Constanza Arancibia Taller de Amereida Etapa VII

De Casiopea



TítuloTaller de Amereida Segundo trimestre 2014
AsignaturaTaller Amereida 2014, Taller Amereida VII, Taller Amereida
Del CursoTaller de Amereida 2014, Taller Amereida 2014, Taller Amereida VII
CarrerasArquitectura
Alumno(s)Constanza Arancibia

La dimensión oculta a descubrir

Desde el año 1984 la Escuela de Arquitectura y Diseño PUCV realiza travesías por el continente, estos son viajes poéticos por América que se realizan anualmente por cada taller perteneciente a la escuela. En estos viajes se realizan obras desde la creatividad del oficio estudiado, es necesario recorrer América en su extensión para reconocerla y habitarla en plenitud.

La importancia de una travesía no reside solamente en la obra a crear, sino al total de la vivencia. En la previa al viaje; que conlleva la organización y planificación, el durante; con todo aquello vivido en aquel trozo de América escogido para vivir aquel viaje y finalmente el término que se analiza a la vuelta y queda divagando en la mente de los viajeros y el interés colectivo.

El viajero parte de travesía por el simple hecho de partir, existe un desprendimiento en cada aventura. En cada viaje que emprende parte con un otro que se manifiesta a través del quehacer de la obra. El viajero tiene una constante e incansable búsqueda a lo infinito y de lo abierto que se presenta ante él para que lo descubra.

A pesar de no existir una travesía sin obra, se debe destacar que la obra no es el objetivo del viaje. La travesía se enfoca en atravesar el continente, ir con un rumbo abierto a la gratuidad. Se va con una ruta que consiste en mantener el rumbo abierto, un comenzar constantemente. Emprender el rumbo en América es seguir un horizonte que se encuentra más allá, ir en la búsqueda de aquello desconocido, ya sea en la vivencia, en la obra, en la cultura, en la contemplación. Carlos Covarrubias en una clase de Amereida pregunta abiertamente: -¿Quién de aquí está enamorado o se ha enamorado alguna vez? Que levante la mano...Algunos alzaron sus manos y de esa forma indicó que muchos empiezan relaciones amorosas conociendo el principio de ésta pero desconociendo su final y sin el propósito de encontrarle uno en el tiempo. Es ahí cuando se hace la analogía con la travesía, es como el amor, tiene un comienzo sin fin y es la búsqueda de un inalcanzable inaudito.

Existe una diferencia abismante entre aquellas cosas que se realizan con objeto y otras que se realizan con objetivo. Si no se tiene un objetivo ¿por qué realizamos nuestros actos?. Es ahí la diferencia, actuamos acorde a los propios gustos, al interés, obligación y generalmente por el dinero. En conclusión, actuamos por objeto, nos vemos en la necesidad de realizar un acto para poder obtener algo a cambio, ya se material, monetario o tan solo por placer. Cuando se hacen las cosas no movidos por el deber y de forma desinteresada, es justo en ese punto en que nace la gratuidad. Esta gratuidad es parte de la dimensión que oculta la travesía, es por ello que la escuela hace travesías en la gratuidad para develar América, hacer travesía sin objeto da paso al permitir obrar. El realizar obras por el continente no busca el reconocimiento de los habitantes del territorio, ni tampoco reconocimientos públicos hacia la escuela, es algo que trasciende a lo que se puede apreciar a simple vista. Obrar en conjunto y con la comunidad en que se habita por los días de la travesía tiene un significado de fraternidad y unión como taller y entre americanos. De esa forma se crea la obra.

La obra se desprende de la gratuidad y con ello aparece el tiempo y espacio que acompaña la acompaña. Cuando se sale a travesía se debe tener claro que la obra tiene un espacio determinado en América pero eso no se traduce a que su tiempo sea determinado. Las obras pueden durar días, semanas, meses o años, pero no es un objetivo a estudiar previo ni durante el obrar, ya que esta dimensión de “sin tiempo” es también parte de la travesía, cuando no se determinan parámetros de durabilidad se da el espacio a la obra para que perduré lo que tenga que perdurar, porque en un espacio dentro de nosotros y de la comunidad nunca se desvanecerá. Aquel espacio del que hablamos, es la memoria que se encarga de almacenar todas estas travesías llevadas a cabo, aquellas obras que aún perduran u otras que se desvanecieron en el tiempo pero no en el consciente de la escuela ni de la comunidad, que en algún momento contempló la obra y convivió con los viajeros.

La obra se traduce como aquello que deja “el otro”, así también durante las faenas de la obra nacen impedimentos y dificultades que se van haciendo aparecer en el pasar de los días de la travesía, todo esto corresponde a la adversidad con la que nos encontramos en cada experiencia, pero a pesar de ello miramos estos obstáculos como algo hermoso, como la belleza que tiene la vida misma. -¿Será verdad que lo adverso esconde la verdadera libertad? Es necesario que la travesía pase por este riesgo ya que de esa forma la obra se convierte en un regalo, es ahí donde en plena travesía se encuentra lo abierto. -“Fortuna o adversidad son latidos del mismo corazón” Dijo Godofredo Iommi hace unos años atrás, hoy no sabemos si la fortuna o la adversidad es mejor que la otra, en este descubrir de América nos encontramos con ambas, muchas veces al unísono, dándole belleza al total de la obra.

La obra realizada en travesía se convierte finalmente en un regalo, una entrega íntima del quehacer del oficio ejecutado los días de faenas, detrás de este regalo marcado con el sentido de gratuidad, también van días de trabajo en comunidad, una interacción íntima con la cultura del lugar, y un aprender del oficio. Este ragalo no es solo algo material, es un recuerdo a la memoria de cada uno, algo que perdurará en el tiempo, traspasando incluso generaciones. Hoy seguimos recordando travesías pasadas, leyendo algunas de las primeras y escuchando las propias de nuestros profesores, son obras que van pasando de uno a uno, una interacción constante en el tiempo.

Al igual que estas travesías, la escuela se ha encargado de plasmar las grandes enseñanzas de los originales. De esa forma podemos seguir aquel legado, aquella tarea que fundó a la escuela. La obra de travesía se traduce a la labor que se tendrá en el mañana como arquitectos y diseñadores, nuestro oficio y nuestras manos le entregarán a la comunidad un regalo, algo que hacemos sin objeto, una entrega basada en la necesidad de la ciudad. Desprendernos de algunos intereses personales nos moverán a proyectos que den un paso más alla de lo común, que le aporten un regalo a nuestra sociedad.

¿Por qué se utiliza la poesía en nuestro quehacer, en el aprender el oficio? Necesitamos reconocer el quehacer con la palabra poética, habitamos a través de la poesía, a través de la palabra del hombre. Hoy vivimos gracias a los poetas, en una poesía, aquello que queda. La figura poética nos canta lo vivido, toma las palabras para hablarnos y revelarnos el oficio. Nos acompaña en este camino de ir en busca del asombro, la admiración y la alegría. Porque así también a partir de la palabra podemos mantener vivos a nuestros originales, luego de años las palabras de Godofredo siguen frescas, calando y provocando en el interior de todos, es por ello que la escuela guarda, resguarda y re-encata para construir este mundo. Con la poesía y la palabra nos podemos conducir al nombrar y en ese aquel nombrar damos paso al acto que da lugar a lo que no tiene lugar.

La travesía tiene muchas dimensiones que se van descubriendo en el transcurso de ella y también en el paso de los años que vamos atesorando experiencias en la gran extensión de América. Todas estas dimensiones van apareciendo instantaneamente, a partir de aprendizajes, experiencias, instrucciones y todo aquello que se nos enfrente durante el viaje. El oficio es así, una constante travesía que va dejando mostrar aquello que desconocemos y que con el tiempo vamos adquiriendo. En todo este descubir necesitamos de ir acompañados de la palabra y la poesía, de esa forma podremos nombrar, es decir, traer a cuenta lo vivido. Ser elocuentes es parte de este aprendizaje y dimensión. Se mencionó que se lleva un otro en cada travesía pero existe otro que nos acompañará siempre, aquel es la poesía, es la palabra con acción. La palabra da paso a la observación y así recoge el sentido de la acción.

Camino a la tercera travesía algunas dimensiones se me han presentado y revelado, la gratuidad, el sin objeto, la adversidad, la belleza, lo infinito y lo abierto son dimensiones que atesoro para el propio quehacer del oficio y que llevaré en la próxima travesía, porque gracias a estos descubrimientos he podido mirar América con otros ojos, leer a los originales con un propio sentido, y obrar en el oficio movida por la palabra. El ir descubriendo las dimensiones tienen un mayor significado que el ser enseñadas, es necesario experimentarlas para poder reconocerlas, porque solo de esa manera se pueden asociar al vivir propio, a la necesidad de cada uno para llevarlas a la acción.

A casi un año de la muerte de Alberto Cruz, fundador de la escuela, es necesario plantearnos nuevamente que es lo que buscaremos y entregaremos en esta travesía, y con que finalmente nos quedaremos. Hoy tenemos más necesidad que nunca de mantener vivos a nuestros originales, es la era en que partimos un rumbo desconocido con y sin los originales, ya que no los tenemos con nosotros en cuerpo pero gracias a la palabra y a la poesía lo podemos traer a memoria, haciendo de esa forma que sus voces y sus palabras queden frescas todavía. Es nuestra labor mantener la misión que funda la escuela, entregar las dimensiones del oficio, y re encantar constantemente a nuevas generaciones para mantener la belleza del obrar que ha sido enseñadas hace más de 60 años por la escuela

Recordando la clase del 23 de Julio, debemos mantener tres preguntas constantemente en nuestro pensar, para que así podamos cumplir la misión del oficio.

¿qué es todo esto?

¿a dónde va?

¿de dónde viene?