Carlos Covarrubias. Profesor Honoris Causa PUCV

De Casiopea





NombreCarlos Covarrubias. Profesor Honoris Causa PUCV
Año2022
Fecha2022/07/07
OrganizadoresEscuela de Arquitectura y Diseño PUCV
ParticipantesCarlos Covarrubias, Claudio Elórtegui, Nelson Vásquez, David Luza, Jaime Reyes
Rol de la EscuelaResponsable
LugarEscuela de arquitectura y diseño pucv
Tipo de EventoUniversitario
Palabras ClaveCarlos covarrubias, honoris causa
Cargando el mapa…

Carlos Covarrubias. Profesor Honoris Causa PUCV

El acto de nombramiento del poeta Carlos Covarrubias Fernández como Profesor Honoris Causa de nuestra Universidad se realizó en la Escuela de Arquitectura y Diseño. La ceremonia tuvo lugar al aire libre, en el Patio de la Araucaria y contó con la presencia de las máximas autoridades de la Universidad, profesores, estudiantes y familiares. En el acto hicieron uso de la palabra el decano Sr. David Luza, el poeta Jaime Reyes, el Rector don Claudio Elórtegui y finalmente el propio Carlos Covarrubias. Luego el Rector entregó al poeta el diploma y la medalla correspondiente, para pasar a un brindis final.

Palabras del Decano, David Luza Cornejo

Buenos días

Un afectuoso saludo a quienes hoy nos acompañan, primeramente al festejado Poeta Carlos Covarrubias, a su familia que lo acompaña, al cuerpo docente, administrativo, estudiantes, permítanme saludar especialmente al rector Claudio Elortegui quien esta terminando su ultimo periodo liderando nuestra pontificia universidad católica de Valparaíso, Sr Vicerrector, Nelson Vásquez, quien ya ratificado desde la santa sede, esta por estos días asumiendo su nueva responsabilidad de rector de nuestra universidad. Ocasión entonces de desearle todo el éxito en la gestión que esta por liderar y que cuenta con una escuela que siempre ha demostrado y demostrara la mas alta responsabilidad y lealtad con la universidad.

Ocasión también señalar a quien deja su cargo, públicamente, nuestro agradecimiento, por su constante disposición y deferencia con la labor e impronta de esta escuela.

Quisiera también agradecer la disposición del cuerpo académico por estar presente en este acto que si bien tiene cierta intimidad es muy significativo.

También en el marco de los agradecimiento, incluir al secretario general Sr. José Luis guerrero por tener la disposición extraordinaria para que pudiésemos hoy tener los testimonios del nombramiento de Carlos.

Hoy estamos de fiesta, celebrando el nombramiento de Carlos Covarrubias como profesor Honoris Causa. Un poeta en propiedad en la academia. Creo que muchos de los presentes recibimos una formación que se sostiene en la construcción de su lenguaje, de su conformación. Es posible en la lectura habitar la palabra, sí, pero cuando esta el poeta de cuerpo presente, esa palabra cobra un sentido en la voz, su tono y en la gráfica, su semblante.

Una de las características que me entregó esta escuela en mi periodo de formación, inicial, fue la atención al lenguaje, a la posibilidad de su singular conformación.

Por un lado la música de la matemáticas, donde acá varios recordaremos a Arturo mena, también el con su tono y gestos amables, nos interrogaba preguntándonos por la negación de los zapatitos me aprietan o indicándonos la falta de consistencia y lógica de las señales de transito, no estacionar en ambos costados y cuando fue controlado por carabineros por estar estacionado bajo el cartel, su respuesta fue, yo solo estoy estacionado en uno de los costados por tanto no estoy incumpliendo la norma, lo mismo para la indicación no estacionar en toda la cuadra y su respuesta era solo estoy estacionado solo en una parte o que en su intención de ser un buen ciudadano llevaba su basura a las estaciones de metro porque estaba un cartel que decía: deje acá su basura y contribuya con mejorar el entorno. Confieso que con esto uno genera la manía de interrogar todo tipo carteles y con ello la dificultad de ocupar los términos siempre y nunca, una paréntesis, bueno, puede decir públicamente siempre que se requirió al Rector que hoy despedimos, siempre lo obtuvimos una respuesta positiva.

Junto con la música de las matemáticas, esta el poeta, la palabra presente con tono y semblante que nos trae ese arjé, esa posibilidad de nuevo comienzo. La palabra que confía en el oficio para ese nuevo comienzo, que no es directamente hacer lo que se quiere, tema largo de asimilar, al menos lo fue en lo personal.

Cuando se piensa en el material de apoyo a la docencia, se pueden enumerar un listado, programas, investigaciones, rubricas, los escritos, las clases, etc. pero tengo la impresión que también hay una real contribución es lo que nombro como el apuntalamiento o asentamiento, son esas palabras que fugazmente aparecen en la formación y son un sostén en el camino, ese apuntalamiento se practica en los gestos que le entregamos a los estudiantes, si le preguntas a un estudiante por el programa que curso difícilmente recuerden el contenido de forma exhaustiva o a través de un análisis del proceso, seguramente te dirá, ud me dijo una vez…. Y este Ud. me dijo una vez, tiene una forma particular en esta escuela por la poesía y por el poeta, el poeta nos dijo una vez…

Gracias Carlos porque a los presentes sin duda nos dijiste algo alguna vez, y quizás muchas veces, pero siempre fue una vez, como por primera vez.

Ese oír como por primera vez es expectante de lo inusual, Estando con el poeta sabemos que algo inusual esta en potencia por pasar, bueno, Carlos lo hiciste de nuevo,, hoy de forma muy especial tienes a dos rectores de la misma universidad presente en tu nombramiento como profesor Honoris Causa.

Palabras de Jaime Reyes

Querido Carlos. 
Señor Rector don Claudio Elórtegui, Señor Vicerrector Académico y Rector electo don Nelson Vásquez, señor decano David Luza, señor director Juan Carlos Jeldes. Queridos amigos y amigas.

Debo comenzar este acto con un agradecimiento personal. Si estoy aquí hoy hablando desde la poesía, es porque Carlos me recibió en los lares y lindes de la palabra cuando yo era un joven que ni había terminado mis estudios de diseño.

Son realmente difíciles estas palabras porque en poco tiempo se supone que debo decir sobre Carlos Covarrubias y la trayectoria que lo lleva a recibir el Profesor Honoris Causa de nuestra Universidad. Es imposible, porque son muchas las dimensiones personales, humanas, académicas y poéticas que han estado y están plenamente a la luz de todos nosotros durante décadas. Me veo obligado a escoger dentro de esas dimensiones iluminadas. Voy a tocar cuatro trazas, cuatro cantos o bordes desde los cuales podríamos reconocer a Carlos Covarrubias.

La primera traza proviene, como no, del poema Amereida[1]:

¿y ni día ni noche
la tercera jornada no llegó como una isla
y suavemente sin violentar engaños
para que el aire humano recibiera sus orillas?


que también para nosotros

el destino despierte mansamente


Que el aire humano recibe sus orillas significa que el mundo, las sociedades y los individuos alcanzan su borde o margen último y definitivo, en el sentido que se completan, se hacen enteras o totales. A algunos les gusta decir que se desarrollan o alcanzan el desarrollo (es curioso el afán de querer alcanzar el pleno desarrollo, porque implica necesariamente, desde ahí, comenzar a declinar y menguar). Y los humanos hemos inventado muchas formas de intentar llegar a esa completitud o plenitud social e individual. Por ejemplo mediante la guerra; los civilizados conquistan y colonizan a los salvajes, o los creyentes a los paganos. O a través de la revolución; los iluminados representantes del pueblo pobre masacran a la realeza burguesa rica. A través de las dictaduras de diversa laya fundadas en ideologías, que cruzan todas las bandas; nacionalismos, fascismos, comunismos, nazismos, prometiendo cosas como esta: nosotros conocemos al enemigo y somos la pureza, y organizaremos tu mundo de arriba a abajo, y no habrá pobreza y todos serán hombres y mujeres nobles y honestos, y el mañana brillará para todos y para siempre (nunca el presente).

El poeta nos ha indicado otro modo. Que el aire humano reciba sus orillas, suavemente sin violentar engaños. Carlos Covarrubias ha dedicado su vida a que también para nosotros el destino despierte mansamente.

Su poética y su poesía han sido desde la mansedumbre. La mansedumbre en el trato con sus estudiantes y las personas, con las palabras y el lenguaje, con sus maestros y discípulos, con su familia, con sus hermanos humanos y sus otros hermanos; sus hermanas el agua, las flores y la luna, sus hermanos el sol, los caballos y otros animales. Sus indicaciones orientadoras, sus voces, han sido por la paz hacia el otro y hacia lo otro. Sin excepción ni excusa.

El segundo borde, filoso, lo caminé con él hace muchos años, cuando estábamos en Reñaca, en las altas dunas cuaternarias en un acto poético con más de tres mil estudiantes de toda América Latina. Era una multitud que hervía en energías juveniles esparcida por las arenas. Junto con Carlos y Manuel Sanfuentes debíamos dirigir y timonear el acto y el juego que consistía en bajar la duna en unos deslizadores de arena. Era una especie de caos festivo y nosotros con Manuel íbamos y veníamos de un lado a otro intentando dar algunas instrucciones. Le comenté a Carlos, varias veces, que aquello era imposible, que no había forma de regir o guiar a ese gentío entusiasta. Él, solemne y tranquilo, me pidió confianza ciega en el acto poético. No sé cómo lo hizo, pero a viva voz, mansamente, logró congregar a los miles, hablarles y consumar el juego y el acto. Todos deslumbrados y felices.

Cada acto poético exige siempre y de nuevo atravesar la indecisión por decidirse. Toda la experiencia acumulada por haber hecho muchos actos poéticos, no cuenta. Siempre el pantano de la indecisión precede la posibilidad de consumarlo (dice Godo en Amereida II). Desde entonces, cada vez, ante pocos o ante muchos, a campo traviesa o en medio de las ciudades, esa solicitud y desvelo de confianza ciega vuelve a ser exigida para dar curso a la poesía en acto. Cada uno de nuestros actos poéticos, durante décadas, tal vez lo único que han creado, es un momento en la vida en que el tiempo se extiende extrañamente y una libertad única e insólita nos deja, a todos los participantes, como iguales ante nuestra propia condición humana.

El tercer canto y sus despliegues acontecen en la Ciudad Abierta. Carlos es uno de sus fundadores y de sus primeros habitantes. Allí, junto sus amigos, a su familia, a sus hijos. Allí hasta hoy permanece y vela por su ciudad, desde hace más de cincuenta años. Hace mucho tiempo Alberto Cruz llamó a sus habitantes el “pueblo de palomas”[2]aludiendo a unos versos de Amereida:

nuestra raíz
no está preñada de su hoyo
– nuestro apoyo
está en los aires

vasto
como la residencia de los pájaros

Es decir no fundamos nuestra comunidad o el continente americano en linajes. En lugar de la estirpe, la alcurnia o la raza, nosotros quisiéramos un pueblo con fundamento amplio por diverso y enteramente libre. Casi al mismo tiempo Godofredo Iommi utilizó otras aves para figurar a los habitantes de la Ciudad Abierta. En su poema “Estorninos” recogía una fórmula de Lautreamont para la poesía moderna, en la que en una bandada los pájaros vuelan dentro de una esfera; los pájaros la cruzan, en todos sus diámetros, continuamente, al punto que uno mirando un pájaro pudiera pensar que la esfera no avanza. Y sin embargo, dentro de esta multiplicidad de movimientos la esfera se desplaza. Asimilaba esta forma de avanzar y de moverse al pueblo poético de la Ciudad Abierta y de la Escuela. Pero yo una vez oí a Carlos decir que nosotros éramos el Pueblo de las Mesas. Y desde entonces he visto claramente que en verdad más allá de la voluntad o los anhelos de ser como las aves, es el Pueblo de las Mesas lo que precisamente hemos construido. Y Carlos ha sido el gran y primer mesonero; el que abre la hospitalidad mansamente a través de la conversación, el brindis, la gratuidad y la alegría y esperanza en esta Ciudad, a toda prueba.

Y la cuarta traza o canto o borde aparece en esta misma casa de la Escuela, de la Universidad y a través de toda la América. Carlos ha estado presente, bien presente, en todas las instancias internas e íntimas de nuestra Escuela y también ha ido por el mundo en su nombre. Al principio junto a nuestros maestros primeros y hoy junto a las generaciones de docentes que siguieron. En la ya antigua asignatura de Taller de América (hoy de Amereida) todos –todos– los estudiantes que han pasado por la Escuela, de arquitectura o de diseño, desde hace más de cuarenta años, han sido sus alumnos. Y también desde las profundidades del Taller de Amereida, Carlos ha participado, desde sus comienzos, en nuestras Travesías por América. Un poeta de viaje junto a los oficios de la arquitectura y el diseño. ¿Qué hace un poeta en una Travesía? Mientras los oficios se congregan en torno a sus obras concretas, con materiales, herramientas, proyecciones y planimetrías, el poeta[3]

Obedece al acto que lleva en sí y hace, en el mundo, la fiesta de la condición humana. Fiesta consoladora, a pesar de todas las interpretaciones posibles.
El consuelo no es el bálsamo sobre las heridas ni el pañuelo para las lágrimas. Consolar quiere decir revelar constantemente a los hombres y mujeres cogidos por las tareas del mundo, el esplendor que llevan en ellos, el fulgor de esa pura posibilidad…
…La revelación de esta posibilidad a través de sus trabajos, penas y placeres… …revelación que es también –¿por qué no?– lámpara sobre zonas del espíritu y sobre el país de la labor.

Carlos Covarrubias ha dedicado sus travesías y su trabajo en la Escuela a que, mansamente, la fiesta sea. El ha lugar de la celebración. Una celebración que nos ubica en lo extraordinario y que proviene de un don o regalo; que es para otra cosa que un “aprovechamiento”, porque la verdadera fiesta no se “utiliza”. Carlos nos ha guiado por un tiempo libre que no se rige por el principio de lo utilitario, en el que no importa la abundancia de bienes materiales ni la riqueza. Y es que este tiempo no se agota. El tiempo dedicado a la fiesta, donde y cuando cada cual se encuentra con su propio dios. Así, un tiempo sagrado y por ende irrenunciable.

América es, para Carlos, una fuente continua de motivos para el tiempo de la fiesta. Y eso, en esta Escuela, nos pone en movimiento, con nuestras obras y nuestros oficios. Sólo me queda agradecerle una vez más por su fidelidad con la construcción de lo universitario, entendido esto como el ámbito en el cual es posible que se abran en plena libertad, las maravillas misteriosas del ser. Agradecerle por trazar estos cuatro cantos, aristas que perfilan y moldean la silueta luminosa del ser. Espero con ansias humildes que, como ha sido para él, también para nosotros el destino despierte mansamente.

Muchas gracias.

Acto en la Escuela

Carlos Covarrubias junto a dos rectores; don Claudio Elórtegui y don Nelson Vasquez

Referencias

  1. varios autores. (1967). Amereida. Santiago: Editorial Cooperativa Lambda.
  2. Iommi, G., & Cruz, A. (1983). De la Utopía al Espejismo. REVISTA Universitaria no9, (Ciudad Abierta), 17–25.
  3. Iommi, G. (1976). Carta del Errante (segunda). Valparaíso: Escuela de Arquitectura y Diseño PUCV.