Alejandra Witto - C2: Encargo 8 - Taller Ciudad Legible 2020

De Casiopea



TítuloAlejandra Witto - C2: Encargo 8 - Taller Ciudad Legible 2020
AsignaturaTaller Ciudad Legible
Del CursoTaller Ciudad Legible 2020
CarrerasDiseño, Diseño Gráfico"Diseño Gráfico" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property., Diseño Industrial"Diseño Industrial" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property.
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Alumno(s)Alejandra Witto Royo

Jueves 15 de Octubre

Lectura de Las Ciudades Invisibles de Ítalo Calvino

Relación al barrio

Luego de hacer la lectura del libro, busco las ciudades que pudiesen parecerse a la mía en algún aspecto o incluso en su totalidad, para así posteriormente comenzar la redacción de mi propio barrio. Para esto, luego de seleccionar las ciudades, busco alguna frase clave o extracto de este que plasme la idea de mi barrio, dejando como ejemplo las siguientes ciudades:


Cloe: En Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las calles no se conocen. Al verse imaginan mil cosas las unas de las otras, los encuentros que podrían ocurrir entre ellas, las conversaciones, las sorpresas, las caricias, los mordiscos. Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan un segundo y después huyen, buscan otras miradas, no se detienen.

Fílides: Como todos los habitantes de Fílides, sigues líneas en zigzag de una calle a otra, distingues zonas de sol y zonas de sombra, aquí una puerta, allí una escalera, un banco donde puedes apoyar el cesto, una cuneta donde el pie tropieza si no prestas atención. Todo el resto de la ciudad es invisible. Fílides es un espacio donde se dibujan recorridos entre puntos suspendidos en el vacío, el camino más corto para llegar al tenderete de aquel comerciante evitando la ventanilla de aquel acreedor.

Teodora: Por lo menos esto es lo que creían los habitantes de Teodora, lejos de suponer que una fauna olvidada estaba despertando del letargo. Relegada durante largo tiempo a escondrijos apartados desde que fuera excluida por el sistema de especies ya extinguidas, la otra fauna volvía a la luz desde los sótanos de la biblioteca donde se conservan los incunables, saltaba desde los capiteles y las gárgolas, se instalaba a la cabecera de los durmientes.

Los Almendros, Reñaca

Alejándose del centro de la ciudad que se encuentra en medio de dos grandes ciudades y a las orillas del mar, nos topamos con Almendra, un barrio que crecimiento en vertical, y que mientras más crece, más desaparece Almendra. La primera vez que llegué aquí era muy pequeña como para recordar detalles de alta relevancia para poder comprender lo que de en verdad pasa en Almendra; pero aún así me recuerdo ese primer aire que tomé al asomarme por mi ventana, y escuchar ese silencio envolvente interrumpido solo por ese repentino viendo deslizándose entre los árboles y el cantar de los chincoles y zorzales que revoloteaban entre sus copas. Hoy en día sigo gozando de esa maravillosa vista, pero algo que desapareció, junto con ese sentimiento indescriptible del primer mirar que tuve al abrir mis persianas por primera vez; lo verde se tiñó de café, al igual que los cánticos que se ven ahora envueltos por el abrumante sonido del desarrollo que sufre hoy Almendra.

Como es de esperarse, con el pasar del tiempo Almendra creció, dejando que su gente y sus casa se tragaran ese aire de ensueño que tanto amaba. Al caminar por sus calles ya no se detiene mi vista en ningún minuto: lo único que espero es que mi recorrido a casa termine rápido para así encerrarme entre paredes y persianas cerradas, e inevitablemente dejar alimentarme de ese ruido intermitente de un barrio creciente. Las largas caminatas de contemplación quedaron en el pasado, al igual que mi mirada que ahora solo sustrae cada rincón de este lugar, enfocándose en encontrar el camino más corto para llegar a mi destino. E incluso si la ciudad no hubiese crecido de esta manera y su gente fuera la misma de hace años atrás, el resultado sería el mismo, ya que los que más tiempo ha estado aquí son los que más ensucian con la mirada. Los miradas rebotan como si un partido de tenis se trata; te desnudan a un punto de querer correr sin parar ni dar vuelta atrás. Juzgan con el criterio de ayer lo que es el hoy de su gente y de su propio barrio.

Es por eso que prefiero aceptar el nuevo Almendra e ignorarlo, porque mientras más retrocedo la vista en el pasado, más ganas me dan de salir de aquí, a un lugar donde pueda escuchar cantar los chincoles y zorzales junto con ese viento que tanto anhelo hoy.