Atravesando América. Diseño y Travesía En la Escuela de Arquitectura y Diseño PUCV
Título | Atravesando América. Diseño y Travesía En la Escuela de Arquitectura y Diseño PUCV |
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Tipo | Conferencia, Clase Magistral |
Profesores | Jaime Reyes |
Descripción | La 9ª edición del Congreso Internacional MXRIO Design Conference 2021, exploró la participación del diseño en la reconfiguración de las prácticas que han sido alteradas por la pandemia, pero que deben seguir sucediendo.
Recogió experiencias y reflexiones sobre: Restaurar o recuperar la proximidad que necesitamos como seres sociales, pero también aquella que nos reconecta con otros seres vivos, con nuestro entorno natural. Descubrir nuevas posibilidades de relacionarnos con el cuidado de la salud y el bienestar, de nuestra casa común, entre nosotros y a los otros. |
Rol de la Escuela | Participante |
Contraparte(s) | Pontificia Universidad Católica de Rio de Janeiro, Universidad Iberoamericana de México, Red de Escuelas de Diseño AUSJAL |
Rol de la Contraparte | Responsable |
Lugar | Rio de Janeiro, Brasil |
Modalidad | Virtual |
Fecha | 2021/09/08 |
URL | https://mxdesign.diseno.ibero.mx |
Evento | Congreso Internacional MXRIO Design Conference 2021 |
Palabras Clave | diseño, pandemia, travesías |
Conferencia magistral: Atravesando América. Diseño y Travesía (tradução simultanea)
Asistentes: 100+
Presentación
Muchas gracias a todos los organizadores de la novena edición del Congreso Internacional MXRIO Design Conference 2021. Especialmente quisiera agradecer al profesor dr. Nilton Gamba Junior por concederme el alto honor de iniciar la conferencia. Es para mi un gusto, una responsabilidad muy grande y espero que las experiencias que voy a mostrar y a relatar puedan ser de alguna utilidad a la hora de “explorar la participación del diseño en la reconfiguración de las prácticas que han sido alteradas por la pandemia, pero que deben seguir sucediendo.”
Voy a hacer un breve recorrido por una experiencia que comenzó hace 37 años y que se interrumpió precisamente por la pandemia y que esperamos volver a realizar lo antes posible, con nuevas fuerzas y aprendizajes. Se trata de las Travesías por el continente americano que cada año realizamos los estudiantes y los profesores de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Dentro de este recorrido mencionaré sólo algunos aspectos, en virtud del tiempo y de la paciencia de todos ustedes.
Travesías por el continente americano.
Antes de hablar directamente de las Travesías debo explicar la relación entre la poesía y los oficios que se sostiene en nuestra Escuela desde 1952 hasta hoy. En aquel año llegan a Valparaíso un grupo de profesores que refundan la Escuela con nuevas ideas, acciones, teorías, etc. Había escultores, pintores, arquitectos y un poeta. Reformulan completamente el plan de estudios modificando asignaturas, costumbres, ámbitos, la formación, en fin, todo. Podría decirse que estaban influenciados por las vanguardias artísticas de inicios del siglo XX, por la filosofía de Heidegger, por la modernidad arquitectónica europea, etc. Sin embargo muy tempranamente desarrollan un pensamiento propio, original y peculiar. Sostienen que la condición humana es poética y que por lo tanto existe una relación extraordinaria entre la poesía y los oficios. La poesía está en lo anterior, en lo previo a los lenguajes y a las disciplinas. Incluso es anterior al arte.
En 1967 junto con la Reforma Universitaria, que se inicia en esta Escuela para esparcirse por todo Chile, se publica el poema Amereida. Amereida es un poema épico y es la reunión de las palabras América y Eneida; este poema es la Eneida de América. Amereida reconoce a la Eneida como un vehículo poético y cultural mediante el cual se inserta la tradición griega en lo latino para dar origen a la forma de una cultura o civilización; y así quisiera entonces hacer lo propio indicándole la latinidad a la América Latina, pero recogiendo además otras tradiciones, como la de los pueblos originarios, la de los inmigrantes o la del mestizaje. El poema quisiera ser el canto que expresa la posibilidad de coexistencia de todas aquellas tradiciones y culturas que en América conviven desde hace más de cinco siglos.
El poema propone un continente que no ha sido descubierto sino hallado; América no fue un descubrimiento sino un hallazgo y en este sentido el continente es en sí mismo un regalo. De ahí la permanente posibilidad de América de ser original, puro presente, y poseer pasado y destino propios. El poema es una visión creativa acerca de lo que América ha sido y es, y quisiera indicar el sentido que tiene, para todos los oficios, ser y obrar en América Latina. En el poema están las indicaciones o invitaciones a salir a recorrer América, atravesarla. O mejor aún: dejarse atravesar por América.
En 1984 el poeta Godofredo Iommi propuso que para atender a la pregunta por el ser americano todos los estudiantes y profesores salieran a distintos lugares del continente a realizar una obra. Ese año se modifica el currículum académico de la Escuela y parten cuatro expediciones a los extremos de Sudamérica: Cabo Froward por el sur, Isla de Pascua en el oeste, Belem do Pará en el norte y Santa Cruz de la Sierra, nombrada capital poética de América (por estar justo en el cruce de los ejes de la cruz del sur proyectada sobre el mapa). Desde entonces, ininterrumpidamente, todos los años los estudiantes y profesores de la Escuela emprenden un viaje a través del continente. En cada ocasión los talleres viajan y construyen una obra relativa a sus oficios.
La obra de Travesía se considera un regalo, una donación, y es un testimonio de aquella indicación poética que considera que América toda no es un descubrimiento sino un regalo. En estos viajes los estudiantes y los profesores practican la obra hecha por todos, en común, y aprenden no sólo los detalles prácticos de cada oficio referentes a la construcción material de sus obras, sino los valores de lo comunitario y la igualdad intrínseca de todos los oficios.
Las Travesías se siguen realizando hasta el día de hoy y constituyen una de las ocasiones más relevantes, en el quehacer y acontecer de la Escuela, en las que se juega la relación entre la poesía y los oficios.
Diseño y obrar
Cada profesor y sus alumnos de Taller se organizan hacia la primavera de cada año para esta aventura que dura entre 10 y 30 días. El lugar a visitar se escoge de múltiples maneras; por invitaciones formales, intuiciones, afanes emocionales, visiones geográficas, anhelos, etc. A veces por pura suerte y también por sesudos cálculos artísticos o disciplinares. A veces viaja un Taller pequeño de diseño, por ejemplo de 20 personas. Otras veces los talleres arquitectura y de diseño de diferentes años se juntan y parten a un mismo lugar: por ejemplo 180 personas.
Luego comienzan los preparativos, los cálculos, los inventarios. No es lo más importante pero la economía y el financiamiento inician la empresa. Estos viajes se financian íntegramente con dineros de los participantes; cada alumno y cada profesor deben entregar una cuota igual para todos, del propio bolsillo. Si alguien que no puede pagar, se resuelve esa parte entre todos, pero nadie debe quedarse por falta de dinero. De hecho se organizan diversas actividades previas para reunir dinero cuando falta (siempre). Luego todo lo que hacemos es en verdad una donación.
La logística implica atender todo lo necesario para el viaje, la estadía, la obra, el regreso. A veces visitamos grandes capitales, pequeños poblados o bien llegamos hasta cumbres y selvas y pampas deshabitadas. Para cada caso los preparativos son distintos y de esto se ocupa el Taller por completo. Se forman grupos encargados: Ruta, pasajes, ámbito, restauro, campamento, dineros, enfermería, materiales, herramientas y un largo etc. Muchas veces todo hay que llevarlo: la comida, las herramientas, los materiales, los equipajes e incluso los baños y abordar ya sea un avión, trenes o buses, barcos o botes, hasta caballos y mulos. Recordemos que en América las distancias son inmensas. Sólo Chile tiene casi 4.000 kilómetros. Ni hablar de Brasil. Es muy diferente acampar en una playa del norte de Brasil a hacerlo en las islas de la Patagonia Occidental.
Todo este preparativo es parte de la empresa, no es un anexo y se lo considera esencial. Quedarse sin gas para cocinar o sin tornillos para la obra en una isla a 20 de horas de navegación del siguiente pueblo hace peligrar todo. En las Travesías todas las faenas se ejecutan por todos. A todos les ha de tocar cocinar, barrer, limpiar los baños, hacer las compras, manejar dinero, ordenar pañoles de herramientas, participar del ámbito, recoger toda la experiencia en bitacoras anotadas y dibujadas, y por supuesto, trabajar en la obra. Se produce un fenómeno especial: la individualidad se expande, se ensancha, se complejiza. Cada cual aporta su propio yo para conformar un cuerpo mayor, un corpus: el de un Taller. Entonces los esfuerzos y sacrificios por el cansancio, el clima, la lejanía, la falta del confort habitual y la proximidad de lo desconocido configuran una comunidad en la que todos dependen de todos, prinicipalmente para la obra.
Podría decirse que todo el esfuerzo, si bien contribuye a muchas dimensiones, hay un horizonte principal: la obra. En las Travesías hacemos obras de arquitectura y diseño (y esculturas y pinturas y otras) en verdadera magnitud. Si bien son leves, muchas veces efímeras y pueden ser de término abierto, no son prototipos ni pruebas; son plenas y … Por otra parte son obras regaladas y en este sentido no responden a necesidades sociales, ni municipales, ni se comprometen con encargos específicos. Aunque por supuesto que quisieramos participar de la vida de las comunidades. Una obra de arquitectura y de diseño conlleva muchas complejidades propias de estas disciplinas; se juegan cuestiones constructivas, estructurales, del habitar, de las energías como la luz o el calor. Quisiera mencionar una característica que me parece esencial de estas obras en particular: están hechas a mano. Construir con las propias manos es una experiencia extraordinaria. Las élites intelectuales y económicas han desdeñado el trabajo manual como de obreros, campesinos, artesanos. Pero ya Rimbau advertía que vale lo mismo la mano que escribe que la mano que ara. Trabajar con las manos, ojalá al aire libre siempre abierto, es emprender la dimensión profunda de la construcción material del mundo, es comprender que no hay tareas menores: lijar una madera durante días, apernar una vigas en lo alto de un andamio, erigir una pirca de piedras bien hecha, pintar unos perfiles para el sol de la tarde, abrir zanjas o mezclar cemento con una pala.
Por otra parte, las obras de travesía no se juegan en su finiquitación; podríamos llamarlas de término abierto y tal vez cada una de estas es apenas un componente de algo más grande, inalcanzable.
En Amereida volumen II hay una nota que dice:
También el olvido es bello, olvidar, por ejemplo, que el arrojo es la travesía y no la vida de un obstáculo, en este caso, el perro. Pero la hermosura cuenta menos que la ruta y esto sí que es difícil aprenderlo. ¿Qué es la ruta? Es sólo seguir partiendo siempre, es mantener el rumbo abierto. ¿Será un comienzo sin fin, como el amor? Hacer tal ruta, abrir tal rumbo, tal vez de tales cosas, interrogaba Kant a los capitanes de barcos balleneros, aquellos que Melville dijo que buscaban la ballena blanca y tal vez Ahab sea el nombre de la musa de toda pura travesía.
Implica que el aparente fin último y superior de toda obra de arte, la belleza, es menos importante que la ruta hacia ella. No quiere decir que la belleza sea inalcanzable, sino que aún cuando en alguna obra la alcancemos, aún cuando consigamos la belleza expresada, palpable y sensible en una obra de arte, de arquitectura, de diseño o de cualquier tipo, esa belleza es menos relevante y tiene menos valor que la ruta hecha y recorrida hacia o hasta esa belleza. En nuestras travesías la obra no es un objetivo; ya dije que es lo que merece las más de nuestras atenciones y dedicaciones, pero en el fondo y al cabo de todo no vamos de travesía en pos de una obra considerada como objetivo. Por supuesto que los oficios se juegan en ella su materia, pero no su razón de ser.
Nosotros hacemos travesías para seguir partiendo siempre. Lo que importa es que mañana partimos a recorrer América. 37 años haciendo travesías; cientos y cientos de obras y no interesa esa cuenta. Lo que importa es que mañana partimos a recorrer América. Claro que nuestro recorrido es obrando; es en el estar yendo junto a la obra. No hay que confundir el trayecto de un viaje de travesía con la ruta poética de la que estoy hablando. No se trata de los kilómetros recorridos para llegar a tal o cual lugar, sino de la ruta poética, el atravesar mismo que no es otra cosa que mantener y sostener lo abierto, una y otra vez, siempre presente, siempre como el regalo, siempre a través -atravesados- de la gratuidad. Nuestras obras se juegan en el saber hacer, el buen hacer, pero ellas son el proceso que nos conduce no hacia el cumplimiento del mero hacer, sino hacia el ser. No se trata de un modo de hacer, sino de un modo de ser. La obra de travesía es un modo de ser, no una manera de hacer cosas. El obrar del oficio es un modo de ser, no un conjunto de características o circunstancias que distinguen cada realización o acción.
Y en este sentido no se trata sólo de la formación de los alumnos, sino de su transformación. No lo hacemos sólo para entregar competencias disciplinares, de investigación, profesionales (que van de suyo) sino para cambiar de vida, todos los participantes, alumnos y profesores.
Cuando se le pregunta a cualquier ex alumno, ya inmerso en la vorágine del mundo ¿qué dirías lo más importante, sea lo que sea, que te entregó esta Escuela? Prácticamente todos responden lo mismo: la Travesía. La pandemia nos ha impedido hacerlas. Pero este 2021, mañana, una vez más, partiremos a recorrer América.
Muchas gracias por su atención y espero que más temprano que tarde podamos volver a reunirnos de cuerpo presente a conversar y a estudiar de diseño y poesía.