El Renacimiento: La Equivalencia Lumínica entre Interior y Territorio

De Casiopea


LA CONTINUIDAD AL HABITAR PARA EL GOCE DEL HOMBRE

La evolución del hombre ha estado marcada por distintas épocas y transiciones, cada una de ellas surge de un cambio radical, que transforma la cosmovisión y por lo tanto todos los ámbitos de la vida de él, desarrollándose a través de un periodo de tiempo. Durante el S.XV se desarrolla principalmente en Italia, el Renacimientos donde se lleva a cabo un vuelco que logra transforma el pensamiento general, donde se construyen nuevos parámetros, que se rigen y giran en torno al hombre. La cultura, los estudios y la vida dejan de tener como eje central la religión, el ser humano es ahora un objeto de culto y descubrimiento, evolucionando así las distintas áreas en pos de este ideal. Tanto la economía, arte y filosofía se amplían en busca del perfeccionamiento de todas las aristas involucradas en la vida de un hombre. Una de estas es la arquitectura, la que durante el renacimiento renueva su concepción los espacios en pos del goce del hombre, conjugándolos con dos elementos determinantes: la Luz y el Paisaje.


QUATTROCENTO: APERTURA AL PAISAJE A LA MEDIDA DEL HOMBRE

El vuelco apreciable durante el renacimiento, como ya mencioné, es la apertura al individuo, a lo que se le denomina antropocentrismo, dejando atrás las épocas donde solo se concebía a Dios como el centro de la vida. A cargo de intelectuales y artistas, protegidos por poderosas familias como los Medici, quienes los apoyaban económicamente (denominados mecenas). Se acompaña por un cambio en la forma que se diseña y construye, ya que ahora se realiza con el hombre como referencia.

Esta transformación se observa primeramente, en el cambio de escala en la construcción de los edificios. Se produce un renacer de la proporción de la era clásica, volviendo a la escala humana como medida. La medida vertical se prioriza durante la Edad Media, a modo de evocar lo divino, de esta, se pasa a una medida proporcional al hombre con un predominio de la dimensión horizontal, permitiéndole tener total dominio del entorno donde habitaba, dándole con esto un nuevo rol al emplazamiento. Surge así una preocupación por el exterior en cuanto a su función y estética.

La noción de emplazamiento permite la apertura hacia la naturaleza. Se construyen villas, a partir de castillos feudales, en los campos a las afueras de la ciudad como refugio en lo natural, por encargo de las familias poderosas de la época. A diferencia de la Edad Media, el hombre deja de encerrarse en sus villas y genera a través de ellas un espacio para contemplar el entorno y desarrollar la vida de ocio. La Villa Medici Poggio a Caiano, construida durante el periodo del Quattrocento, es un ejemplo de este cambio. Ubicada en la provincia de Prato, Florencia, se construye estratégicamente para tener el dominio del terreno. Según lo que escribe Plinio el Joven (citado en Fariello, 2004) "un enorme anfiteatro como sólo la Naturaleza podría construirlo... Creerías estar contemplando no un paisaje real, sino que te parecería estar contemplando un lienzo…"[1]., se demuestra la belleza con que la villa se ubicaba en laderas. Además la presencia de loggias para contemplar la naturaleza, así como los jardines cuidados que actuaban de umbrales ante su entorno, son características de estas villas. Se lleva una vida en el campo como una alternativa a la actividad en las ciudades.

A través de estos tres aspectos se incorpora el paisaje en el habitar; que es con el entorno para contemplarlo, y así desarrollar las facultades más sensitivas del hombre del renacimiento

TRASPASO AL EXTERIOR EN LA MULTIPLICIDAD DEL INTERIOR

Durante el periodo que comprende el SXVI, se desarrolla principalmente en Roma, el apogeo del Renacimiento. Además de las familias mecenas, son los Papas y obispos los que encargaban palacios y villa a los arquitectos como Palladio, Vignola y Alberti. En el Cinquecento se alcanza la máxima armonía y equilibrio de las obras, y donde se consolida el vínculo entre el interior construido y el exterior, es decir, entre arquitectura y paisaje.

Con frecuencia las mismas familias que encargaban a los arquitectos la construcción de palacios en la ciudad, lo hacían también con sus villas de descanso en el campo. Éstas representaban el poder de la clase burguesa y noble. El palacio se restringe a la rigidez de la calle, en oposición al contexto dinámico, abierto y natural de la villa.

En cuanto al aspecto constructivo, durante este periodo se utiliza el ideal clásico, donde el objetivo de la creación es la perfección geométrica, para lograr así, la máxima simetría y armonía de los edificios. Se incorpora el simbolismo religioso a través de formas geométricas regulares como el cuadrado y la esfera, siendo el primero lo terrenal y el segundo lo sagrado. Se utiliza la cúpula por primera vez en villas y edificios no religiosos. La simetría y proporción guardan entre ellas una multiplicidad, que genera una equivalencia de los espacios, no le da más importancia a alguna habitación, si no que con la proporcionalidad de la luz que logra, crea una transición sutil de lo más íntimo hacia el exterior. Articula lo más interno con lo externo a través de las proporción.

La villa es un organismo que se articula en totalidad con el horizonte y paisaje que la rodea, se toman en cuenta las relaciones con el emplazamiento, las pendientes y las vistas del terreno, como mencioné anteriormente. Se inserta una construcción geométrica y volumétrica, en un espacio natural que varía en todas sus partes, sin tratar de hacerlos iguales, sino de encontrar entre estas una relación de armonía y de perfecta equivalencia. Este es el caso de la Villa Capra, diseñada por el arquitecto Andrea Palladio, en Vicenza, Italia. Los parques y jardines, constituyen una naturaleza controlada por el hombre, relacionan la villa y con espacios de cultivo, las colinas y los bosques, sin convertirse un total, sino buscando una armonía entre estos. Este hito da pie al cuidado de los jardines como paisajes, al paisajismo.

JARDINES DEL RENACIMIENTO: ODA AL PAISAJE CUIDADO

Durante el Renacimiento, como se reitera a continuación, se llevó a cabo una revolución arquitectónica, que consistió en un vuelco al exterior, a la naturaleza. Este llevó al hombre a construir villas, que no solo se vinculan con su entorno sino que, además controla y transforma este paisaje que circunda la construcción, con el mero fin del placer y la contemplación de los jardines. Los paisajes se elaborarían con gran trabajo, alejándose del interés agrícola llegando a ser verdaderas escenografías, Se establece esta época como el nacimiento del paisajismo de jardines.

El renacimiento es el precursor de distintos estilos de jardines, la principal característica consistía en la construcción de espacios donde primaba la geometría de formas regulares, evocando el estilo clásico, rasgo de esta época. Se incorpora el uso de cursos de agua, grutas y fuentes en la estética del jardín así como terrazas y vegetación totalmente bajo el control del creador. Se logra una composición armónica entre arquitectura y paisaje, a través de ejes que ordenan los espacios y que además, se relacionan espacialmente al emplazamiento de la villa con su entorno próximo.

En esta primera experimentación de paisajismo surgieron dos obras icónicas, que darán pie para el nacimiento de otros estilos de jardines posteriores. Dentro de estas encontramos la Villa Lante (Vignola) y la Villa Capra (Palladio). La primera dará origen a los jardines franceses y la segunda a los ingleses. La principal diferencia de estos es la importancia que le dan al jardín dentro del el conjunto. Palladio logro una equivalencia entre paisaje y obra, siendo esta una continuación del entorno, la cual hace de observatorio, desde donde se puede contemplar y reflexionar acerca de él. La arquitectura incorpora el jardín pero no lo condiciona. Mientras que la villa de Vignola subordina la construcción a la geometría del jardín, genera un eje para recorrerlo evocando un viaje simbólico hacia lo divino, con los flujos de agua como conductor de este. Genera una composición tal que es este el actor principal del espacio y la villa conforma solo una de sus partes, tal como menciona Fariello "La vivienda está representada por los dos casinos iguales ... dispuestos simétricamente con respecto al eje visual...asignando a los edificios la función de elementos complementarios, casi a modo de bastidores destinados a delimitar la visión perspectiva para dirigirla hacia el plano visual de fondo situado al final del eje.".[2].

Son dos perspectivas distintas, el atravesar el total y el contemplar desde un punto, que integran y elevan el rol del paisaje, lo vuelven parte de la obra generando un dominio total del conjunto villa-paisaje o interior-exterior.

ESPESORES LUMÍNICOS COMO UMBRALES AL PAISAJE

La Transparencia es otro concepto que se desarrolla en este periodo. Es esta cualidad que permite un traspaso continuo y proporcionado de la luz y logra la incorporación del paisaje. Esta logra crear espacios como las loggias, que generan un preámbulo o un espacio híbrido entre un exterior y un interior. Esto se puede observar en las Villas renacentistas y también en edificaciones públicas el Ghetto Nuovo en Venecia. Este hermetismo controlado, no solamente en estos espacios de transición, sino que también en la proporción de las ventanas con la habitación como lo emplea Palladio en sus villas, logran una simetría lumínica de los interiores, la luz se incorpora en equivalencia por esta transparencia es la que vincula el total de la obra.

El desarrollo de la arquitectura renacentista como se ha expuesto, sufre un vuelco en la continuidad de los espacios, con el fin de poder habitar cada espacio por igual, sin perder la identidad de cada uno. Dentro de estos espacios se incorpora el entorno, creando un traspaso del interior y el exterior. Es así como surgen habitaciones intermediarias entre lo más íntimo de la villa y el paisaje. Esto tiene como fin poder contemplar el paisaje desde adentro. Se construye un vínculo entre un espacio y otro, y de estos con el exterior, todo a través de la luz que logra una simetría unificante. El habitar es con contemplar, lo que se da en espesores luminosos que son consistentes a través del total, se construye la equivalencia y una simetría lumínica por capas que logran una continuidad incluyendo el paisaje dentro del interior. Logrando así el pleno habitar de todos los componentes de la obra.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
  1. La Arquitectura de los Jardines: de la antigüedad al siglo XX.Francesco Fariello. Volumen III de Estudios Universitarios de la Arquitectura. Reverte, 2004. Pag.35
  2. La Arquitectura de los Jardines: de la antigüedad al siglo XX.Francesco Fariello. Volumen III de Estudios Universitarios de la Arquitectura. Reverte, 2004. Pag.80