Paula Ramírez Guevara: Amereida VIII

De Casiopea



TítuloPaula Ramírez Guevara: Amereida VIII
AsignaturaTaller Amereida 2014, Taller Amereida VIII
Del CursoTaller Amereida 2014, Taller Amereida VIII
CarrerasArquitectura
Alumno(s)Paula Ramírez Guevara

LA BITACORA, EL MOTOR OCULTO DE NUESTRA MENTE.

“Nos despedimos y esa misma tarde partimos para Tarija. Entre Villa Montes y Tarija el camino abierto por el “punto IV” de uno de los tantos convenios con EE.UU., sube a la Cordillera de los Andes. Varias veces, tres por lo menos subimos a cuatro mil metros de altura para luego bajar a unos estrechos valles. El camino en su casi totalidad es un peldaño tallado en las laderas de los cerros, con un abundante tráfico de camiones con mercaderías e indígenas, es la única “movilidad” de este país lunar y grandioso.”

Luego de leer estos pequeños relatos escritos sobre hojas anteriormente blancas y vacías, es que pienso en cómo tan simples y breves palabras logran llevarnos a vivir una situación que físicamente nunca fue posible de vivenciar, pues no es propia. Me llama la atención esa conexión casi invisible que puede existir entre pasado, historias y presente. Siempre se dice que el pasado no es importante, que para qué recordar momentos que no volverán a ocurrir. Pero no se trata de un acto de masoquismo o des conformismo con la vida actual, al contrario es el pasado el que nos ha traído hasta acá, a esta tierra, y a este aire, con estas personas. Cada situación, cada camino, cada palabra que en un presente decimos o vivimos, nos llevará a un futuro que se convierte en un pasado solo recordado si así lo queremos.

La memoria actúa de una manera bastante extraña, pues a veces se recuerda lo que no queremos, y pocas veces recordamos momentos que quizás no influyen en nada para nuestra actual vida, pero que sin duda marcaron una gran situación en el día que se vivió. Y eso es lo que hace una bitácora con nosotros. La bitácora plasma vivencias únicas, cosas que en el momento especifico nos llamaron la atención, nos hicieron felices, nos hicieron pensar, etc. Se escriben cosas que creemos, serán importantes, o simplemente, estamos conscientes de que nuestra memoria funciona por su cuenta, y al escribir, la obligamos a recordar lo escrito. “Llegará un día, en que nuestros recuerdos, serán nuestra única riqueza” (Paul Géraldv) Tal como dice Géraldv, los recuerdos se transforman en lo más valioso que podemos conservar, pues es nuestra vida, aunque las situaciones personales cambien, la gente se mude, los amigos se alejen, los pueblos se urbanicen, aunque ocurran miles de cambios en el mundo y en la vida de cada uno, los recuerdos son inmodificables. Somos capaces incluso de recordar un aroma y nuestra mente inmediatamente nos transporta a algún supuestamente olvidado momento.

Pienso que no existen limitaciones para la memoria, que a veces recordamos lo esencial, lo único vital. Pero realmente podemos recordarlo todo, y de eso se trata recordar, por eso se nos dio este regalo imaginario, la mente nos transporta hacia donde queramos regresar. Al recordar estamos viviendo dos veces, la vida debe ser con recuerdos, debe ser con experiencias, con escritos, con pensamientos, debe ser moviéndose y quieta, la vida debe ser vivida tal cual se presenta, los recuerdos pasan a nuestra mente inconscientemente, es como un archivador personal de imágenes, oídos, sensaciones, nuestros sentidos van guardando cada detalle, hasta el más mínimo. Tan minuciosa es nuestra capacidad de recordar, que somos capaces incluso de poder identificar un color, o una textura, que ni siquiera en el momento fuimos capaces de apreciar. La memoria funciona de una manera extraordinaria, y lo que hacen nuestros escritos, o cualquier cosa que deseamos guardar, es aprovecharla aún más. Ahora bien, ¿cómo podemos hacer posible este recuerdo constante en nosotros? Aunque deseemos recordar, y grabamos imágenes mentales, es imposible recordarlo todo, y para eso, escribimos, dibujamos, fotografiamos, a través de estas cosas se puede refrescar la mente de vez en cuando y cuando queramos. Y ¿dónde podemos hacerlo? Donde queramos, en una hoja, una servilleta, incluso en nuestra propia piel, pero inconscientemente estamos tan preocupados por recordar, y por querer guardar estos momentos que vivimos, que preferimos tener cuadernos para registrar, y ¿cómo es que nace esta idea? Pues se remonta a los antiguos navegadores, que andaban en búsqueda de tierras nuevas y tesoros, todo partió por un simple hecho de “trabajo” de encontrar algo nuevo, se registra lo que se aprende y observa en un cuaderno, y este cuaderno era guardado en la bitácora del barco, y así sabemos pues, que bitácora no es lo que actualmente conocemos como tal, sino que bitácora se refiere al armario o cajón fijo de la cubierta del barco y cercano al timón, en donde habitualmente se guarda la brújula, o sea en el mismo espacio destinado para algo tan importante como es la brújula para no perderse, es donde se guarda este cuaderno con anotaciones, pues se consideran igual de importantes, y bueno así es como un simple cuaderno se pasa a llamar bitácora, aparece en un viaje, y se debe pues a que durante el viaje es cuando más propensos estamos a tener nuevas experiencias, nuevos aprendizajes, que querremos guardar y recordar por siempre. Desde ahí que la bitácora se conoce como algo indispensable de si recordar se trata, la bitácora pasa a ser el motor de nuestra memoria. Pero si bien sabemos que nace durante un viaje, ¿porque no se sigue manteniendo esa tradición? Y ¿no tenemos bitácoras para la vida diaria? Será que ¿nuestra vida carece de experiencias ricas y valiosas de ser recordadas? Será que los viajes, son tan perfectos que ¿solo eso querremos recordar luego? O simplemente será que ¿no se nos ha ocurrido, porque creemos que la rutina será siempre recordada? La clase de amereida trata sobre la bitácora en el viaje de travesía, pues claro una travesía es una experiencia única, inolvidable, y que querremos tener grabada siempre en nuestra mente. Ya sabemos de qué trata la travesía, y cuando comencé a escribir este ensayo pensé en abordar el tema de la travesía y el viaje, y en cómo la bitácora se transforma en la travesía en si que perdura por años. Ahora, sin olvidar mi pregunta inicial, que no deja de ser interesante, me surgido otra pregunta, y es de la que quisiera hablar a continuación. Ya sabemos la importancia de la bitácora, y el juego que hacemos con nuestra mente, al utilizarla, ya sabemos también, la importancia de los viajes, y claro está, de las travesías. Sabemos que para cada viaje se hace indispensable una bitácora, pero ¿por qué solo utilizamos la bitácora en los viajes? Si se trata de algo tan rico, de algo tan elemental, que es recordar y apreciar, poder traer la vida pasada cada vez que queramos, vivir, y recordar. Porque solo se considera una bitácora en un viaje, y no tenemos una bitácora de vida, ¿guardada en nuestro velador, junto a la cama? Y no me refiero a un diario de vida, ni a una agenda personal, hablo de lo que es la bitácora, y su significado propio, algo más allá de registrar los tramites o las reuniones que podamos tener próximamente, y más allá también de contar el día a día. Tener una bitácora junto a nosotros sería tener la libertad de escribir eso que nos gustó, la palabra que oímos y que durante el día entero la estuvimos repitiendo y luego la olvidamos, saber que la hoja del árbol cayó justo cuando yo levanté la cabeza, detalles, detalles asombrosos, que nos enriquecen desde lo más profundo, y que nos hacen pensar, y luego aprender, y por ende crecer. Eso guardaríamos en nuestra bitácora. Y es algo, que comúnmente no existe, aunque no dudo que ya exista en el velador de muchas personas, quizás preferimos guardar los momentos en nuestra mente, pero nunca sabemos hasta cuando nos dure el recuerdo, la mente se agobiará de tantas cosas, el archivador personal, va a explotar, al final de nuestra vida, vamos a recordar un tercio de lo que podríamos haber recordado, es necesario tener una bitácora aquí y ahora, para anotarlo todo, será la ayuda de la mente, para poder registrarlo todo, observarlo, y re observarlo, escucharlo, y re escucharlo. vivir y RE vivir.

Entonces, recopilando; Existe algo, un instrumento no explotado, poco conocido, que es la bitácora, y digo instrumento, pues si lo queremos, podemos convertirlo en motor de la mente, y llevarnos hacia el lugar que queramos, y creímos quizás olvidado. Este instrumento nace principalmente en los viajes, pues es ahí, donde más propensos estamos a vivir cosas que queramos recordar, pero no hemos pensado, que probablemente nuestra vida entera, pueda ser tan rica al igual que un viaje, entonces lo que propongo, es una invitación, invitación a sus vidas de traer esta riqueza llena de experiencias e imágenes y palabras que nos han llenado en un momento determinado, a que nos llenen cada vez que queramos, les invito a tener una bitácora a su lado, una bitácora de vida, no de viaje, aunque si consideramos que la vida es un viaje, entonces con mayor razón debería existir esta bitácora personal, cerca de nosotros. Invito a plasmar lo que queramos, y a leer y a mirar y recordar cuantas veces deseemos, pues recordando tendremos la posibilidad de vivir dos veces, o tres, o cien, todo depende de nosotros.