Daniel Moris Tarea 4 - Módulo investigación T3 2017

De Casiopea



TítuloDaniel Moris Tarea 4 - Módulo investigación T3 2017
AsignaturaMódulo Investigación T3 2017
Del CursoMódulo Investigación T3 2017
CarrerasArquitectura
4
Alumno(s)Daniel Moris

El término Paisaje: Asociaciones y disociaciones en su relación con el medio ambiente

Escena en Bad Salzdetfurth, Alemania. Dibujado por Daniel Moris en julio de 2017. Acá pueden observarse una conjunción de elementos naturales -el río, los árboles- y artificiales -la casa, el puente-, los cuales dan lugar a la escena. Mientras que para ciertos autores como Roger ésto no sería solamente un paisaje y no la construcción de un medio ambiente, para otros como Calatrava sería lo contrario: el paisaje contenido en el medio ambiente

Alumno: Daniel Moris

Carrera: Arquitectura

Profesor: Andrés Garcés

Abstract

El siguiente escrito corresponde a una revisión de autores de distintas áreas -filosofía, arquitectura, paisajismo y ciencias naturales-, en torno a un problema aún no resuelto, el cual tiene que ver con las concepciones que existen sobre el término paisaje, y la relación de éste con el medio ambiente.

La pregunta en cuestión es: ¿En qué puntos convergen y divergen las distintas apreciaciones que existen sobre la relación entre paisaje y medio ambiente? Resulta importante esclarecer esta interrogante, pues su respuesta permitirá a quien aborde al paisaje como materia de estudio -paisajistas, geógrafos, científicos, etc- entender cuál es la materia a la cual le están dando forma.

Tras una introducción, el desarrollo del texto está dividido en tres partes. La primera no pone a discutir autores, sino que expone el origen semántico del concepto de paisaje desde distintos idiomas. En vez de tratarse de una discusión de autores, se trata de una “discusión de lenguas”. La segunda parte señala dos posturas discímiles sobre qué significa el paisaje en cuanto al observador que está frente a éste. La tercera parte presenta las relaciones que hay entre paisaje y medio ambiente desde tres posturas, las cuales contemplan la relación de los conceptos desde perspectivas distintas. Finalmente, se presentan las conclusiones pertinentes al caso. [1]

Palabras clave: Paisaje, medio ambiente, observador, semántica

Introducción

Las concepciones que existen sobre el término paisaje son variadas. La problemática no surge con los autores contemporáneos, sino que está arraigada a los orígenes de la palabra, la cual difiere según la lengua que se estudie. La confusión que genera la multiciplidad de puntos de partida ha llevado a que el paisaje sea interpretado de formas distintas. Mientras que algunos autores lo señalan como una cosa modificable, otros manifiestan que es algo contemplativo. Del mismo modo, su aproximación al medio ambiente tampoco es clara, pues algunos niegan que ésta exsita, mientras que otros sostienen que el paisaje es un producto de la ecología.

Desarrollo

La discusión es semántica

Antes de generar un debate de autores será necesario entender que existen distintas concepciones debido a que muchas lenguas lo han interpretado de forma distinta. La pregunta ha de ser mirada desde una perspectiva filológica, pues el problema pareciera ser semántico.

Maderuelo (2005, 18) sostiene que en griego no se encuentra ningún término que se aproxime al concepto de paisaje, la retórica griega llegó a destilar dos palabras relacionadas con la idea de "descripción del lugar", topografía y topotesia, que se refieren respectivamente a "lugar real" y "lugar ficticio”. Cuando en dicho idioma se habla de lugar, se diferencia realidad y ficción. Si el paisaje es entendido –como se verá más adelante- como un fenómeno cultural, ésto no ocurriría, pues éste, al ser un concepto cultural, es siempre una invención, vale decir, una ficción dentro de la realidad.

En chino, sin embargo, el paisaje es entendido netamente como una conjunción de elementos naturales. Maderuelo (2005, 21) expone que existen varias palabras para nombrar paisaje, cada una de ellas expresa un matiz específico, sin embargo, el término más genérico, que incluye a todos los demás, es "sahnshui", palabra que surge de la contracción de dos sinogramas sahn (montaña) y shui (agua, río).

Para el alemán (y por consiguiente para el neerlandés y el inglés), el paisaje viene de la palabra landschaft, la cual es desmenuzada en dos: land y schaft (o “shape”). La primera significa tierra y la segunda forma. Maderuelo (2005, 24) dice que “la contracción de estos dos términos, land y scape, para construir una nueva palabra nos acercaría a la idea del "aspecto de un territorio" o las características que le definen como modelo, como país”.

Según la RAE (2017), el término en esapñol viene de pays, el cual a su vez proviene del latín “pagus”, que significa aldea. Tendría entonces un fuerte componente cultural, en cuanto a que los asentamientos humanos son productos de la acción del hombre.

Estos cuatro orígenes tan discímiles de una palabra, revelan entonces que el destino de ésta también lo es. Resulta interesante ver cómo el chino olvida al ser humano en su concepción de paisaje: éste es todo natura, mientras que latín deja en evidencia que el hombre es quien lo construye. Del mismo modo, el alemán evoca que éste ha de tener una forma, mientras que en el griego la cuestión gira en torno a la existencia de éste.

Cabrá de esperar que si los significados semánticos de un mismo concepto difieren tanto, también lo hagan las apreciaciones que tengan los autores aquí expuesto sobre el término.

Aproximaciones desde el observador

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Distintos autores difieren en la idea que tienen sobre la aproximación que el observador tendrá del paisaje. Martignoni (2008, 23) sostiene que con el establecimiento de la arquitectura del paisaje como discilpina a lo largo del siglo XX, el concepto filosófico de paisaje se ha ido reexplorando y redefiniendo, y confirmándose también la idea original del hombre como observador y como posterior modificador del paisaje. El paisaje se delinea entonces como materia modificable. Situa al hombre en dos instancias en relación al paisaje, primero como un observador de éste y luego como un modificador. Vale decir, que para ella existirían los paisajes inmodificados: antes del hombre ya habría paisaje, siendo éste capaz de ir a observarlo, y luego modificarlo. El hombre se posiciona frente al paisaje como un modificador.

En forma distinta Maderuelo (2008, 204) dice que frente al paisaje, el observador no adopta una aproximación científica sino que sufre una reacción estética que le produce emociones y le despierta sentimientos. Esta sensación sin embargo no es nunca arbitraria sino que en ella juegan un papel primordial los referentes que maneja el observador y su entendimiento de la situación. La aproximación al paisaje emociona combinando en el aprecio sentimientos y entendimiento. Para él, el observador cumpliría un rol distinto en su relación con el paisaje, pues éste lo observaría desde los sentimientos –vale decir, desde las apreciaciones culturales-, y desde el entendimiento –o desde sus conocimientos científicos.

En resumen, Martignoni dice que el hombre se posiciona frente al paisaje como un modificador, mientras que Maderuelo sostiene que éste es un contemplador.

Paisaje y medio ambiente

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Cuando se piensa al paisaje en su relación al medio ambiente, las posturas son discímiles. Roger (2007, 135), por ejemplo, hace la diferenciación entre ambos conceptos desde el campo de conocimientos al cual éstos pertenecen, sosteniendo que el paisaje no forma parte del medio ambiente. Se considera evidente que el paisaje forma parte del medio ambiente, del que sería uno de sus aspectos, uno de sus tipos y, por lo tanto, que también merece ser protegido, del mismo modo que nos preocupamos por salvaguardar el medio ambiente. Esta postular, que parece sensata, es tan falsa en sus principios como perjudicial en sus efectos. Hablando estrictamente, el paisaje no forma “parte” del medio ambiente. Este último es un concepto reciente, de origen ecológico, y, por esta razón, susceptible de tratamento científico. El medio ambiente, entonces, sería entendido por él como un producto de la ecología. ¿De dónde viene, para él, el término paisaje? Agrega luego Roger (2007, 137): Ignoro lo que quiere decir “ecología del paisaje”, a no ser que sea: la absorción del paisaje en su realidad física, la disolución de sus valores en las variables ecológicas, en resumen, su naturalización, mientras que un paisaje no es nunca natural, sino siempre cultural. Entonces, para él el paisaje proviene de la cultura, mientras que el medio ambiente de la ecología. Se vuelven conceptos no transmutables.

Mientras que el autor antes citado diferencia medio ambiente de paisaje, Calatrava (2011, 48) sostiene que éste está contenido en él. Para ser más precisos, sostiene que el paisaje es parte del territorio, el cual a su vez es uno de los elementos que componen al medio ambiente. Así lo deja en manifiesto al decir que el medio ambiente es “el territorio viviendo para el hombre y vivido por el hombre”, mientras que el territorio puede ser pensado y estudiado y manipulado, en tanto que tal, sin tener en cuenta la vida que “en él vive y el hombre que esa vida vive”. Calatrava (2011, 49) luego agrega: Resultará bastante fácil, creo, en este punto, una definición del “paisaje” como “forma” (“función” o “contenido”, podríamos llamarlo, adaptando por analogía los términos de la crítica literaria y artística) que el medio ambiente otorga al territorio como “materia” de la que se sirve. O, mejor, si queremos ser más precisos, “paisaje” es la “forma” en que se expresa la unidad sintética a priori [...] de la “materia (territorio)” y del “contenido-o-función (medio ambiente)”. En resumen, para él el medio ambiente es la forma (o paisaje) de un territorio.

Martignoni (2008, 14) va más allá, diciendo que el paisaje no estaría diferenciado de los conceptos que atañen a las ciencias naturales, sino que éste vendría a ser la conjunción holística, el punto de intersección entre varios elementos. Sostiene que aceptar el paisaje como un proceso de transversalidad es entenderlo como una operación matemática de intersección entre lo que representan las esferas política, económica, social, estética y filosófica de un lugar concreto y la amplia esfera de la naturaleza y sus diferentes grados de modificación cultural. Esta transversalidad se da también en el tiempo y en el espacio, transformándose en un proceso de transición; el paisaje como una actitud se comprende más fácilmente a través de este concepto de dinamismo y dimensionalidad. Esta concepción deja al paisaje como un elemento mucho más protagónico –en cuanto a su relación con otras disciplinas-, que por ejemplo el expuesto por Calatrava (2011, 48) , pues él sostiene que “medio ambiente” es más que “territorio”, siendo el medio ambiente el territorio cualificado biológica, histórica y culturalmente. En el medio ambiente está el territorio, con el añadido de la vida, la historia, la cultura; por lo tanto, “medio ambiente” y “territorio” no son conceptos, por así decirlo, intercambiables. Mientras que para éste es el territorio –el cual “contiene” al paisaje-, la conjunción entre biología, historia y cultura, para Martignoni son las ciencias sociales, las ciencias naturales y la filosofía las productoras directas, en su intersección, del paisaje.

Conclusión

Los autores contrastados ponen en manifiesto que el término es apreciado de distintas formas y que aún no existe un concenso en torno a éste. Quien aborde al paisaje como materia de estudio tendrá que ceñirse a una de las definiciones que existen, puesto que ésta será el punto de partida desde la cual posicionarse. Así, tomar la postura de Roger -en la cual el paisaje no está contenido dentro del medio ambiente-, sería más propicia para arquitectos del paisaje o personas que, por ejemplo, se encargan de diseñar jardines, mientras que una postura como la de Calatrava -en la cual el paisaje es un subproducto del medio ambiente-, sería la más óptima a ser tomada por personas abocadas tanto a las ciencias naturales como sociales, pues involucra a dichas disciplinas a la hora de abordar al término.

Resulta interesante el cómo aquellos que crecieron en paises donde la lengua materna proviene del latín –como Martignoni y Calatrava-, asocian de algún modo al paisaje a las ciencias naturales, mientras que Roger hace todo lo contrario: lo separa abruptamente de ésta, lo cual se contradeciría con los orígenes semánticos del término según cada lengua.

Construcción cultural o producto de la naturaleza, pareciera ser que la amplitud del conceptos de paisaje y la basta posibilidad de asociarlo a otros términos, da la libertad de generar una interpretación propia de éste. Sería oportuno pensar qué hacer con el paisaje en el futuro, en vez de cuestionarse los orígenes y las concepciones del término. Sin embargo, es el pasado el que arroja luz sobre los conceptos, pues como dijo Roger (2007, 45), la mayoría de los problemas ligados al medio ambiente, con su cortejo de malentendidos y de diálgoso sordos, podrían resolverse más fácilmente si no se mezclara todo y si hiciera un esfuerzo por distinguir cudiadosamente los valores ecológicos y los valores paisajísticos.

Bibliografía

Alain, Roger. "Breve tratado del paisaje". España: Biblioteca Nueva, 2007

Calatrava, Juan. "Jardín y paisaje, miradas cruzadas". España: Abada, 2011

Maderuelo, Javier. "Paisaje y territorio". España: Abada, 2008

Martignoni, Jimena. "El paisaje como materia prima". Barcelona: Gustavo Gili, 2008

Maderuelo, Javier. "El paisaje: génesis de un concepto". España: Abada, 2005

Real Academia Española de la Lengua. Consultado el 09 de noviembre de 2017 en: http://dle.rae.es/?id=RT6QMkS

Fichas de lectura

Ficha de lectura 01

AUTOR: Ian L. McHarg

TÍTULO: Proyectar con la naturaleza

AÑO DE EDICIÓN: 2000

EDITORIAL: Gustavo Fili

LUGAR DE PUBLICACIÓN: Barcelona

NÚMERO DE PÁGINAS: 198

PALABRAS CLAVES: Paisajismo, Ecología, Geografía.

1. En la tradición occidental, con la única excepción del siglo XVIII inglés y sus derivaciones, la arquitectura del paisaje se identificaba con la creación de jardines, ya sea en la Alhambra, en la abadía de Saint Gall, en la Villa d’Este o en Versalles. En esta tradición, las plantas manejables y decorativas se disponen mediante una geometría simple como símbolo metafísico comprensible de un mundo sometido y ordenado, creado por el hombre. Las cualidades ornamentables de las plantas son primordiales en este caso; no se deja que los conceptos ecológicos de comunidad o asociación enturbien el objetivo. (Pág. 70)

2. El objetivo funcional consistía en la obtención de un paisaje productivo y operativo. Las cumbres y las laderas de las colinas se repoblaron para obtener bosques, grandes prados ocupaban el fondo de los valles, donde se construyeron lagos y por donde serpenteaban corrientes de agua. El producto de este nuevo paisaje fue el extenso prado que servía para mantener ganado vacuno, equino y ovino. Los bosques proporcionaban madera muy valiosa [...] y servían de cobijo a la caza, al tiempo que las arboledas, colocadas estratégiacmente sobre el prado, proporcionaban sombra y protección a los animales mientras pastaban. (Pág. 72)

3. La naturaleza misma produjo la estética; la geometría simple del renacimiento quedó abolida, no por su sencillez sino por su elementarilidad. “La naturaleza aborrece la línea recta”. El descubrimiento de una estética ya formalizada en Oriente, basada en el equilibrio oculto de la asimetría, vino a refrendar este punto de vista. En el paisaje del siglo XVIII comenzó la revolución que rechazó la imagen clásica y la imposición de su geometría como símbolo de la relación entre hombre y naturaleza. Esta tradición tiene importancia por muchas razones. Proporcionó los fundamentos de la ecología aplicada como justificación de la función y de la estética del paisaje. La proposición manifiesto de la arquitectura monderna –“la forma sigue a la función”- ya había sido superada mucho antes por la concepción del siglo XVIII, en la cual forma y proceso eran aspectos indivisibles de un único fenómeno. Algo especialmente importante por la escala a la que se plantean las actuaciones. (Pág. 72-73)

4. La preocupacion fundamental se centra en la forma y, por ello, deja a un lado factores de emplazamiento que explican la situación de las ciudades –límites de marea, vados, cruces de puentes, recursos minerales y agrícolas, clima favorable y cosas semejantes-. Parece cierto que las ciudades improtantes tienen características que pueden deberse al lugar donde se asientan, a las aportaciones del hombre o a la combinación de ambas circunstancias. Río de Janeiro, Nápoles y San Francisco están asociadas directamente a lugares magníficos. Venecia, Amsterdam y París se identifican inicialmente con los principales artefactos que las constituyen. Sin embargo, cuando las ciudades están construidas en lugares magníficos, espectaculares o ricos, a menudo su belleza es resultado de la conservación, explotación y mejora, más que la destrucción de las características del lugar. Cuando no hay espectacularidad intrínseca, la belleza de un lugar puede conseguirse con edificios y espacios, como puede comprobarse en los casos de Amsterdam, Venecia y París. Cuando una ciudad contiene tales creaciones maravillosas, éstas entran a formar parte del inventario de valores, el genius loci. La ciudad en conjunto puede verse entonces como una explotación del lugar intrínseco –las creaciones humandas vistas como adaptaciones convenientes al lugar- que preserva, realza y mejora sus cualidades básicas transformadas en valores por derecho propio. (Pág. 175)

5. Cuando descubrimos el conocimiento renunciamos a la integración y tal renuncia nos lleva a la desintegración. (Pág. 196)

6.En cuestión de valores supone un gran avance dejar de considerar a la naturaleza como una tercera persona y empezar a tratarla como algo próximo a nosotros, algo con lo que nos comunicamos. Mejor aún, debemos sentirnos nosotros mismos parte de las relaciones ecológicas. El sistema económico de valores debe ampliarse en un sistema relativo que abarque los procesos biofísicos y las aspiraciones humanas. La ley debe reflejar que la muerte o las lesiones debidas a inundaciones, sequías, avalanchas o terremotos pueden ser producto de la negligencia humana o de la malicia, y por ello deberían ser competencia de los tribulanes. (Pág. 197)

Resumen: Libro que explica cuáles son los factores a considerar a la hora de realizar un proyecto de arquitectura en el cual los componentes naturales tengan fuerte presencia.

Ficha de lectura 02

AUTOR: Alain Roger

TÍTULO: Breve tratado del paisaje

AÑO DE EDICIÓN: 2007

EDITORIAL: Biblioteca Nueva

LUGAR DE PUBLICACIÓN: Madrid

NÚMERO DE PÁGINAS: 211

PALABRAS CLAVES: Medio ambiente, Paisaje, Ciencia.

1. Se considera evidente que el paisaje forma parte del medio ambiente, del que sería uno de sus aspectos, uno de sus tipos y, por lo tanto, que también merece ser protegido, del mismo modo que nos preocupamos por salvaguardar el medio ambiente. Esta postular, que parece sensata, es tan falsa en sus principios como perjudicial en sus efectos. Hablando estrictamente, el paisaje no forma “parte” del medio ambiente. Este último es un concepto reciente, de origen ecológico, y, por esta razón, susceptible de tratamento científico. (Pág. 135)

2. Ignoro lo que quiere decir “ecología del paisaje”, a no ser que sea: la absorción del paisaje en su realidad física, la disolución de sus valores en las variables ecológicas, en resumen, su naturalización, mientras que un paisaje no es nunca natural, sino siempre cultural. (Pág. 137)

3. Pero, ¿qué pasa con las definiciones oficiales? En este aspecto, la consulta de los diccionarios y enciclopedias es instructiva. Tomemos, por ejemplo, el artículo “Paisajes” de la Encyclopedia Universalis. Primera indicación: este artículo lleva como subtítulo y entre paréntsis la palabra “medio ambiente”. Está claro que, desde el principio, el paisaje se postula como un subconjunto del medio ambiente y que no va a tardar en llegar la reducción ecológica. Así lo confirma la primera sección del artículo, “Paisajes y ecólogía. Ambigüedades del paisaje”, debido a dos eminentes especialistas, Patrick Blandin y Maxime Lamotte, que no dejan de

“lamentar” estas “ambigüedades”. ¿Cómo deshacerse de ellas? Eliminando los valores subjetivos, vinculados a la percepción, para refugiarse en la ecología, esta abra de objetividad. De ahí la referencia obligada a los padres fundadores, Tansley y Lindeman, y al concepto de ecosistema, pronto relegado por el de ecocomplejo, forjado por nuestros dos autores: “Este término evita las ambigüedades desde la palabra ‘paisaje’, pues designa una categoría de sistemas ecológicos considerados sin ninguna referencia a los fenómenos de percepción.” Nos deja confundidos. Es cierto, las “ambigüedades” han desaparecido, pero ¡a qué precio! El escamoteo del paisaje. ¿Qué queda de él, en efecto, cuando se lo ha separado de su percepción? Toda la historia del paisaje occidental, así como del extremo Oriente, lo demuesta con evidencia: el paisaje es, en primer lugar, el producto de una operación perceptiva, es decir, una determinación sociocultural. (Pág. 138-139)

4. Contra los ecólogos, diré que un paisaje no puede nunca reducirse a un ecosistema. Contra los geógrafos, que menos aún puede reducire a un geosistema. Por muy decepcionante que sea, en apariencia, esta propuesta, sin embargo, hay que mantenerla con firmeza: el paisaje no es un concepto científico. En otros términos, no puede haber una ciencia del paisaje, lo que no significa, sino muy al contrario, que no pueda mantenerse un discurso coherente respecto a este tema. (Pág. 140)

5. Si la noción de paisaje es de origen artístico, el concepto de medio ambiente es de inspiración científica. Se entiende claramente con Haeckel y su definición de ecología: “Por Ecología entendemos la totalidad de la ciencia de las relaciones del organismo con el medio ambiente, comprendidas, en sentido amplio, todas las condiciones de existencia”. Pero sobre todo es con Tansley y su teoría de los ecosistemas con lo que el medio ambiente, enriquecido con determinaciones abióticas, se impone como concepto científico, sintético y conquistador, listo para absorberlo todo, incluído el paisaje. (Pág. 142)

6. El conocimiento de los geosistemas y de los ecosistemas es evidentemente indispensable, pero no nos hace avanzar un solo paso en la determinación de los valores paisajísticos, que son socioculturales. El análisis objetivo de un biotopo, la medida del grado de contaminación de un río no tienen, literalmente, nada que ver con el paisaje, como hace poco señalaba Bernard Lassus en su artículo decisivo: “Hay una diferencia, una irreductibilidad de un agua limpia en un paisaje. Se puede imaginar fácilmente que un lugar contaminado constituya un paisaje bello y que, a la inversa, un lugar no contaminado no sea necesariamente bello”. (Pág. 143)

7. Mi experiencia, tanto teórica como práctica [...], me ha convencido de que la mayoría de los problemas ligados al medio ambiente, con su cortejo de malentendidos y de diálgoso sordos, podrían resolverse más fácilmente si no se mezclara todo y si hiciera un esfuerzo por distinguir cudiadosamente los valores ecológicos y los valores paisajísticos. (Pág. 145)

8. Seamos claros y firmes: debemos recordarles incansablemente, a los ecologistas y a otros defensores del medio ambiente, los derechos del paisaje, que no se limitan a la preservación del medio ambiente, verde o no, y mostrarles que le hacen un parco servicio a su causa cuando practican esta confusión reduccionista. A los poderes públicos y a los profesionales de las infaestructuras, debemos, por supuesto, recordarles las exigencias del medio ambiente, pero también, con mayor razón, las del paisaje, y ahcerles ver que están lejos de haber acabado su tarea cuando han respetado el medio ambiente, demasiado a menudo reducido a su valor fónico. (Pág. 150)

Resumen: Un recorrido de lo que el paisaje es, desde la concepción del término hasta nuestros días. Incluye relaciones entre paisaje y medio ambiente.

Ficha de lectura 03

AUTOR: Juan Calatrava / José Tito

TÍTULO: Jardín y paisaje, miradas cruzadas

AÑO DE EDICIÓN: 2011

EDITORIAL: Abada

LUGAR DE PUBLICACIÓN: Madrid

NÚMERO DE PÁGINAS: 198

PALABRAS CLAVES: Paisajismo, Medio ambiente, Territorio.


1. Diremos, por tanto, que “medio ambiente” es más que “territorio”, siendo el medio ambiente el territorio cualificado biológica, histórica y culturalmente. En el medio ambiente está el territorio, con el añadido de la vida, la historia, la cultura; por lo tanto, “medio ambiente” y “territorio” no son conceptos, por así decirlo, intercambiables. (Pág. 48)

2. El medio ambiente es “el territorio viviendo para el hombre y vivido por el hombre”, mientras que el territorio puede ser pensado y estudiado y manipulado, en tanto que tal, sin tener en cuenta la vida que “en él vive y el hombre que esa vida vive”. (Pág. 48)

3. Resultará bastante fácil, creo, en este punto, una definición del “paisaje” como “forma” (“función” o “contenido”, podríamos llamarlo, adaptando por analogía los términos de la crítica literaria y artística) que el medio ambiente otorga al territorio como “materia” de la que se sirve. O, mejor, si queremos ser más precisos, “paisaje” es la “forma” en que se expresa la unidad sintética a priori [...] de la “materia (territorio)” y del “contenido-o-función (medio ambiente)”. (Pág. 49)

4. El medio concreto, el medio en eque vivimos y del que vivimos por vivir en él, es siempre medio ambiente como forma de un territorio, es decir, paisaje. No será, por tanto, arriesgado suponer que lo mismo que el concepto de “medio ambiente” incluye el de “territorio”, también el concepto de “paisaje” incluye el de “medio ambiente”, de modo que la reallidad que debemos estudiar y sobre la que, si es necesario, debemos intervenir es siempre el “paisaje”, y no el “medio ambiente” y, mucho menso aún, el “territorio”. (Pág. 50)

Resumen: Libro que explora la relación entre medio ambiente, territorio y paisaje.

Ficha de lectura 04

AUTOR: Javier Maderuelo

TÍTULO: Paisaje y territorio

AÑO DE EDICIÓN: 2008

EDITORIAL: Abada

LUGAR DE PUBLICACIÓN: Madrid

NÚMERO DE PÁGINAS: 350

PALABRAS CLAVES: Paisaje, Territorio, Entendimiento.


1. Frente al paisaje, el observador no adopta una aproximación científica sino que sufre una reacción estética que le produce emociones y le despierta sentimientos. Esta sensación sin embargo no es nunca arbitraria sino que en ella juegan un papel primordial los referentes que maneja el observador y su entendimiento de la situación. La aproximación al paisaje emociona combinando en el aprecio sentimientos y entendimiento. (Pág. 204)

2. La reponsabilidad que implica la aproximación al territorio y a su paisaje reclaman un adecuado entendimiento de la variable temporal. (Pág. 205)

3. El patrimonio genético de la tierra se muestra en sus paisajes, pero no de una manera directa, sino estableciendo relaciones entre las formas del ambiente y los seres que en él habitan, pues unos están estrechamente asoaciados a otros. Las relaciones entre rasgos y formas son relaciones abiertas, nunca estrictas y precisas, por lo que requieren una cierta flexibilidad en la interpretación. (Pág. 219)'

Resumen: Libro que hace incapié en el rol del observador frente al paisaje.

Ficha de lectura 05

AUTOR: Jimera Martignoni

TÍTULO: Latinscapes: El paisaje como materia prima

AÑO DE EDICIÓN: 2008

EDITORIAL: Gustavo Gili

LUGAR DE PUBLICACIÓN: Barcelona

NÚMERO DE PÁGINAS: 176

PALABRAS CLAVES: Paisaje, medio ambiente, restauración

1. Estas imágenes, o paisajes conforados, nos representan y en ellas nos reconocemos. Siempre hay un paisaje por modificar, o uno susceptible de ser utilizado como referente; o, más aún, paisajes que son autorreferenciales. (Pág. 12)

2. Aceptar el paisaje como un proceso de transversalidad es entenderlo como una operación matemática de intersección entre lo que representan las esferas política, económica, social, estética y filosófica de un lugar concreto y la amplia esfera de la naturaleza y sus diferentes grados de modificación cultural. Esta transversalidad se da también en el tiempo y en el espacio, transformándose en un proceso de transición; el paisaje como una actitud se comprende más fácilmente a través de este concepto de dinamismo y dimensionalidad. (Pág. 14)

3. Es importante remarcar que la materia prima con la que se trabaja es la presencia de paisajes forma y visualmente únicos que definen una actitud proyectual solitaria de búsqueda y preservación del "alma" de esos paisajes. (Pág. 22)

4. Con el establecimiento de la arquitectura del paisaje como discilpina a lo largo del siglo XX, el concepto filosófico de paisaje se ha ido reexplorando y redefiniendo, y confirmándose también la idea original del hombre como observador y como posterior modificador del paisaje. El paisaje se delinea entonces como materia modificable. (Pág. 23)

5. Sin embargo, no es posible originar un nuevo paisaje que no esté enraizado con otro existente. Tampoco se crea una nueva cultura a partir del paisaje, sino que en todo caso se refuerza, realimenta, estimula y/o desdobla una cultura previa, cobrando así una importancial vital el concepto del "paisaje social". (Pág. 23)

Resumen: Libro que recopila proyectos de paisajismo en Latinoamérica. Incluye un prólogo en el cual explora sobre qué es el paisajismo y su rol en Latinoamérica.

Ficha de lectura 06

AUTOR: Javier Maderuelo

TÍTULO: El paisaje: Génesis de un Concepto

AÑO DE EDICIÓN: 2005

EDITORIAL: Abada Editores

LUGAR DE PUBLICACIÓN: Madrid

NÚMERO DE PÁGINAS: 341

PALABRAS CLAVES: Lengua, paisaje, origen

1. La visión positivista de las ciencias naturales se enfrenta a la interpretación subjetiva de la creación artística mientras que una posición intermedia la ocuparían las ciencias humanas y también ciertas ramas de la geografía que, desde los años sesenta del pasado siglo XX, aceptan algunos grados de subjetivismo como variable de trabajo (Pág. 9)

2. El término paisaje se entiende aquí no como un mero género pictórico o como un tema de composición arquitectónica, sino como un constructor cultural, como una de las ideas generales sobre las que se apoya la cultura. (Pág. 11)

3. El paisaje no es una cosa, no es un objeto grande ni un conjunto de objetos configurados por la naturaleza o transformados por la acción humana. El paisaje tampoco es la naturaleza ni siquiera el medio físico que nos rodea o sobre el que nos situamos. El paisaje es un constructo, una elaboración mental que los hombres realizamos a través de los fenómenos de la cultura (Pág. 17)

4. Aunque en griego no se encuentra ningún término que se aproxime al concepto de paisaje, la retórica griega llegó a destilar dos palabras relacionadas con la idea de "descripción del lugar", topografía y topotesia, que se refieren respectivamente a "lugar real" y "lugar ficticio". Curiosamente, la retórica latina no dispone de ninguno para nombrar estos conceptos y tendrá que recurrir a la locución descriptio loci, que fue empleada para referirse al "lugar de los hechos" en los debates judiciales. (Pág. 18)

5. En chino existen varias palabras para nombrar paisaje, cada una de ellas expresa un matiz específico, sin embargo, el término más genérico, que incluye a todos los demás, es "sahnshui", palabra que surge de la contracción de dos sinogramas sahn (montaña) y shui (agua, río), que son, por supuesto, muy antiguos, muy anteriores a shanshui (paisaje) en cuanto tal. (Pág. 21)

6. El término "landschaft" en alemán está documentado desde el siglo VIII, sin embargo, entonces y hasta el Renacimiento, este término significaba solamente "región" o "provincia". El landschaft o lantschaft alemán no se refería originalmente a una vista de la naturaleza sino a un área geográfica definida por unos límites políticos. (Pág. 24)

7. La contracción de estos dos términos, land y scape, para construir una nueva palabra nos acercaría a la idea del "aspecto de un territorio" o las características que le definen como modelo, como país (Pág. 25)

8. Esa raíz latina la encontramos en el término pagus que se puede traducir al español como aldea, distrito o cantón, y en paganus con el que se nombra al aldeana,

al rústico y aquello que pertenece a la aldea o al campo. De paganus surge también el término paisano, en el sentido de aquel que no es militar. El ablativo latino de pagus es pago, que hace referencia a las cosas del campo y de la vida rural. Pago, con su forma latina inalterada, es una palabra que aparece en documentos españoles desde el año 1100 y que aún perdura para referirse a una tierra o heredad, especialmente cuando se trata de viñas u olivares. Pero, con el paso del tiempo, el término

pago, como expresión de la idea de lugar, fue dejando paso a la palabras país, que expresa las ideas de región, provincia o territorio y que, junto a nación, son acepciones que actualmente posee el término país. (Pág. 25)

9. Paisaje, según el diccionario de la Real Academia Española, en su vigésima primera edición, se define como la "extensión de terreno que se ve desde un sitio". Por lo tanto, la idea de paisaje no se encuentra tanto en el objeto que se contempla como en la mirada de quien contempla. No es lo que está delante sino lo que se ve. (Pág. 38)

Resumen: Libro que explora el paisaje desde sus orígenes hasta la actualidad, haciendo un barrido desde distintas áreas, tales como el arte, la filosofía y la arquitectura.

Notas al pie

  1. Mi proyecto de título corresponde al proyecto de paisaje de un centro de monitoreo medioambiental, el cual se está proyectando en La Greda, Puchuncaví, en un terreno cuyo degrado medioambiental es fuerte debido a las empresas contaminantes en el sector.