EAD4220-01 Seminario América 2. Marcelo Delgado. Tarea 2

De Casiopea



TítuloEAD4220-01 Seminario América 2. Marcelo Delgado. Tarea 1
AsignaturaSeminario America
Del CursoSeminario de América II (2021 2º semestre)
CarrerasArquitectura, Diseño, Magíster
2
Alumno(s)Marcelo Delgado

La forma del no saber

Se presentan algunos conceptos expuestos por Godofredo Iommi; profesor, poeta y uno de los fundadores de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la PUCV, a partir de su clase inicial del Taller de Amereida del año 1983, titulada ”La cólera del poeta”. En donde Godofredo cuestiona y entrega algunas luces sobre la relación entre la poesía y los oficios, la importancia de la palabra que construye y cómo debemos estar abiertos a la búsqueda del original, lo desconocido.

En esta clase Godofredo hace referencia a los dieciocho años que han pasado desde la aparición del Taller de Amereida, una instancia de conversación entre profesores y alumnos, en los cuales, según Godofredo, el taller ha sido un rotundo fracaso. Han pasado alrededor de 56 años desde que comenzó el Taller de Amereida y este fracaso al que hacía mención Godofredo sigue presente dentro de la formación de arquitectos y diseñadores de esta escuela.

“Yo dije, es un fracaso el Taller de América, es cierto, es un fracaso. Su único arrojó real, su potencia de palabra que construye es indudable, es un testimonio irrefragable, no aquí sino en el mundo porque no hay otra igual: es la Ciudad Abierta. Pero su enseñanza tenía que estar condenada al fracaso, porque no va dirigida a persuadir a la gente, ni a seducir, ni a fascinar, ni a nada” (G. Iommi, 1983)[1]

Han pasado alrededor de 56 años desde esta clase y el Taller de América sigue presente en nuestra formación, entregando una visión poética a los oficios. Nosotros como estudiantes no somos poetas, pero sí oyentes de ella, de su “Ha Lugar”[2], la cual se abre camino por medio de una invitación a la búsqueda constante de lo desconocido, una acción original que nace desde la observación.

La potencia de la palabra que construye implica un replanteamiento de la palabra como acompañante de la acción, Rimbaud propone: “El arte eterno tendría sus cometidos, del mismo modo en que los poetas son ciudadanos. La poesía dejará de poner ritmo a la acción; irá por delante de ella.” (Rimbaud, 1871)[3]. Aquí es donde puede radicar nuestro vínculo con la poesía, para traer a presencia el rasgo fundamental de cualquier diseño u obra de arquitectura, por medio de la palabra dicha que construye. Este rasgo fundamental de una obra se puede definir como el irreductible de cualquier acción, es decir, lo que da dirección a la acción. Godofredo durante esta clase define la palabra que construye y enuncia lo siguiente:

“¿Qué significaba la palabra que construye? Esto es muy difícil y no va a entender nadie nada, pero es bueno que lo oigan, además no lo digo para que lo entiendan. Significaba esto: que cada uno de nosotros, que cada ser humano sobre la tierra podía construir un algoritmo. Podía construir un algoritmo.” (G. Iommi, 1983)[4]

Un algoritmo se define como “un conjunto ordenado de operaciones sistemáticas que permite hacer un cálculo y hallar la solución de un tipo de problemas.” Entonces cada uno de nosotros puede construir un algoritmo, una serie de pasos para resolver y encontrar la solución de cualquier tipo problema. Por parte del diseño, el proceso comienza desde la observación para llegar a la forma, la cual requiere de este algoritmo, el proyectar por medio de dar forma a algo. Como diseñadores debemos ser capaces de dar forma a la experiencia del usuario al interactuar con el diseño, no es netamente la forma, sino la proyección que está antes y la experiencia que está después. El diseñador italiano Bruno Munari entrega otro antecedente sobre este algoritmo que presentó Godofredo, agrega:

“En el campo del diseño tampoco es correcto proyectar sin método, pensar de forma artística buscando en seguida una idea sin hacer previamente un estudio para documentarse sobre lo ya realizado en el campo de lo que hay que proyectar sin saber con qué materiales construir la cosa, sin precisar bien su exacta función.” (B. Munari, 1983))[5]

En la escuela y debido a su vínculo con la poesía nos invitan a ver las cosas como si fuera por primera vez, volver a no saber y para no saber hay que, según Munari, hacer un estudio previo para documentarse y poder construir un algoritmo, entonces proyectar resultará fácil si se sabe en qué dirección vamos a diseñar. Cada vez que una obra, ya sea de arquitectura o diseño, es hecha, existe un arrojo hacia lo desconocido, lo cual abre camino a repensar el diseño, la búsqueda de su forma por medio de la palabra. El poeta, diseñador y uno de los actuales profesores de la herencia de este Taller de América que hace referencia Godofredo, Jaime Reyes, entrega un antecedente más sobre esta palabra que construye: por medio de ir dejando una celada, una pista para llegar a la forma.

"La celada requiere un artificio, un ingenio y hay que conocer algo de aquello que se quiere captar (como un cazador, que pone sus trampas en los caminos de huellas de sus presas y la ceba con sus alimentos preferidos). Hay que dar con una pista." (J. Reyes, 2017)[6]

Hay que conocer a la presa para atraparla, de esta misma manera cada presa requiere de una estrategia distinta, es por esto que no existe una celada universal, sino que cada hallazgo precisa una celada distinta, al igual que la acción necesita de la palabra.

“En pocas palabras, un buen diseño es la mejor expresión visual de la esencia de «algo», ya sea esto un mensaje o un producto. Para hacerlo fiel y eficazmente, el diseñador debe buscar la mejor forma posible para que ese «algo» sea conformado, fabricado, distribuido, usado y relacionado con su ambiente. Su creación no debe ser sólo estética sino también funcional, mientras refleja o guía el gusto de su época.” (W. Wong, 2002)[7]

Entonces si la celada es la trampa para llegar a la forma, ¿que diseñamos cuando diseñamos? Hacemos aparecer el gesto al darle forma a la experiencia por medio de una secuencia proyectual que se traduce en un algoritmo personal. No diseñamos objetos, sino más bien la experiencia que nos une a él. A esto quizás hace referencia Godofredo, el Taller de América no busca seducir ni persuadir a nadie, sino más bien es la celada, el algoritmo que por medio de la palabra da forma a diseñadores y arquitectos. Han pasado alrededor de 56 años y esta invitación sigue siendo recibida por los estudiantes, quizás estamos condenados a caer constantemente en esta celada de forma inconsciente, así mismo el Taller de Amereida es una celada que abre camino al arrojo de diseñar sin saber.

  1. Godofredo Iommi, (1983). La cólera del poeta https://wiki.ead.pucv.cl/La_c%C3%B3lera_del_poeta._Edici%C3%B3n_anotada.
  2. Alfredo Jocelyn-Holt L., Pedro Gandolfo G., Roberto Godoy A., Bruno Barla H., Carlos Oyarzún P., Abel González R., Massimo Alfieri, Patricio Bulnes E. y Virgilio Rodríguez S., (2012). Ha-Lugar de un encuentro. En torno al libro «El acto arquitectónico» de Alberto Cruz C.
  3. Arthur Rimbaud, (1871). Carta del Vidente. https://wiki.ead.pucv.cl/Carta_del_Vidente
  4. Godofredo Iommi, (1983). La cólera del poeta https://wiki.ead.pucv.cl/La_c%C3%B3lera_del_poeta._Edici%C3%B3n_anotada.
  5. Bruno Munari, (1983). Cómo nacen los objetos
  6. Jaime Reyes, (2017). Metáforas poéticas para la construcción de los oficios.
  7. Wucius Wong, (2002). Fundamentos del diseño. Editorial GG