Tarea Amereida "El Ser"

De Casiopea



Título"El Ser"
AsignaturaTaller Amereida 2014
CarrerasArquitectura
1
Alumno(s)Diego Andrés Díaz Nakada


No siempre es fácil saber cómo empezar, porque tampoco siempre se tiene una real certeza de dónde se quiere llagar y si es que se tiene, no se posee un mayor dominio del cómo, pero lo que sí está asegurado es que en la misma ruta se va definiendo el trazo conductor. La escritura puede ser comparable a un viaje en este sentido, sobre todo cuando se valoran como un acto de entrega, ya que en su desarrollo se va emitiendo algo de lo propio, una imprenta proveniente de nuestras propias voluntades y determinaciones, en donde lo que se nos aproxima se convierte en algo nuevo que abordar y tomar como un nuevo punto de partida, en estas instancias se puede dar la libertad de hacer giros según las circunstancias o antojos lo requieran. Cada vez que se comienza se dejan cosas atrás, pero nunca olvidadas, esos rastros forman parte finalmente de la formación en inciden en el rumbo, enriquecen, aunque hayan sido errores en su momento, pero todo tiene su resplandor y sentido, no siempre el entendimiento de este es inmediato y algunas aprensiones lo pueden turbar, Pero en su momento fueron lo que uno decidió o quiso, por ende posee en parte de la voluntad propia, o algo aún más allá, lo sensorial muchas veces interviene en gran medida en las determinaciones que son tomadas, por lo general se interpone a los razonamientos lógicos, pero esta dualidad es la que finalmente nos define como persona y ser único. Uno no se empieza a conocer, hasta que no se empieza a sentir, y no se empieza a sentir, hasta que no se da cuenta de que uno “es”. Y… cada día, uno debe de ir a más, ser y sentirse consciente, diluir en sí mismo sus propios defectos, sus lacras, “los deberes que trajiste de la otra vida, de cuando preparabas esta, la razón de ser de la existencia que debes pulir”, presentarlos delante de tu misma consciencia, observándolos, razonándolos, diluyéndolos, fusionándolos en uno mismo después de conocerlos, aceptarlos y comprenderlos, para que no te sustraigan energía ni te lastren por esa razón. Ser consciente de ti, saberte tú, conocerte, darte lo que nadie te puede dar “lo que necesites, a cada momento en que lo necesites. Por otro lado este “ser”, que posee autonomía sobre sí mismo se desenvuelve en sociedad, donde hay otros en esa misma condición, y aquí es donde nace este concepto del “Otro” donde todos somos “Yo” y un “Otro” o “Tú” a la vez obligándonos de cierto modo a tener empatía y respeto con los demás, aunque esto resulte obvio, ahora bien el Ser, puede tener otra connotación, relacionada con lo que uno es finalmente para los demás. Desde que nacemos, estamos obligados a "ser" alguien o a tener propósito, intentando figurar como algo más que un otro ante los demás, esto no es del todo malo, no ayuda a auto superarnos e intentar ser la mejor versión de nosotros mismos, en ocasiones esto no pareciera ser suficiente y se vuelve en un asunto más competitivo, se llega a una desvalorización del resto, olvidando la condición imperfecta del hombre, aunque por otro lado se podría decir que somos perfectamente imperfectos, ya que por el simple hecho de existir cumplimos con un rol, sea cual sea este y funcionamos de forma autónoma, poseemos nuestra propia conciencia y lógica, aunque esta en sí no parezca la más óptima, cada cual es perfecto en lo que hace, incluso si lo hace perfectamente mal, puesto que cada uno actúa según sus propias capacidades, bajo una ley mayor que rige el orden de la multiplicidad, si se tuviera como objeto a discutir una perfección, que es la que se viene usualmente cuando se piensa en este concepto, pues todos estaríamos en un estado más allá del humano, algo quizá asimilable a lo divino, comportándonos como una misma unidad, que no requeriría de todo lo que nos hace humanos, es difícil imaginar el propósito de algo que fuera en plenitud perfecto, dejando fuera de nuestro entendimiento la visión clara de lo que esto significaría, posiblemente unos lo compararían a lo que llamamos Dios, pero aún así el hombre ha humanizado su imagen, opacando la real magnificencia de lo que algo perfecto sería, pero ¿sería posible que algo así pudiese siquiera existir? Se sabe que la perfección se encuentra en el equilibrio, por ejemplo en lo que no es ni muy dulce ni muy salado, ni muy grande ni muy pequeño, ni muy caliente ni muy frío, sobre este punto podríamos decir que la perfección no es entera y extremadamente algo sino la medida justa de ello, teniendo en cuenta lo dicho algo no podría ser demasiado perfecto ni demasiado bueno, sino tal como lo son la mayoría de las cosas en este mundo, cada una de ellas bajo su balance propio que las hace ser lo que son, aunque ¿no es a caso el azúcar muy dulce , la sal demasiado salada y el fugo muy caliente como el hielo frío? Pues si, pero son unidades imperfectas diferentes que forman parte de un sistema mayor. Además esas cualidades son parte de su propósito, por lo que la sal sería perfectamete demasiado salada y así. Entonces podríamos decir que hay más de una perfección: una más bien funcional y específica, es decir la razón de ser de un algo; y la del equilibrio mayor que es formada por el sin fin de imperfecciones perfectas. Suponiendo que lo anteriormente dicho tiene una lógica (perfectamente imperfecta, proveniente de un humano perfectamente imperfecto) volvamos a lo que al hombre se refiere, reanudando lo anteriormente expuesto. Nosotros como individuos pretendemos apuntar a una perfección irreal, lo cierto es que sólo nos podemos potenciar en algunas áreas, Si bien se puede ser integral no podemos ser plenamente y completamente integrales ya que vivimos en una simbiosis eterna con la sociedad y con los demás elementos de la naturaleza, dependemos plenamente de lo que nos rodea, Todos los humanos estamos en igualdad de condición ya que todos tenemos falencias, claramente algunos se destacan sobre los demás por talentos excepcionales, pero no es motivo suficiente para otorgarse mayor valor que otros vivientes. Los reconocimientos son producto del propio mérito, lo ideal sería que la potencia de nuestros talentos particulares surjan a partir de la gratuidad, por el “querer” ser y no por el “tener que ser”, para los demás, de esta manera todo se convierte en un enriquecimiento del alma, pues es acto se lleva a cabo con goce y entrega voluntaria, transformándose así en un regalo.