Constanza Pérez
Mirada Renacentista, dominio y goce
Lo fundamental del emplazamiento para la búsqueda de dominio del hombre renacentista
El hombre comienza a ser renacentista cuando surge en él el anhelo de romper los límites, de adentrarse en lo desconocido tanto en el mundo de la ciencias, artes y viajes. Es así cuando se marca un hito de esta época, el descubrimiento de América en 1492. Este hecho viene a recalcar una realidad, el hombre se abre al mundo. Comienzan a abrirse nuevas rutas comerciales, se conocen nuevas tierras, nuevos recursos y a la vez comienzan a enriquecerse algunas familias poderosas.
Dentro de estas familias cabe destacar a la familia Medici, en Florencia, Italia, la cual gracias a sus riquezas se transformó en una de las familias más poderosas de Florencia y a la vez la financiadora de un gran números de obras de la época de carácter privado como lo eran sus Villas y otras públicas tales como, la Iglesia San Lorenzo, Santa María de Fiore, Galería Ufizzi entre otras. Cabe destacar que el otorgar financiamiento a estas obras no era un acto altruista, sino más bien, era una oportunidad para hacer ostento de su riqueza y mostrar al pueblo lo que eran capaces de hacer. Pensamiento basado en el espíritu de la época, el hombre era capaz de todo, viajar, conocer nuevas tierras, nuevas teorías en la ciencia, de construir grandes y bellas obras.
El concepto de belleza se retomó de los clásicos, y a la vez éstos influenciaron de gran manera la construcción de las obras, desde donde ubicarla, hasta los más mínimos detalles de proporción. Vitruvio en sus tratados de arquitectura da importancia a cómo emplazar y orientar la obra, por ejemplo menciona “En primer lugar, se seleccionará un terreno totalmente favorable: un terreno elevado y abierto” (M.Vitruvio, 1995) aspecto que se lleva a cabo en las Villas de la familia Medici, todas emplazadas en montes, a las afueras de la ciudad. Si bien el fin de Vitruvio era la salubridad para los habitantes al alejarlos de elementos dañinos o incómodos, por ejemplo Villa Fiesole de la Familia Medici, se emplaza en una cuesta y de manera aterrazada, se da entender que el ubicarse en un terreno elevado trae otros beneficios. Desde allí se tiene un gran dominio de la ciudad, y también se busca el encuentro con la mirada con un punto enclave de la ciudad como es la cúpula de Santa María de Fiore. Encuentro que se logra en la gran totalidad de las Villas Medicianas y que no es más que una manera de realzar su poderío en Florencia, como logran influenciar tanto dentro como fuera de ella, y como son capaces de alzarse y dominar el territorio.
Por otra parte este elevarse ante la ciudad para dominarla y este encuentro visual, el traer a precia hitos urbanos, tiene relación con el acto de contemplar y darle importancia al paisaje a lo que los rodea. Un momento de detención para admirar tanto lo natural como lo edificado. En lo natural se ve reflejado lo desconocido y antes temido, y como con la vista se logra traer a presencia, admirar y tener bajo control.
Otra Villa destacable es la Villa Capra de Andrea Palladio, si bien no está ubicada en Florencia ni se le adjudica a la Familia Medici es pertinente estudiarla. Ubicada en la cima de una colina a las afueras de Vicenza, cumple con lo propuesto por Vitruvio en el sentido de la elección del lugar, y también cumple con más aspectos clásicos como en su distribución, proporción y geometría. Desde esta Villa se tiene gran dominio visual de su territorio, se logran observar el rio y el bosque, en un eje y sus fincas y jardines en otro eje. Tiene dominio de todos los puntos enclaves propios del territorio como lo son el bosque y el rio y de los privados como lo son su finca y jardines. Desde esta Villa se logra un dominio de lo público y de lo privado, así su ubicación y orientación cumplen un rol fundamental en ello.
Por otra parte se puede observar nuevamente la intencionalidad en el crear paisajes armoniosos que se contemplen con goce, al ver cómo la ubicación de la Villa crea un paisaje casi teatral al montar un escenografía, la cual crea un fondo, el bosque y la vegetación menos tratada que envuelven la Villa y enmarcan. Por otra parte el jardín de acceso crea un antesala, un umbral holgado que realza la llegada al lugar. Todo esto, como un total, crea un paisaje contemplable y admirable, se recrea la mirada y el hombre goza de su entorno controlado.
Se puede observar cómo en el renacimiento el ímpetu del hombre por conocer, dominar y abrirse a un nuevo mundo se ve reflejado en las obras, con mayor hincapié en la Villas donde estas familias adineradas se ubicaban en las alturas para así tener un dominio con la mirada de la ciudad y la vez darse el lujo de contemplar bellos paisajes. Es así como el emplazamiento de las obras cobra un rol fundamental para hacer realidad esta búsqueda de dominio y control de su entorno del hombre renacentista.
Bibliografía
M.Vitruvio, Los diez libros de Arquitectura, libro 1, capítulo IV, página 37
La contemplación como innovación renacentista
El uso estratégico del emplazamiento para la búsqueda de dominio del hombre renacentista abrió una nueva arista, la importancia de la contemplación, ya que gracias a ella el hombre era capaz de observar, controlar y tener una noción clara de lo que existe y rodea. Por otra parte la contemplación jugaba un rol fundamental en la apreciación de la belleza, la belleza de la naturaleza y sobre todo, de la belleza que el hombre era capaz de construir y llevar a cabo en diferentes obras.
La relación entre el hombre y la obra existía gracias a la mirada, ésta permitía acceder a las obras con anterioridad, el emplazamiento y tamaño de las construcciones permitían que se transformarán en lugares enclaves de la ciudad, como es el caso de Santa María de Fiore, la cual, se eleva sobre Florencia, con una altura cercana a los 114 metros,sobrepasando la media de altura de la ciudad. Las angostas calles de Florencia conducen la vista hacia esta obra, pudiendo observarse desde la mayoría de los puntos de la ciudad, por ejemplo, desde la Piazza della Santtissima Annunziata la cual se vincula directamente a Santa María de Fiore con la mirada, a través de un vacío conducente creado por las construcciones del lugar. En esta plaza se encuentra la Basilica della Santtissima Annunziata. Se puede decir que se unifica lo religioso a través de la mirada.
Esta relación entre la vista y la obra no está ajena a nuestra realidad, ya que en la ciudad de Valparaíso es un hecho que determinadas obras se transforman en puntos enclaves al estar potenciada su altura al sumarle la altura del cerro, su tamaño propio más la cota en que se encuentran crean un nuevo tamaño, un doble alzado sobre la ciudad, la cual permite que estas obras destaquen. Este es el caso de la Iglesia Luterana de la Santa Cruz ubicada en el cerro Concepción, la cual, al igual que Santa María de Fiore, es posible divisar desde varios puntos de la ciudad, también a través de vacíos conducentes de la mirada. La Iglesia Luterana también puede observarse desde una plaza, desde la plaza Aníbal Pinto se logra acceder con la vista a la torre de la iglesia, en este caso se puede decir que se unifica lo público, la plaza en el plan y el paseo Atkinson adyacente a la iglesia.
En ambos casos de puede estar en un aquí y un allá de manera simultánea. La relación del hombre con la obra por medio de la vista, quizás de manera indirecta, es una gran innovación renacentista. Gracias a ésta el hombre siempre está en el centro, él es el que domina el espacio y tiene el control de su entorno. La innovación de la época que se relaciona de manera directa con esto es el uso de la perspectiva, se estudia y trabaja debido a que la usarla de manera adecuada se logra contemplar de manera plena según el espacio que se tenga. Un ejemplo es la innovación de Palladio en el Teatro Olímpico, al usar la perspectiva para crear un corredor mucho mas largo a la vista, se engaña a la mirada para crear una escenografía que simula las calles de Tebas.
La forma de mirar la cosas cobra gran importancia en el Renacimiento, se estudia al respecto y se busca innovar, el uso de la perspectiva, la vinculación de los espacios con la mirada y la búsqueda de dominio de los ciudades gracias a su emplazamiento son ejemplos claros de cómo a lo largo del Renacimiento el hombre le da importancia a la contemplación y como ésta le permite tanto el dominio de los espacios como goce y admiración de la belleza que él mismo crea.