El barroco,dramatismo y naturalismo

De Casiopea

El barroco

Para entender bien como se nos presenta el barroco, es necesario hablar de la contrarreforma que es una causa fundamental para que se desarrollara este periodo artístico y cultural.

La Contrarreforma fue movimiento que tuvo lugar en el seno de la Iglesia católica apostólica romana en los siglos XVI y XVII. Supuso un intento de revitalizar la Iglesia y oponerse al protestantismo. Algunos historiadores rechazan el término porque implica sólo los elementos negativos del movimiento y prefieren utilizar las denominaciones de Reforma católica o Restauración católica, para resaltar la alta espiritualidad que animó a muchos de los que encabezaron el movimiento, que a veces no tenía relación directa con la Reforma protestante. El siglo XV se caracterizó por las exigencias de una reforma de la Iglesia, como reacción al escándalo del Gran Cisma de Occidente y para corregir los abusos religiosos. Sólo cuando Pablo III se convirtió en papa en 1534 tuvo la Iglesia el liderazgo que necesitaba para orquestar esos impulsos en favor de la reforma y enfrentarse al reto que supuso la aparición de los protestantes. Una de las iniciativas más importantes de Pablo III fue nombrar reformadores sinceros como Gasparo Contarini y Reginald Pole e incorporarlos al Sacro Colegio Cardenalicio. También impulsó nuevas órdenes religiosas como los teatinos, capuchinos, ursulinas y en especial los jesuitas. Este último grupo, bajo la dirección de san Ignacio de Loyola, estaba constituido por hombres muy instruidos, dedicados a renovar la piedad a través de la predicación, la instrucción catecumenal y el uso de los ejercicios espirituales establecidos por san Ignacio, donde debía profundizarse en la meditación personal. Tal vez la más destacada actuación de Pablo III fue la convocatoria, en 1545, del Concilio de Trento, para tratar las cuestiones doctrinales y disciplinarias suscitadas por los protestantes. Actuando a menudo en una difícil alianza con el emperador Carlos V, Pablo III, como muchos de sus sucesores, no dudó en utilizar tanto medidas diplomáticas como militares contra los protestantes.

La religión determinó muchas de las características del arte barroco. La Iglesia católica se convirtió en uno de los mecenas más influyentes, y la Contrarreforma, lanzada a combatir la difusión del protestantismo, contribuyó a la formación de un arte emocional, exaltado, dramático y naturalista, con un claro sentido de propagación de la fe. La austeridad propugnada por el protestantismo en lugares como Holanda y el norte de Alemania explica la sencillez arquitectónica que caracteriza a esas regiones.

Los acontecimientos políticos también tuvieron influencia en el mundo del arte. Las monarquías absolutas de Francia y España promocionaron la creación de obras que, con su grandiosidad y esplendor, reflejaran la majestad de Luis XIV y de la casa de Austria, en especial de Felipe III y Felipe IV.

En Italia, la pintura, escultura y arquitectura barrocas evolucionaron a partir del manierismo. Este cambio fue consecuencia del Concilio de Trento en 1563, que reclamaba un arte capaz de instruir y suscitar la piedad por medio de la austeridad.


Los orígenes de la palabra barroco no están claros. Podría derivar del portugués barocco o del castellano barrueco, término que designa a un tipo de perlas de forma irregular. La palabra es un epíteto acuñado con posterioridad y con connotaciones negativas, que no define el estilo al que hace referencia. De cualquier modo, a finales del siglo XVIII el término barroco pasó a formar parte del vocabulario de la crítica de arte como una etiqueta para definir el estilo artístico del siglo XVII, que muchos críticos rechazaron después como demasiado estrafalario y exótico para merecer un estudio serio. Escritores como el historiador suizo Jakob Burckhardt, en el siglo XIX, lo consideraron el final decadente del renacimiento; su alumno Heinrich Wölfflin, en Conceptos fundamentales para la historia del arte (1915), fue el primero en señalar las diferencias fundamentales entre el arte del siglo XVI y el del XVII, afirmando que “el barroco no es ni el esplendor ni la decadencia del clasicismo, sino un arte totalmente diferente”. Vale agregar también el contexto socio cultural que se atraviesa, con la consolidación de las ciencias y el pensamiento que se expande a través de las artes, como destacan Copernico, Galileo, Pascal y Descartes. La relación del hombre con dios en la que se manifiesta la disputa del por que crear, el que el arte se concrete desde el hombre y no de dios.

El arte barroco engloba numerosas particularidades regionales. Podría parecer confuso, por ejemplo, clasificar como barrocos a dos artistas tan diferentes como Rembrandt y Gian Lorenzo Bernini; no obstante, y pese a las diferencias, su obra tiene indudables elementos en común propios del barroco, como la preocupación por el potencial dramático de la luz. La evolución del arte barroco, en todas sus formas, debe estudiarse dentro de su contexto histórico. Desde el siglo XVI el conocimiento humano del mundo se amplió constantemente, y muchos descubrimientos científicos influyeron en el arte; las investigaciones que Galileo realizó sobre los planetas justifican la precisión astronómica que presentan muchas pinturas de la época.

Hacia 1530, el astrónomo polaco Copérnico maduró su teoría sobre el movimiento de los planetas alrededor del Sol, y no de la Tierra como hasta entonces se creía; su obra, publicada en 1543, no fue completamente aceptada hasta después de 1600. La demostración de que la Tierra no era el centro del Universo coincide, en el arte, con el triunfo de la pintura de género paisajístico, desprovista de figuras humanas. El activo comercio y colonización de América y otras zonas geográficas por parte de los países europeos fomentó la descripción de numerosos lugares y culturas exóticas, desconocidos hasta ese momento. Para poder reconocer bien el periodo del barroco se nos hace necesaria la comparación con las artes que le precedían y sucedían, como lo son el renacimiento y el neoclasicismo respectivamente.

En el renacimiento, los dos rasgos esenciales de este movimiento son la imitación de las formas clásicas, originariamente desarrolladas en la antigüedad griega y romana, y la intensa preocupación por la vida profana que se expresa en un creciente interés por el humanismo y la afirmación de los valores del individuo. El renacimiento se corresponde en la historia del arte con la era de los grandes descubrimientos, impulsados principalmente por el deseo de examinar todos los aspectos de la naturaleza y del mundo. Durante el renacimiento, los artistas no eran considerados más que meros artesanos, al igual que en la edad media, pero por vez primera fueron vistos como personalidades independientes, comparables a poetas y a escritores. Buscaban nuevas soluciones a problemas visuales y formales, y muchos de ellos realizaron experimentos científicos. En este contexto, se desarrolló la perspectiva lineal, donde las líneas paralelas se representan como convergentes en un punto de fuga. En consecuencia, los pintores comenzaron a ser más exigentes con el tratamiento del paisaje, por lo que prestaron mayor atención a la manera de representar los árboles, las flores, las plantas, la distancia de las montañas y los cielos con sus nubes. Los artistas estudiaron el efecto de la luz natural, así como el modo en el que el ojo percibe los diversos elementos de la naturaleza. Desarrollaron la perspectiva aérea, según la cual los objetos perdían sus contornos y su color a tenor de la distancia que los alejaba de la vista. Los pintores del norte de Europa, especialmente los flamencos, eran más avanzados que los artistas italianos en la representación del paisaje y contribuyeron al desarrollo del arte en toda Europa al introducir el óleo como una nueva técnica pictórica. El renacimiento de las artes coincide con el desarrollo del humanismo, en el que sus seguidores estudiaban y traducían textos filosóficos. Se revitalizó el uso del latín clásico. También fue un periodo de descubrimientos de nuevas tierras; las embarcaciones se hicieron a la mar en busca de nuevas rutas hacia Asia, que dieron como resultado el descubrimiento de América. Pintores, escultores y arquitectos sentían las mismas ansias de aventura y el deseo de ampliar sus conocimientos y obtener nuevas soluciones; tanto Leonardo da Vinci como Cristóbal Colón, fueron, en cierto sentido, descubridores de mundos completamente nuevos.

En cambio en el barroco las características generales están su sentido del movimiento, la energía y la tensión. Fuertes contrastes de luces y sombras realzan los efectos escenográficos de muchos cuadros, esculturas y obras arquitectónicas. Una intensa espiritualidad aparece con frecuencia en las escenas de éxtasis, martirios y apariciones milagrosas. La insinuación de enormes espacios es frecuente en la pintura y escultura barrocas; tanto en el renacimiento como en el barroco, los pintores pretendieron siempre en sus obras la representación correcta del espacio y la perspectiva. El naturalismo es otra característica esencial del arte barroco; las figuras no se representan en los cuadros como simples estereotipos sino de manera individualizada, con su personalidad propia. Los artistas buscaban la representación de los sentimientos interiores, las pasiones y los temperamentos, magníficamente reflejados en los rostros de sus personajes. La intensidad e inmediatez, el individualismo y el detalle del arte barroco —manifestado en las representaciones realistas de la piel y las ropas— hicieron de él uno de los estilos más arraigados del arte occidental. Las raíces del barroco se localizan en el arte italiano, especialmente en la Roma de finales del siglo XVI. El deseo universalista inspiró a varios artistas en su reacción contra el anticlasicismo manierista y su interés subjetivo por la distorsión, la asimetría, las extrañas yuxtaposiciones y el intenso colorido. Los dos artistas más destacados que encabezaron este primer barroco fueron Annibale Carracci y Caravaggio. El arte de Caravaggio recibió influencias del naturalismo humanista de Miguel Ángel y el pleno renacimiento. En sus cuadros aparecen a menudo personajes reales, sacados de la vida diaria, ocupados en actividades cotidianas, así como también apasionadas escenas de tema mitológico y religioso. La escuela de Carracci, por el contrario, intentó liberar al arte de su amaneramiento retornando a los principios de claridad, monumentalidad y equilibrio propios del pleno renacimiento. Este barroco clasicista tuvo una importante presencia a lo largo de todo el siglo XVII. Un tercer barroco, denominado alto barroco o pleno barroco, apareció en Roma en torno a 1630, y se considera el estilo más característico del siglo XVII por su enérgico y exuberante dramatismo.

El proceso de experimentación sobre las normas clásicas que se había iniciado con el manierismo desembocó en el barroco. Así, si el manierismo seguía utilizando las disposiciones espaciales clásicas (escasa articulación, formas geométricas primarias), el barroco rompe también con estas normas compositivas del renacimiento para obtener una arquitectura explícitamente escenográfica. Para ello emplea los elementos clásicos, pero los manipula de forma que resulten ambiguos, matizándolos con un sabio manejo de la luz que añade dramatismo a los espacios. Las ciudades comienzan a expandirse en base a un nuevo concepto que nace de las relaciones entre pueblos y la intención de querer concentrar en un solo lugar el poder , el concepto de ciudad capital, la nación estado y el territorio.. Tal es el ejemplo de roma, el como los arquitectos amparados por los papas de la época, reciben el encargo de levantar la ciudad, tras una época de decadencia, y de una manera muy peculiar ordenarla y unificarla a través del trazado rectilíneo que de una u otra forma están entrelazadas por los ejes que conducen a las 7 basílicas de roma. La intención de fortificar y levantar el estado pontificio es el motor para esto, en base a que el papa quería que roma se reconociera como la capital pontificia y no la de los cesares ,y bien también para los artistas de la época que como sabemos, estaban pasando a una época antropocéntrica en la que lo mas importante era dejar grabado en la historia su nombre. No similar pero tampoco distinto es el caso de la urbanización de París, que encuentra su expansión en la ciudad a través de la monumentalidad de sus jardines y plazas, demostración pura del poder y la influencia de la monarquía, que se vuelven los ejes y puntos centrales del trazado en la capital francesa. Queda muy claro además que la expansión por la mayoría de las ciudades del Barroco, un primer grado de aproximación lo que hoy llamamos conjuntos habitacionales. Una de las características de la arquitectura barroca es la prolongación de los ejes de cada edificio simbólico hasta alcanzar todo el ordenamiento de la ciudad, e incluso, hasta modificar el territorio en que se enclava. La plaza del Capitolio en Roma, diseñada por Miguel Ángel, sirvió en lo sucesivo como modelo de plaza urbana, mientras que la villa Farnese, proyectada por Vignola, mostraba la tendencia expansiva de los ejes monumentales, que se continúan a través de los jardines. Las fachadas de las iglesias barrocas se proyectaban en relación con la plaza a la que se abrían, aunque no se correspondieran con el espacio interior. Estos principios reguladores alcanzaron su máxima expresión en la construcción de ciudades de nueva planta, tanto en Europa como en el Nuevo Mundo, donde se construyeron numerosos centros urbanos como el de la ciudad de México, Santiago de Chile, donde además se acomodaron elementos típicamente españoles como las plazas mayores, que a menudo servían de foco para el resto de las trazas urbanas.

Es en base a tres principios fundamentales: la línea recta, la perspectiva monumental y la uniformidad la línea recta se evidencia en el trazado de las calles y el trazado geométrico de importantes plazas en importantes ciudades de Europa como en París y roma. La perspectiva monumental se manifiesta en la gran extensión que abarcan las plazas y las grandes avenidas que cruzan toda la ciudad, como es el caso de la place vendome en París o los obeliscos de las plazas en roma o su mejor exponente en cuanto a monumentalidad trata: el palacio de versalles, sin dejar de lado la uniformidad que se cobra durante el trazado de la ciudad que se expande no por partes, sino como un todo. La arquitectura de la época ya no solo se ocupa de una construcción en si misma, sino que es mas bien una arquitectura integradora que no deja de lado ni al azar nada, integra a la naturaleza a través de los jardines y grandes parques y se ocupa del espacio exterior en el dominio de la dimensión horizontal.



Tras el auge del barroco surge un nuevo movimiento artístico: el neoclasicismo, un estilo artístico que se desarrolló especialmente en la arquitectura y las artes decorativas; floreció en Europa y Estados Unidos aproximadamente desde el año 1750 hasta comienzos de 1800 y se inspiró en las formas grecorromanas. Más que un resurgimiento de las formas antiguas, el neoclasicismo relaciona hechos del pasado con los acontecidos en su propio tiempo. Los artistas neoclásicos fueron los primeros que intentaron reemplazar la sensualidad y la trivialidad del rococó por un estilo lógico, de tono solemne y austero. Cuando los movimientos revolucionarios establecieron repúblicas en Francia y en América del Norte, los nuevos gobiernos republicanos adoptaron el neoclasicismo como estilo oficial porque relacionaban la democracia con la antigua Grecia y la República romana. Más tarde, cuando Napoleón I subió al poder en Francia, este estilo se modificó para servir a sus necesidades propagandísticas. Con el nacimiento del movimiento romántico la prioridad por la expresión personal sustituyó al arte basado en valores ideales.