Amereida V etapa: "El trayecto que ampara a la belleza"

De Casiopea




TítuloEl trayecto que ampara a la belleza
AsignaturaTaller de Amereida 2014
Del CursoTaller de Amereida
Alumno(s)Carla Vergara

"El trayecto que ampara a la belleza"

Toda obra esconde un momento previo, por pequeña o magna que sea, contiene en su presente un atisbo de pasado que es invisible, imperceptible para quien la aprecia culminada, pero para quien o quienes la diseñaron, el trayecto detrás de ella es aún más importante que la obra en sí. A veces el trayecto es muy explícito, y se manifiesta vivamente en la obra, las huellas que han decidido ser plasmadas por el artista, pero generalmente es un ente invisible, como el alma en las personas, así el trayecto es el alma de la obra. El trayecto marca dos límites. Un origen y un término y una obra que oscila entre estos dos espacios. En los proyectos arquitectónicos la obra no nace de la nada, la precede un acto que define su forma, ergo, su belleza. El secreto de la belleza se esconde en el origen, en una serie de eventos que derivan en una forma. Pero quizás no se debería tener como fin la belleza y esto significa que tampoco se debería tener como fin la obra, es decir, sí, como un punto de término pero no como una “finalidad” a alcanzar, porque la finalidad es el trayecto que queda grabado en el cuerpo como un tatuaje. ¿Qué buscamos en el taller de Amereida? ¿Qué buscamos en la poesía? Buscamos un punto de partida. Un borde del cual aferrarse. Pero siempre teniendo presente que la poesía cuenta menos que la ruta. Y es que la ruta supera lo verbal, y lo visual. Hacemos travesía para seguir partiendo siempre, sosteniendo el rumbo abierto. Para develar América como si fuera otro. Conocemos América y América nos conoce a nosotros en una relación recíproca de entrega. Se cree que nuestro oficio consiste en alcanzar lo bello, pero no existe belleza sin trayecto. Nuestro trayecto es unión, como las bandadas de aves que migran hacia un nuevo rumbo su ruta queda plasmada en el cielo porque viajan todos juntos, como los estorninos, no olvidemos que para Godo “el taller de amereida es la reunión semanal y transversal del pueblo de los estorninos”. La obra se consolida como el regalo de nosotros para los demás pero la trayectoria es para nosotros mismos. Es nuestro momento para crecer. Dentro de ella podemos mirar hacia atrás y hacia adelante. Momento de crear y de regalar ocio. ¿De qué se trata esto de regalar ocio? Esta actividad tan vital y preciada para los antiguos Griegos, ya que es desde el ocio donde surgen los grandes pensamientos, las grandes ideas. Desde la distención. ¿Cuándo dejamos el ocio de lado? Cuando nos afanamos en buscar la belleza como una finalidad, nos precipitamos y vamos tras ella ciegamente, sin detenernos en el trayecto, que es lo invisible, el alma de la obra, el acto. El trayecto necesita del ocio, se nutre de él y del ritmo natural y fluido como la migración de las aves. La poesía traza una partida desde el ocio y deja el camino abierto para que nazca en quien la recibe. Para suerte nuestra, todo en el mundo oculta un trayecto, por lo que todo en el mundo esconde una belleza que espera ser develada. Desde las grandes obras literarios, obras arquitectónicas, El crecimiento de las plantas, todo su proceso desde el nacimiento a su muerte y no la planta en sí. Todo soplo del viento que marca una dirección y una ruta que percibimos levemente cuando golpea nuestra cara. Como lo nombra la carta del errante: Gracias por el viento que vuelve a soplar, tan fuerte dando en el filo aterido su nube blanca, efímera. Piedra en el seno, el antiguo áspid perdido en las auroras. De mi alma abajo al sábado al sótano. Escribe las hierbas bajo el viento y el pie murmura lo que el suelo grita la marcha. Que mudando el paso dice del baile, rompe el mar azul –¡al fin el cielo!– el viento sopla las dunas cuando

hay que tener esperanza. Soñar jamás ha nombrado. Un lugar único en el mundo. Con eso basta […] “el pie del errante murmura lo que el suelo grita la marcha” “y con eso basta”. Atento al suelo, El suelo grita la búsqueda inalcanzable de la belleza, y con eso, basta.