Escuela del Barroco Americano

De Casiopea



TítuloEscuela del Barroco Americano
Tipo de ProyectoProyecto de Taller
AsignaturaPresentación 2ºDO 2014,
Del CursoPresentación 2ºDO 2014,
CarrerasDiseño Industrial"Diseño Industrial" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property.
Alumno(s)Bárbara Quiroz
ProfesorDaniela Salgado

Misiones Jesuíticas

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Contexto

La orden Jesuita parte con la fundación de la Compañia de Jesús a manos de San Ignacio de Loyola (1491-1566), en un momento de renovación espiritual en Europa. Fue aprobada por el Papa Paulo III, mediante la bula “Regimini militantes ecclesias”.

Durante la segunda mitad del siglo XVI se inició el ingreso de la Orden al territorio del “Nuevo Mundo” con el fin de evangelizar a los indígenas. Durante el transcurso de su estadía, los jesuitas lograron un sincretismo de las culturas Europea/Americana, conviviendo en distintos poblados indígenas hasta su expulsión el 27 de Febrero de 1797, dictada mediante la Real Cédula de Carlos III.

Situación americana

La entrada de las fuerzas europeas al territorio de América supuso un fuerte choque entre las culturas existentes. Los conquistadores muchas veces se encontraron con pueblos muy belicosos, por lo que el establecimiento del mandado de las coronas europeas estaba en su límite. Junto con la conquista de territorios, los conquistadores tuvieron que enfrentar el problema de evangelizar y culturizar a los nativos americanos bajo el régimen del catolicismo europeo. Para ello se acudió a la ayuda de la Compañía de Jesús, Orden jesuita que prosperaba en las enseñanzas de la religión y la ciencia. Para la segunda mitad del siglo XVI los jesuitas entraron al territorio americano, introduciéndose lentamente en la cultura nativa.

Las misiones jesuíticas

Las llamadas “Misiones” son un conjunto de establecimientos jesuitas, ubicados en distintos puntos del Nuevo Mundo donde convivían con la población indígena para lograr su conversión a la religión católica. “Las Misiones Jesuíticas se establecieron en la zona de la colonización española en la Gobernación del Río de la Plata con la finalidad conjunta de civilizar a los indígenas bajo la autoridad española; y simultáneamente ejercer actos de efectiva ocupación de los territorios que estaban en una zona en la cual no se delimitaban claramente las jurisdicciones de la colonización española y portuguesa. Fueron poblaciones integradas exclusivamente por indígenas, aunque dirigidas por monjes jesuitas a los que se asignaba función sacerdotal, instaladas en territorios expresamente asignados para tal fin, comprendidos en la Provincia Jesuita del Paraguay, creada en 1604.

Existieron dos grandes grupos de Misiones, las Misiones Orientales que estaban ubicadas en los territorios a este del río Uruguay, al norte del Río Ibicuy, y a ambos lados de la actual frontera entre el Uruguay y el Brasil; y las Misiones Occidentales, situadas en actual territorio argentino de la mesopotamia de los ríos Paraná y Paraguay, en el territorio de la actual Provincia de Misiones, que son las únicas de las que se han conservado restos de sus edificaciones, y que son visitadas como lugar de interés turístico. Los padres jesuitas llegaron a establecer muchas otras Misiones sobre las costas orientales del Río Uruguay, abarcando territorio de los actuales Departamentos de Artigas y Rivera, como del sur del actual Estado brasileño de Río Grande del Sur; entre ellas las poblaciones de San Borja, San Ángel, San Juan, San Nicolás, San Luis, San Lorenzo y San Miguel, que alcanzaron en su conjunto una población superior a las 30.000 personas.”

Organización y cultura

Básicamente dos sacerdotes jesuitas estaban al frente de cada pueblo, las autoridades debían consultarles a ellos antes de emitir alguna órden. Las tierras también se dividían, con un sector privilegiado denominado “Tierra de Dios”, y otros dos: la comunal y la individual. Las tierras eran trabajadas por los indígenas. En cuanto a la cultura, los padres debían encargarse de la enseñanza de la doctrina católica y de la lengua española, además se les enseñaba distintas destrezas plásticas. “Los padres jesuitas enseñaban música y artes plásticas; los indígenas elegían oficio según sus aptitudes. Fueron hábiles escultores y pintores; hicieron todo tipo de tallas religiosas; muebles y puertas que aún se conservan. Fabricaron instrumentos musicales, aparatos y relojes; trabajaron los metales y el hierro forjado; hicieron adornos y objetos de plata. Su obra más destacada fue la impresión de libros en sus propias imprentas a partir de 1700, mucho antes que en las ciudades españolas del Río de la Plata. El primer libro publicado fue Martirologio romano; también se imprimieron catecismos, tablas astronómicas, calendarios y obras religiosas. Florecieron la arquitectura, la escultura en piedra y madera, la pintura, el dorado, destinados a realzar la belleza de sus iglesias y de las ceremonias litúrgicas.”

La misión guaraní y la expresión artística

La introducción del arquetipo clásico y barroco no estaba excenta de las propias dificultades del rompimiento de las tradiciones de los indígenas. Por supuesto, el dogma jesuítico no resultaba cien por ciento perfecto, por lo que siempre hubo un porcentaje de libertad artística de los nativos. El carácter de lo representativo artístico no solo era una muestra, sino que también era una forma de introducción a las poblaciones indígenas. Los padres jesuitas llevaban imágenes de estilo religioso con el fin de asombrar y crear una comunicación sin el uso de la fuerza. Una vez establecida la Misión, se conformaba un taller donde los mismos padres instruían algunas técnicas.

La imagen se transformó entonces en una expresión del lenguaje, medio por el cual los padres jesuitas pudieron introducirse en las comunidades indígenas sin recurrir a la represión. Esto fue un proceso de comunicación que tomó algún tiempo en las tierras guaraníes, sea por el carácter belicoso de los nativos. Este método de asombrar y comunicar daría paso a la inclusión de la mano indígena en el arte.

Los talleres

“Este arte «colectivizado» se organizaba a partír de la idea de los talleres. El taller era la pieza esencial de la economía de la Misión jesuítica, que estaba concebida para funcionar como un centro económico, administrativo y social casi autónomo. Esta idea de autoabastecimiento supuso, tal como sucedió en los talleres monásticos medievales, una participación activa de la fe del indio, como en la Edad Media lo fuera la de los siervos, y el paso de la creencía a la acción por medio de la obra artística. En los talleres había que hacer de todo y los jesuitas maestros, a quienes se llamaba fraternalmente «compañeros», debían tener aptitudes de tipo enciclopédico: eran arquitectos y pintores, impresores, pañeros, armeros, carpinteros, herreros y ejercían además una vasta gama de oficios secundarios.”

En el taller los indígenas podían aprender diferentes técnicas para la creación de elementos artísticos. En una primera instancia, los nativos eran excelentes copistas, por lo que podían representar fielmente una obra traida de Europa. Con la evolución de sus habilidades se fue introduciendo su propia mano, donde la representación del barroco europeo se fue matizando con el propio sentir del indígena. Los padres jesuitas creyeron que de esa forma expresaban su voluntad evangelizada y les dieron autonomía propia para poner en manifiesto un carácter de sincretismo religioso. Con esta evolución social y artística, los padres pudieron canalizar la nueva expresión, jesuítico-guaraní, en las iglesias principalmente, donde se rendía el culto católico.

“La sensación de diferente religiosidad puede provenir, en buena medida, de la ausencia de imágenes de vestir en los museos misioneros. Algunas pocas que pueden aparecer provienen del período postjesuítico. Esa extraña característica, que distingue la producción de los talleres misioneros del resto de la imaginería del período colonial, puede constituir un punto de partida fundamental para la pesquisa sobre el arte jesuítico-guaraní.”

Se puede interpretar la cultura entrelazada en los ideales artísticos que se unieron en la manifestación de la belleza del barroco europeo con la búsqueda de la representación mística guaraní. Con esto da la trascendencia del nuevo modelo jesuita-guaraní, no dependiente de la esencia de la forma (como pretendía el barroco europeo) sino que dando el concepto de la contemplación y el descubrimiento. La búsqueda de la belleza idílica presentada en el Barroco europeo, se redefine en las formas sensibles y serenas de los guaraníes.

“Los jesuitas supieron aprovechar la habilidad artística de los indígenas. En las Misiones surgieron carpinteros, ebanistas, herreros, pintores, escultores y plateros que construyeron grandes templos y tallaron ángeles y flores en sus frentes, paredes, pilas bautismales y púlpitos. Muros y altares lucían cruces, pinturas e imágenes de santos talladas en madera.” En esencia, los padres jesuitas maestros actuaban como tutores en la producción de una obra, los indígenas eran los que las llevaban a cabo luego de aprender las técnicas enseñadas en los talleres. Destacan obras de talla en madera policromada y talla en piedra, donde se puede apreciar el gran nivel de detalle que el arte jesuítico-guaraní alcanzó en América.

Retrato de María

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Autor: pintado por el indio Habiyú de Itapuá, bajo la maestría de Luis Berger. Año: 1618 Técnica: óleo sobre tela. “Los materiales para la pintura, en especial ciertos colores, venían de Europa en forma de polvo; se empleaban también tintes vegetales y minerales obtenidos localmente. En cuanto a las telas, se utilizaban la de algodón tejido en los pueblos y el lienzo de lino importado.”[1] Dimensiones: 20,4 cm x 24 cm. Ubicación actual: Museo Enrique Udaondo de Luján, Argentina. Relevancia: pintura de la segunda mitad del siglo XVII, donde se afirma la existencia de una escuela local con las enseñanzas del Hermano Luis Berger. Se destaca la influencia española con la sensibilidad nativa, siendo la mayor parte de las pinturas de este período producidas por indígenas.

Pila de agua bautismal

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La Pila de Agua Bautismal es una de las piezas más destacadas de la conservación de la Reducción de la Trinidad, perteneciente a una de las misiones jesuíticas con influencia guaraní. Este elemento pertenece al sector de la Iglesia Mayor, considerada una de las más grandes de la época evangelizadora en América. Este elemento fue tallado en piedra arenisca, en el año 1720. Actualmente se encuentra presente en la ubicación original de la Reducción, donde se encuentran las ruinas de las construcciones de la Misión: la Santísima Trinidad del Paraná, Itapúa (Paraguay). Este lugar, como patrimonio de la humanidad, es visitado como uno de los principales museos arquitectónicos y culturales del país.

Técnicas utilizadas

Principalmente se debió utilizar la técnica de percusión indirecta, donde se emplea un trozo de piedra, hueso o madera llamado percutor para golpearlo contra la piedra a tallar. Se usa una piedra o martillo para golpear el percutor. Partiendo de las piezas mayores se iban obteniendo las primeras formas (base y superficie) y se iban tallando las complejidades del elemento. Estas pasan desde lo más amplio a los detalles más finos, que posiblemente podrían haber sido tallados mediante presión, donde el percutor se reemplaza por una pieza más dura para ejercer presión sobre la piedra, así obteniendo muescas. Esta obra, en conjunto con el resto de las ruinas de la Trinidad, llama la atención por el cuidado y la especialización de la piedra, manifiesta en los detalles de las piezas. Se aprecia el alcance de la técnica especializada de la escuela jesuítica-guaraní, con la creación bajo la mano indígena demostrando el arte religioso con el matiz de la forma sensible guaraní.

La obra y sus partes

La obra tallada posee tres partes mayores, las cuales posiblemente fueron talladas como unidad para su posterior montaje una sobre otra.

1) Base: se puede apreciar el detalle de la talla lítica retocada, estos detalles de grabado en piedra pueden haber sido hechos en base a un cincelado a presión.

2) Pieza media: es la que media entre las piezas más grandes, puede haber sido hecha con el fin de encaje para la pieza superior, de tal manera que esta quedara centrada.

3) Pieza Superior: esta pieza principalmente fue realizada con la técnica de percusión indirecta, por lo que se puede apreciar la desigualdad del tallado en la piedra. En la parte inferior de esta pieza vuelven a aparecer los toques detallados, una relación con la suavidad de la forma propuesta por los indígenas guaraníes.

En la pieza superior se puede observar con claridad la diferencia de las técnicas: en la imagen derecha, una técnica más dura de tallado, en la imagen izquierda un grabado fino. Esto atiende a la demostración de la mano guaraní.

Uno de los grandes detalles que proponen una especialización de la técnica de talla lítica se encuentra al interior de la pieza superior, donde se pueden observar estas curvas que se prolongan hacia el fondo. Es probable que esta parte del tallado se realizara al finalizar la pieza, con técnica de presión para realizar las muescas finas.