucv.cl/app/uploads/2020/04/La-ciudad-teatro-2019.pdf

Real Academia Española. (s. f.). Destino. RAE. https://dle.rae.es/destino

Marcano, R. (2018, 10 diciembre). La libertad y el destino. Prodavinci. https://prodavinci.com/la-libertad-y-el-destino/

Eliasson, O. (1993). Beauty. https://olafureliasson.net/archive/artwork/WEK101824/beauty.

Salahovic, G. (2015). El Concepto Del Teatro En La Edad Media. calameo.com. https://es.calameo.com/read/00436759841a3533438bd