Andres Rodriguez: Amereida XI

De Casiopea

la travesía, la acción de aventurarse en los desconocido corriendo riesgo sumergido en lo inesperado e imprevisto nace desde los mas profundo de la condición humana y el instinto, la curiosidad. la curiosidad ha permitido al hombre descubrir una infinidad de cosas, que fueron moldeando su forma de vivir y concebir el territorio en el cual se desenvolvían, pasaron de vagar de manera errante por los vastos terrenos en busca de comida en una eterna travesía que sucedía generación tras generación a establecerse en un centro, volverse sedentarios por el simple hecho de descubrir mediante la curiosidad que una semilla enterrada daría como resultado aquello que buscaban con ahinco mientras transitaban errantes por la extensión de la tierra.

¿A dónde vas, Gilgamesh? La vida que tú buscas nunca la encontrarás. —Tablilla X, columna 1

Este hecho marco significativamente al hombre y su manera de concebir el territorio ya que este queda circunscrito a uno y con esto nace el arraigo el sentido de pertenecía hacia un lugar y las primeras nociones de ciudad. a pesar de que el hombre se encontrase sujeto y destinado a un lugar establecido al cual pertenecía, este jamas renuncio a su curiosidad y afán de perderse en la vastedad. en la actualidad existen vestigios de este hecho en distintos escrito que retratan de manera precisa distintas travesías de la antigüedad.

Un claro ejemplo de esto queda evidenciado en el poema sumerio de la epopeya de Gilgamesh el cual describe viajes en dirección «hacia donde se dirige el sol cuando se hace de noche».

Poema de Gilgamesh,Tablilla III, columna 4

Si caigo, habré conquistado la fama.
La gente dirá: ¡Gilgamesh cayó
luchando contra el fiero Humbaba!...
Estoy decidido a penetrar en el bosque de los cedros,
Hasta ahora es feliz mi corazón:
oigo este canto, veo una flor
quiero fundar toda mi gloria.

posteriormente la cultura helénica hace otra referencia a grandes viajes en la odisea de Homero, un poema épico que cuenta la historia de Ulises que pasa diez años navegando por el mar mediterráneo y sus islas tratando de regresar a Itaca, el lugar al que pertenecía.

Poema de Ulises, Alfred Tennyson

'O hermanos', dije, 'aquellos que vinieron a pesar de
Diez mil peligros al Oeste, no lo permitáis
Mientras nuestros sentidos mantengan un mínimo de vigilia
Permanezcan con nosotros antes de terminar nuestra marcha
Sed deseosos de renunciar a la experiencia
Del mundo despoblado más allá del Sol
No olvidéis vuestros orígenes - ¡de quién y de dónde!
No para existir como bestias, sino que se os ha creado
Para buscar la virtud y la inteligencia'.
Archivo:494px-Ulysses And The Sirens by Léon Belly.jpg
Ulises y las sirenas por Léon Auguste Adolphe Belly

Los romanos también poseía su epopeya épica , la Eneida, donde se narra el escape de la Troya asediada para emprender un viaje que lo llevaría hasta la actual Italia específicamente la tierra de Lacio donde tras una serie de situaciones se terminaría en convertirse en rey y a la vez en el creador del pueblo romano, pues en esa misma tierra dos de sus descendientes criados por una loba, Romulo y Remo, fundarían la ciudad de roma, capital del gran imperio romano. El mar sin duda es un elemento fundamental en cualquier odisea, este fue en la antigüedad uno de las principales rutas de los viajeros que se aventuraban a sumergirse en la vastedad del océano, perdiéndose en la lejanía en busca de nuevos parajes, movidos por el deseo de perpetuarse en la historia. Fue así como en 1492 un navegante genovés llamado cristobal colon se aventuró en dirección oeste en busca de nuevas rutas comerciales para la corona de castilla con la india. Tras pasar largos meses en alta mar, cristobal colon y su tripulación comenzaron a sentir los embates de pasr tiempo en el océano, el agua comenzaba a escasear y aparecían las enfermedades, hasta que el azar se hizo presente e inesperadamente, Rodrigo de Triana desde lo alto de un mástil grito : “tierra tierra”.

En el capítulo XVI: El descubrimiento de las Indias que hizo Cristóbal Colón, se lee:

Prosiguió su camino, y luego vio lumbre un marinero de Lepe y un Salcedo. A otro día siguiente, que fue 11 de octubre del año de 1492, dijo Rodrigo de Triana: "Tierra, tierra", a cuya tan dulce palabra acudieron todos a ver si decía verdad; y como la vieron, comenzaron el Te Deum laudamus, hincados de rodillas y llorando de placer. Hicieron señal a los otros compañeros para que se alegrasen y diesen gracias a Dios, que les había mostrado lo que tanto deseaban. Allí viérades los extremos de regocijo que suelen hacer marineros: unos besaban las manos a Colón, otros se le ofrecían por criados, y otros le pedían mercedes. La tierra que primero vieron fue Guanahaní, una de las islas Lucayos, que caen entre la Florida y Cuba, en la cual se tomó luego tierra, y la posesión de las Indias y Nuevo-Mundo, que Colón descubría por los Reyes de Castilla.

Este fue el primer instante en que el hombre europeo se vio enfrentado a esta extensión de territorio que contrastaba con la Europa, una europa que poseía todo su territorio descubierto, su superficien normada y construidos, estaba atravesada por redes de caminos, en cambio america era una vasta extensión, con grandes zonas inexploradas, un mar exterior de donde venía el hombre blanco y un mar interior donde habitaba el hombre americano. En la actualidad como escuela nos vamos de travesías porque consideramos a américa como un regalo, se recorre américa y su mar interior porque es un a-lugar, se descubre obrando en la gratuidad, no con la obra como objetivo, si no con el objetivo de que américa se habite en la gratuidad y de esta manera se habite y luzca como un regalo.

Carta del errante, el poeta y el mundo

Pero el poeta es también un hombre. Entonces ¿cómo vivirá?
No tiene oficio, él oficia. El mundo puede humillarlo o sostenerlo. Eso no ::le concierne. Celebrante, no juzga ni quiere ser juzgado. Es el mundo quien ::se juzga a sí mismo agobiándolo o glorificándolo. Su misión es autónoma e ::indestructible porque es necesaria. Pase lo que pase, la fiesta continúa.:: No tiene nada que temer, y aún si lo peor ocurre, podemos estar seguros que ::«otros horribles trabajadores vendrán»
Godofredo Iommi M.